Compartir

Esta es la segunda oportunidad en que Julián Flores, juez Civil y Comercial 21 de Resistencia, se presenta al concurso para el cargo vacante del Superior Tribunal de Justicia. En esta entrevista con LITIGIO, habló sobre la salud mental, el uso de la Inteligencia Artificial en el Poder Judicial, su relación con la política y la necesidad de alentar con una mejor paga a aquellos magistrados, funcionarios y empleados que se esfuerzan más. “Hay que premiar la productividad”, afirmó. 

Jueves, 7 de septiembre de 2023

Por Bruno Martínez 

Antes de que comience esta entrevista, donde se hablará principalmente sobre sus intenciones de ser el próximo ministro del Superior Tribunal de Justicia del Chaco, el juez ofrece un tour por el interior de su juzgado.

Son pasadas las 20 de un jueves de agosto y estamos en las torres donde funciona el Palacio de Justicia del fuero civil de Resistencia, en la intersección de las avenidas Laprida y Sarmiento.

En este recorrido rápido, muestra los cuadros alegóricos que mandó a hacer a un amigo y que exhibe en las paredes muy blancas. Se repiten las pinturas que tienen como protagonista a la estatua que simboliza a la Justicia, con sus ojos vendados, su espada y la balanza, en paisajes más bien surrealistas.

Pasado lo artístico, muestra algo más mundano: la pila de expedientes amarillentos y ajados que reposan en algunos escritorios, la mayoría de ellos, trámites por sucesiones. Hay más de estos en otra habitación que funciona como prolijo depósito. Sándwiches de papeles y carpetas de cartón sobre estantes que llegan hasta el techo. Dice que su sueño es que algún día todo esto esté digitalizado.

El tour termina con una curiosidad: el juez exhibe, con orgullo, el logotipo del juzgado Civil y Comercial 21 que está colocado en una de las paredes de la mesa de entrada, algo particularmente inusual para las tradicionales dependencias judiciales chaqueñas. Su paso por el sector privado, donde se desempeñó durante ocho años como gerente de una Aseguradora de Riesgos del Trabajo, en Sancor Seguros, claramente fue una influencia para esto. Lo considera un símbolo importante para lograr un sentido de pertenencia para los empleados, reforzar la idea de equipo.

A propósito de esta influencia, sostiene que hay una idea que viene del sector empresarial que bien podría tomarse en el Poder Judicial del Chaco. La propuesta es bastante simple y consiste en premiar al buen empleado. Es decir que aquel que trabaja mucho y bien reciba un reconocimiento en dinero para diferenciarlo de aquel retacea su esfuerzo.

Julián Fernando Benito Flores nació en Resistencia hace 49 años. Hijo de un militante justicialista y de una madre radical, su hermano, Ariel Flores, llegó a ser intendente de Puerto Vilelas de la mano del PJ. De todos modos, aclara que no se siente cercano a ningún partido.

Fue asesor legal del Poder Ejecutivo del Chaco, en una de las gestiones de Jorge Capitanich. También hizo lo propio en la Legislatura, donde elaboró junto a la exdiputada, María Lidia Cáceres, un proyecto de ley sobre Violencia Laboral en el ámbito de la Administración Pública.

Se desempeñó como miembro suplente del Consejo de la Magistratura y Jurado de Enjuiciamiento y actualmente, además de su tarea como juez, es docente en la Facultad de Ciencias Económicas, en la cátedra de Derecho del Trabajo.

Esta es la segunda vez que concursa para el cargo vacante del Superior Tribunal de Justicia. La anterior fue en 2021, cuando obtuvo el puesto el actual ministro, Victor del Río.

―En el anterior concurso, más precisamente en tu entrevista ante el Consejo de la Magistratura, mencionaste algo que me llamó la atención: el tema de la salud mental. Dijiste en esa oportunidad que hacés terapia desde los ocho años. 

―Cuando uno va haciendo terapia va reconociendo que tiene una psiquis que en determinado momento lo hace meter la pata o también está el ego que por ahí puede entorpecer la relación con los compañeros de trabajo o los pares. Si uno no toma conciencia de eso es una gran dificultad. Por eso considero que, si bien hoy en día en el Consejo de la Magistratura se hacen examen psíquicos de las personas que van a postularse o que están aspirando a un cargo, lo triste de esto es que dicho dictamen no es vinculante.

