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Fabiola Ramírez, una joven trans de 22 años, fue asesinada el 3 de marzo de 2021 en Resistencia. A casi cuatro meses de su transfemicidio, LITIGIO reconstruye en esta crónica sus últimas horas y los detalles de la investigación. 

Jueves, 24 de junio de 2021

Foto: Ezequiel Luque / La tinta

 

Por Bruno Martínez

 

—¿Querés hacer un guiso? Voy y comemos.

Ana miró su celular y leyó el mensaje que acababa de recibir esa mañana del miércoles 3 de marzo de 2021. Escribía una de sus mejores amigas. Quería verse con ella y la excusa era el almuerzo. 

—Bueno, dale— respondió.

Fabiola Ramírez llegó a las 12.30 a la casa de Ana, en Ayacucho al 800, cerca de la Laguna Argüello, en Resistencia. 

Pusieron música, fumaron y charlaron de las cosas que charlan dos amigas que se quieren mucho y se tienen esa confianza de años de estar juntas casi todo el tiempo, casi todos los días. 

Fabiola tenía 22 años, pero hace sólo cuatro que la ley la reconocía con ese nombre. Cuando alcanzó la mayoría de edad, fue por su cuenta al registro civil. Su DNI hacía tiempo que no coincidía con su identidad de género. 

Por la diferencia de edad y por su rol muchas veces de consejera, Ana se sentía una hermana mayor de Fabiola. De hecho, fue quien la acompañó en todo el proceso de transición de género. A dar el paso definitivo.    

La charla se extendió, el mediodía se convirtió en siesta y sobre la hornalla no había nada guisándose. Ahí fue cuando se dieron cuenta de que estaban muy entretenidas con la tertulia y que si seguían así no habría almuerzo. Ana se arremangó, comenzó a picar verduras y prendió el fuego.  

En medio de una cotidianeidad trastocada por la pandemia, todo fluía con la normalidad de una brisa cálida de verano chaqueño. Así siguió hasta que a las 14.30 apareció un remis afuera de la casa de Ana. Era para Fabiola.   

—Me tengo que ir— dijo. 

Entre enojada y sorprendida, Ana le recriminó que la haya hecho cocinar tanta comida y que le parecía una afrenta su repentina despedida, sin siquiera probar un bocado del almuerzo que estaba casi listo. Irse así. Desaparecer de ese modo.

—A esto le falta un poco nomás— la intimó Ana. 

—Tengo cosas que hacer, mamita— le respondió Fabiola.

Ana abrió el portón. Fabiola salió, se subió al auto y se despidió. 

Fue la última vez que se vieron. 

 

***

Ese día, pero a las 17, Ana le envió por whatsapp un GIF gracioso.  Fabiola respondió con una risa. Volvió a escribirle tres horas más tarde, pero no hubo respuesta. El mensaje marcaba las dos tildes verdes. A las 22 le escribió una vez más. La tilde esta vez era sólo una. 

Al día siguiente, Ana volvió a mensajearle. No hubo respuesta. Otro texto. Nada. Llamada al celular. Tampoco: apagado. Pasó así todo el jueves. 

Para el viernes, Ana estaba preocupada. Decidió llamar a Gabriela, la mamá de su amiga.  

—Me estoy tratando de comunicar con Fabiola hace dos días y no puedo. No sé si ustedes saben algo—preguntó Ana. 

—No, no sé nada. Ahora voy a mandar a alguien para que vea— avisó Gabriela. 

Pasó media hora y Ana no recibía respuesta. Finalmente, la mamá de Fabiola le dijo que por ahora no podían ir porque no tenían ningún vehículo disponible, pero cuando lo tuvieran, pasarían. 

Ana no esperó y decidió ir hacia allá. Se subió a un remis y partió rumbo al departamento de Fabiola, por calle Alem al 1800, en el barrio Rawson, en la zona sur de Resistencia. Era el mediodía.

Cuando el remis estaba cerca, desde la calle del costado, se podía apreciar que la ventana del fondo de la casa de Fabiola estaba abierta. Ana sintió cierto alivio. Pensó que su amiga estaba ahí y estaba bien. 

Al acercarse más notó que había una parva de policías. En la puerta de entrada y adentro de la casa. Lo primero que pensó fue que Fabiola se había metido en algún problema menor. Alguna pelea con alguien, tal vez. De todos modos, Ana le dijo al remisero que no pare. Que siga y la lleve de vuelta a su casa. 

En el trayecto, Ana volvió a llamar a la mamá de Fabiola. 

