Sus testimonios serán escuchados en el próximo Juicio por la Verdad que estará a cargo de la jueza Federal de Resistencia, Zunilda Niremperger.
Miércoles, 19 de enero de 2022
Este martes 18 de enero fallecieron en la provincia del Chaco Mario Irigoyen de 75 años, hijo de Melitona Enrique del Pueblo Qom, y Felipa Laleqori de 92 años, hija de Enrique Laleqori del pueblo Moqoit. Ambos habían declarado en la causa Judicial como hijos de sobrevivientes de la Masacre de Napalpí, al haber recibido el testimonio de su madre y padre como parte de la tradición indígena del relato oral en una forma de construir de la memoria histórica.
Los importantes testimonios de Mario y Felipa serán reproducidos en el próximo juicio por la verdad que se desarrollará ante el Juzgado Federal 1 de Resistencia a cargo de la jueza, Zunilda Niremperger.
Mario Irigoyen declaró en la Fiscalía Federal junto a su hermano Sabino y Carmen Delgado hija de Rosa Chara. “Cuando se creó la Reducción cambio, trabajan en agricultura, recolectaban algodón y vendían en la administración y pagaban poco”, contó Mario.
“Primero estaban los Tobas, después los Mocoit y también los Vilelas. Les pagaban con algo de plata, después con bonos, mercaderías y ropa vieja. Por ejemplo, la polenta de harina de maíz venía con gorgojo, pero como la necesidad era grande se cocinaba igual. Ahí empezaron los conflictos. Comenzaron a reclamar. Pedían una buena paga para los tres pueblos y también para un grupo de criollos que había. Hicieron un campamento, era una toldería, se juntaron, para hacer un reclamo a los administradores, estaban los caciques Maidana y Segundo que eran los que encabezaban a los pueblos. Pedían para que le paguen con plata, para que valga más la producción, porque ellos vendían postes, troncos con raíces y algodón, que no tenían precio fijo, ya que el precio lo ponía el que administraba la colonia”, añadió.
Y en cuanto a la Masacre relató que “fue un 19 de julio a las 8 de la mañana que llegaron las fuerzas policiales. Estaban a 200 o 300 metros de la toldería y venía un jefe en un jeep. El jefe que venía en el jeep levantó una bandera argentina y un cacique se fue en caballo a dialogar personalmente, porque quería dialogar con el jefe. El jefe ordenó que se desplieguen todos los policías, que se haga una sola línea y que se hagan cuerpo a tierra. Y ahí el jefe bajó la bandera argentina y subió la bandera roja y ahí abrieron fuego. El cacique que quería dialogar buenamente no llegaba todavía donde el jefe”, contó.
Terminó su relato diciendo que “prácticamente apuntaban a la toldería y cayó mucha gente: ancianos, ancianas, hasta niños, jóvenes y mujeres embarazadas. Los que se escaparon se iban al monte. Mataron como 400 o 500 según lo que contaban mis padres”.
“Mi madre y su familia se salvaron porque corrieron, se fueron en el monte, en el pastizal; pero murieron tías y tíos y algunos parientes. Mi madre y sus padres estuvieron escondido en el monte y no podían salir por los policías que los estaban siguiendo, no se podían acercar a la toldería. Le jugaron a mi pueblo, no les dejaron enterrar cristianamente a mis seres queridos , bajaban los pájaros que comen los cadáveres. Es algo muy triste esta historia por eso no quiero casi hablar. A los caciques les sacaron los testículos, las orejas, le hicieron trofeos. Todo esto me contaron mis padres”, recordó.
Por su parte Felipa Lalecori dió su testimonio ante el Fiscal Federal Federico Carniel en su casa del Lote 18 del Paraje San Lorenzo Las Tolderías de Charata. En sus pasajes más trascedentes contó que todo lo que sabe lo conoce por los relatos que le contó su padre, quien sobrevivió a la Masacre. “Él fue a esos lugares por necesidad de conseguir trabajo. Se había enterado por otro hermano que en ese lugar había trabajo y por eso fue. Ahí trabajaba en el obraje, como hachero”, rememoró.
Luego continuó relatando que “él llego antes de que pase la Masacre”. “Hubo una convocatoria por parte de un líder que llamo a todas las familias y él estaba en el lugar en el medio de la gente que estaba reunida en ese momento…. había una juntada de hermanos y había gente de afuera en un lugar con una edificación donde había como un galpón. Repartieron golosinas a la gente y es ahí que tuvo temor, supo que había peligro y se retiró de donde estaba la gente, se tira cuerpo a tierra y se arrastra hasta llegar a un monte donde puede pararse y caminar y comienza a caminar y después a correr hacia el sur”
También una hermana de su abuela que se llamaba Celma que era sobreviviente de la Masacre vino años después a vivir a esa zona y ella había perdido dos hijos asesinados en esa matanza, uno se llamaba Pedro. “Su padre se enteró después de escaparse todo lo que paso y siempre tuvo mucho temor y miedo y nunca quiso saber si fueron policías o criollos los que hicieron”, relató.