―Claro, pero ese estudio es casi un paso pericial para determinar las aptitudes mínimas requeridas para un postulante. ¿O me equivoco?

―Sí, pero el informe te dice: “Julián Flores no está apto para trabajar en equipo” o “tiene una personalidad narcisista que le va a impedir aceptar la crítica”. Algunos informes mencionan eso, pero al no ser vinculante a veces pueden más los apoyos que uno tenga de los distintos estamentos del Consejo de la Magistratura. De hecho, no son pocos los casos de denuncias de jueces violentos y de destituciones que tuvimos hace poco. Un sueño que tengo es que esos exámenes sean vinculantes. Yo mismo puedo quedar afuera. Hay muchos jueces que a la psicología no le dan la importancia que tiene como en el caso de informes psicológicos desfavorables como, por ejemplo, se da en padres abusadores donde insisten con la revinculación con los hijos. O como pasó en el caso de Tatiana Kolodziey (asesinada en Resistencia el 20 de octubre de 2012 por el remisero, Juan Cabeza), donde había un informe del equipo de psicólogos (del Servicio Penitenciario Federal) que decía que Cabeza, en caso de recuperar la libertad, iba a violar y matar, cosa que ocurrió finalmente. Aun así se tuvo en cuenta solamente el factor objetivo normativo para dejarlo libre.

―Son casos extremos los que estás mencionando y tal vez lo de la salud mental, en una línea más fina, tiene que ver con cuestiones que podrían afectar la pretendida objetividad que debería tener un juez y su relación con su personal.  

―Por eso es importante el apoyo psicológico. Puede ser que lo necesite o como que no. Creo que la terapia es fundamental. Hay un mal concepto a partir del cual se piensa que si uno va al psicólogo es porque está loco, pero la verdad es que a mi me ayudó en el día a día a ser mejor persona.

―¿Lo recomendarías a tus colegas?

―Sí, de hecho hay unos cuantos que lo necesitan.

No sé si tengo mal este dato, pero escuché que sos socio de la Asociación Argentina de Mujeres Jueces (AMJA). ¿Es correcto?

―Sí, claro. Una vez fui a una charla que organizaba AMJA en el Centro de Estudios Judiciales y me gustó la propuesta de las capacitaciones cuando recién se empezaba a hablar de la perspectiva de género. Me gustaba mucho toda la tarea que se estaba realizando en todo el país para que esto se haga visible a la hora de dictar sentencia y en la gestión del expediente. Me parecía muy loable la causa. Pregunté si me podía afiliar y si el hecho de ser varón lo impedía. Me respondieron que no estaba prohibido en el estatuto así que pude sumarme. Hago aportes todos los meses, participo de las asambleas. Somos varios los socios varones de la AMJA.

―Mencionaste la cuestión de la perspectiva de género y me gustaría preguntarte cómo ves la aplicación de este enfoque en la Justicia chaqueña y si vos lo aplicás en tus sentencias.

―Este tribunal aplica la perspectiva de género no sólo al momento de dictar sentencia sino en la gestión del expediente, desde el momento en que alguien viene a denunciar. Una de las cuestiones que involucra la perspectiva de género es el tema de la violencia de género y la ley en este sentido es amplia a la hora de abrirle las puertas a una denunciante, no importa que sean tribunales civiles, penales o de todo tipo para recibir esas denuncias. En particular, veo que nuestro Poder Judicial está avanzado enormemente en este sentido. De hecho, nuestro juzgado tiene sentencias que están en la Oficina de la Corte Suprema de Justicia, con un caso paradigmático. Sucedió en el ámbito de la Administración Pública donde se decretó la separación del cargo del agresor contra una jefa. Esa fue una sentencia ejemplar que fue confirmada.

―¿Lo echaron?

―No, yo ordené que no asista al lugar de trabajo ni a la vivienda familiar de la víctima, pero que se le siga pagando el sueldo. Es una situación donde uno no es un malvado tampoco, sino que necesita de un abordaje interdisciplinario. No se cura la violencia sólo con tomar medidas policiales o radicales, como echarlo, sino que hay que abordarlo desde otros puntos de vista. Porque a veces la violencia surge de cómo está organizado el trabajo, es algo multicausal. Después vinieron a hablar por el tema del presentismo, que es un rubro importante del sueldo. Les dije que correspondía pagar porque no es un acto voluntario, sino que fue una imposición judicial. Después vino la parte contraria para decir que al agresor se le estaba dando privilegios. Uno nunca toma medidas perfectas. Va modificando y la va haciendo perfectible de acuerdo a como se van tejiendo los sucesos, algo que desde la personalidad narcisista no te permitiría.

―Claro. El narcisista no acepta las críticas y cree que siempre hace todo bien. 

―Por eso veo importante el aspecto psicológico de los líderes de todas las organizaciones laborales, públicas y privadas. Con respecto al tema liderazgo, el Superior Tribunal de Justicia, a través del Centro de Estudios Judiciales, emprendió hace unos cuatro años atrás el tema de capacitación de líderes. La verdad es que me pareció muy bueno, muy profesional. La Oficina de Gestión de la Calidad para mí es la joya de nuestro Poder Judicial. Ellos trabajan todo el tiempo interviniendo en distintas dependencias y fueros para mejorar la gestión y el clima laboral.

―Hablando de clima laboral, hubo una manifestación hace un par de días de magistrados y funcionarios judiciales del Chaco exigiendo aumentos salariales. Tengo entendido que el Poder Judicial local es el peor pago en relación con sus pares de otras provincias y ni hablar del fuero federal. ¿Cómo pensás que se puede resolver esta situación?

―Todo lo que pueda llegar a proponer es una mirada muy unívoca e individualista de mi parte. Necesitaría tener el consenso de todos, sobre todo de mis colegas, si es que voy a ser ministro. Pero por ejemplo hay medidas que se pueden tomar ya mismo. Nosotros cobramos lo que se llama “Tasa de Justicia”, que se paga cada tres meses, ese importe se lo podría hacer mensual, sumarlo al salario como para mitigar la situación inflacionaria. Yo soy un convencido que no todos podemos cobrar la misma remuneración. En el sector privado, en el lugar donde yo trabajaba, en el sector privado, existían premios por objetivo. Porque no todos los juzgados sacamos las mismas cantidades de sentencias y no todos los magistrados o secretarios tenemos el mismo apego al trabajo.

“A mí no me gusta ser falso ni fingir cosas, por eso nunca me voy a dedicar a la política”

―¿Considerás que se debe premiar al buen juez?

―Considero que hay que premiar al buen empleado, magistrado y funcionario por su productividad. Ojalá que algún día vayamos hacia ese rubro. Uno se sienta acá en el sillón de magistrado y como que te aseguraste la vida. Aparte de magistrado, soy docente en la Facultad de Ciencias Económicas, en la cátedra de Derecho Laboral, y a nosotros, cada cuatro años, se nos hace la evaluación de la carrera docente. Es decir que cada cuatro años se conforma un tribunal interno que te dice: “A ver profesor Flores, ¿qué hizo en estos cuatro años en la cátedra? ¿Faltó? ¿Por qué?”. Y ahí ellos tienen la facultad de renovarte o no la continuidad en la cátedra. Para aplicar esto hay que reformar la Constitución, pero considero que el ministro del Superior Tribunal también tiene que ser temporal. Es decir, cinco años, más una reelección y después chau. Y los jueces de primer instancia tienen que tener una carrera de evaluación porque así yo no me siento tranquilo de por vida hasta que me jubile acá. Sé que tengo que producir, tratar bien a los empleados, al justiciable, a los abogados. Que haya una Espada de Damocles que esté pendiendo todo el tiempo para que sea una mejora continua de la gestión. Lo que planteo en definitiva es una permanencia condicionada a la producción. Que no se abra un concurso cada cuatro años, sino que ese juez sea evaluado en ese período de tiempo. Y que esa evaluación sirva también para establecer una remuneración extraordinaria. Si hiciste las cosas bien, se te de una compensación y poder ascender remunerativamente.

―De todas maneras, hay una Superintendencia que realiza un control periódico de desempeño.

―Si, justamente esta semana estamos teniendo una inspección. Pero eso es una auditoría interna. Lo que yo propongo es una auditoría del Consejo de la Magistratura. Propongo también que el Consejo tenga una integración de Pueblos Originarios y que también estén representados los empleados judiciales. Que se elijan entre los sindicatos un representante, como hacen los abogados. Porque los destinatarios de la administración de justicia son los empleados justamente de los jueces que por ahí los maltratan y generan violencia laboral.

―Hablando de la integración del Consejo de la Magistratura, en su momento, tu colega y también aspirante a ocupar el lugar en el Superior Tribunal, Ernesto Azcona, propuso que uno de los estamentos del Consejo esté ocupado por un representante de los cultos, por algún líder religioso. ¿Compartís?

Me estoy desayunando la propuesta de mi colega, pero no me chocaría para nada. Por ahí hay algún movimiento de no mezclar las cosas, porque no todos los jueces que son designados son católicos y de hecho cada vez que se toma juramento cada vez menos personas eligen jurar por Dios. Yo no juzgo eso. Uno tiene que sentirlo como lo siento yo. Tampoco hay que pegarle con la Biblia por la cabeza a la gente, es más, no recuerdo cuando fue la última vez que fui a misa. Mi regla de vida es no dañar al otro. Y darte cuenta también, porque uno puede pensar que está haciendo bien cuando no es así.

Recientemente tu juzgado fue noticia por el uso de Inteligencia Artificial (IA) para posibilitar que una señora mayor, que logró un amparo que obligó al InSSSeP a otorgarle insumos para mejorar su calidad de vida, pueda entender con mayor claridad esa sentencia. ¿Cómo surgió esa idea?

―La idea nació en una charla sobre discapacidad en la cual había presentes tres personas no videntes y que, cuando el conferencista terminó la exposición, realizaron preguntas. Y estas personas manifestaban que se sentían muy angustiados porque no podían acceder a los actos de gobierno, entre ellos, las sentencias porque están escritas. Nosotros una vez por semana hacemos brainstorming (tormenta de ideas) siempre buscando como mejorar. Y en una de esas oportunidades nos preguntamos cómo podíamos hacer para que la gente no vidente pueda acceder a la sentencia.

¿Qué ideas tenían?

―Primero se propuso filmarnos comentando el fallo a través de un canal de YouTube. Nos filmamos, hicimos la prueba, pero la verdad es que no nos gustaba como salía nuestras voces, nuestras caras. También implicaba el tema ropa, luz, se escuchaba eco. Hasta que uno de los chicos dijo: “¿Y si lo hacemos a través de Inteligencia Artificial, que nos lea la IA el texto?”. Empezamos haciendo el escrito. Hicimos un resumen de la sentencia, aprovechando también que el Superior Tribunal impulsa el uso del lenguaje claro. Lo cargamos y la inteligencia lo leía. Después nos dimos cuenta que el Chat GPT (programa de inteligencia generativa de la empresa Open AI) podía resumir la sentencia y armar el relato claro. Y así fuimos progresivamente, mejorando la idea, hasta que sacamos la sentencia. La resumimos en el Chat GPT, luego la pasamos al (Microsoft) Edge para que nos lea y nos genere un archivo de audio que luego se carga en YouTube, que a su vez genera un link o un código QR que finalmente se envía al profesional para que pueda enviar a su cliente y acceder a la lectura del fallo resumido. Lo lindo de todo esto es que es gratuito. Justamente, gracias a la nota que se publicó en LITIGIO sobre este tema me invitaron a dar una charla TED ahora en octubre.

―¿Qué tenés para decirle a los trabajadores del Poder Judicial que se resisten a la implementación de la IA?

―Yo les diría que la IA no es mala sino lo que la humanidad haga con ella. La IA no va a reemplazarnos en el trabajo, sino que hará tareas que a nosotros nos resultan monótonas. Todos tuvimos algunas vez trabajos monótonos. Recuerdo que mi primer trabajo fue a los 17 años en un estudio contable y lo que hacía era poner un sello en un recibo. Toda la mañana. Y a veces toda la tarde. Y en un momento pensé que hasta un mono entrenado podía hacer lo mismo. Un día puse mal un sello y el contador me corrigió y me dijo que tenía que ponerlo dentro del cuadrado. Ahí me sentí un poco más importante que el mono (se ríe). Por eso, mi anhelo es todo este tiempo que usamos para tareas mecánicas, lo hagamos para ver cómo podemos seguir mejorando.

―Fuiste durante un tiempo asesor legal del gobierno de Jorge Capitanich. ¿Consideras que esto te juega a favor o en contra en este concurso?  

―Estuve cuatro meses en el gobierno. Creo que no me juega ni en contra ni a favor. Es más, en el concurso anterior no fui elegido. Pero también quiero que quede el dato objetivo al respecto porque somos el juzgado que más amparos tenemos en contra de la Provincia.

―¿De la gestión de Capitanich?

―Sí y de la de (el exgobernador, Domingo) Peppo también. Hay una enorme cantidad de sentencias que estamos sacando, sobre todo contra el Ministerio de Salud, a quien le estamos ordenando que pasen a planta, como así también al Instituto del Deporte que tiene becados de años. No solamente en ese aspecto, sino sobre personas que fueron separados del cargo, como docentes. Y un dato no menor es que este fue uno de los primeros juzgados de primera instancia que decretó la inconstitucionalidad de la Ley de Emergencia que permitía pagar al Estado en cuotas el famoso caso Müller, en favor de los judiciales. Si yo hubiera sido oficialista, hubiera declarado la constitucionalidad. En ese aspecto tengo una tranquilidad tremenda. Aparte los abogados me conocen y saben quién soy. Entiendo también que uno no viene desprovisto de una historia. Vengo de una familia justicialista. Mi hermano fue intendente (de Puerto Vilelas) y un militante reconocido. Y a mí como no me gusta ser falso ni fingir cosas, por eso digo que a la política nunca me voy a dedicar, más allá que respeto las ideas como así también mi familia respetó mis ideas. Mis padres nos criaron en la libertad absoluta, eso agradezco tanto. Y en la mirada hacia el otro.

―En 2021 participaste de la audiencia pública del anterior concurso donde luego terminó elegido Victor del Río en el cargo de ministro de Superior Tribunal. En esa ocasión diferentes personas mostraban su apoyo hacia los candidatos o realizaban preguntas para conocer sus posturas sobre algún tema puntual. Recuerdo que esa audiencia duró unas 14 horas, una eternidad. ¿Qué experiencia te quedó?

―Desde el punto de vista de la duración, pésima. Pero bueno, sobre esa experiencia mala respecto de la duración, terminé pensando que teníamos un grupo de WhatsApp con todos los que participaban del concurso y pensé en reactivar ese grupo y proponer que las preguntas que se nos hagan las contestemos por escrito. Igualmente, fue lindo por las preocupaciones, por el involucramiento que tuvo la población, eso me gustó. Me acuerdo que me contracturé toda la pierna. Me tuve que ir abrazado de Jorge Dhalgren (agente fiscal 12 del fuero Civil y Comercial, también postulante para el STJ). Igual, entiendo que es una etapa importante, pero me parece a mí que quedan algunas cosas como el hecho de que, si muchos abogados te apoyan ahí, ¿qué hacés cuando se te presenta un expediente? Esas cuestiones éticas a mí no me huelen tan bien.

―¿Considerás que es contraproducente tener muchos apoyos?

―No sé, pero después, pienso yo, pareciera que tenés una obligación moral con esa persona que te apoyó.

―¿No debería existir en el concurso la etapa de los apoyos?

―Para mí, no.

De llegar al cargo de juez del STJ, ¿qué medidas urgente tomarías para mejorar la eficacia y eficiencia en el funcionamiento de la justicia del Chaco?

―Lo más urgente a modificar es el reglamento interno del Poder Judicial. Es un documento que está vigente desde 1979 y le otorga la suma del poder público a los magistrados. Para mí eso hace que sea una organización rígida, vertical, estructurada y mecánica. Y una organización no tiene que trabajar así. De todas maneras, reconozco que se mejoró muchísimo. La cintura que tuvo el Superior Tribunal para salir de embates como la pandemia o como el ciberataque demuestra que es una organización que se ha permeabilizado y flexibilizado por la capacidad de respuesta que le dio a esos temas, dejando de lado un poco la burocracia y reaccionando rápido. Esto va a posibilitar que esta organización sea más abierta a la comunidad, más transparente, que el juez no esté tan encerrado en su despacho.


Compartir