—Pasé por enfrente del departamento y hay policías— le informó. 

Al regresar a su casa de calle Ayacucho, Ana recibió un nuevo mensaje. Esta vez era la hermana de Fabiola. Lo leía y no podía creer. El mundo se desmoronaba bajo sus pies. Era una explosión que detonaba todo a su alrededor y lo que quedaba era ese zumbido constante posterior al estallido. Como un ruido blanco. 

—Parece que mataron a Fabi.

***

Horas  más tarde, la policía golpeó su puerta. Ana era la última persona conocida con la que Fabiola había estado y eso era suficiente para poner los ojos encima suyo. 

Después de entrar y revolver todo, los agentes decidieron trasladarla hasta la Comisaría Quinta donde la demoraron por varias horas. 

Ahí, la interrogaron como si ella hubiera tenido algo que ver con la muerte de su amiga. A eso, se sumó que algunos de los policías se pusieron a charlar en una habitación contigua (para que Ana escuche) respecto de lo encontrado en la casa de Fabiola. Comentaron en qué estado hallaron el cadáver, los detalles morbosos (algunos falsos), todo con el mismo tono de una charla sobre fútbol tras el partido del domingo. 

—Me trataron re mal, un trato asqueroso. Como que yo era una asesina. No podía ni siquiera llorar en ese momento de lo mal que estaba —recuerda ahora Ana, a tres meses del crimen de su amiga. 

Tras varias horas demorada, llegó una abogada a acompañarla. Ahí los modos de los agentes cambiaron abruptamente. De pronto, dejaron de haber juegos psicológicos y preguntas intimidantes. Al no encontrar nada que la relacione con el caso, la liberaron. 

Fabiola Ramírez fue asesinada el 3 de marzo de 2021 en Resistencia.

***

Las mujeres trans fueron en los últimos años las más afectadas por el odio hacia la disidencia sexual en Argentina. Según el Observatorio Nacional de Crímenes de Odio, durante 2020 se registraron 152 agresiones contra la comunidad LGBTTTIQ+: desde violencia verbal hasta asesinatos. De ese total, 129 fueron contra la comunidad trans (el 84%).  

De todos los crímenes registrados, el 57% fueron asesinatos, suicidios y muertes por ausencia y/o abandono estatal histórico y estructural. El 43% restante correspondieron a violencia física que no terminó en muerte. 

Entre los casos fatales hubo 14 asesinatos (10 a mujeres trans y cuatro a varones gay cis); cinco suicidios y 67 muertes por abandono y/o ausencia estatal histórica y estructural. Todas ellas, de mujeres trans.

“El travesti/transfemicidio es la expresión más visible y final de una cadena de violencias estructurales que responden a un sistema cultural, social, político y económico vertebrado por la división binaria excluyente entre los géneros”, explican el profesor en filosofía e investigador, Blas Radi, y la psicóloga feminista, Alejandra Sardá-Chandiramani.  

En su artículo titulado “Coordenadas para pensar los crímenes de travestis y mujeres trans en Argentina”, los autores sostienen que este sistema recibe el nombre de “cisexismo”. En el cisexismo las personas cis (es decir, aquellas que no son trans) detentan privilegios que no se reconocen como tales, sino que se asimilan al “orden natural”. 

En este contexto, ser travesti o trans tiene consecuencias materiales y simbólicas en las condiciones de existencia. El correlato del privilegio cis es la precariedad estructural de las vidas trans, sometidas a una dinámica expulsiva que, en el caso de travestis y mujeres, las mantiene cuidadosamente separadas de la sociedad y las ubica en un lugar material y simbólico mucho más expuesto a la visita frecuente de la muerte prematura y violenta.

“El travesticidio/transfemicidio es el extremo de un continuum de violencias que comienza con la expulsión del hogar, la exclusión del sistema educativo, del sistema sanitario y del mercado laboral, la iniciación temprana en la prostitución, el riesgo permanente de contagio de enfermedades de transmisión sexual, la criminalización, la estigmatización social, la patologización, la persecución y la violencia policial”, señalan los autores. 

Esta trama de violencias, añaden Radi y Sardá-Chandiramani, constituye el espacio de experiencia de travestis y mujeres trans y se espeja en su menguado horizonte de expectativas. 

Sofía Díaz, activista trans y amiga de Fabiola, aporta: “¿Cómo veo a la población trans en Resistencia? La veo muy precarizada y vulnerada. Entiendo que el Estado está haciendo avances con respecto a poblaciones de riesgo pero me parece que se necesita mucho más. Es muy complejo desmantelar las lógicas de violencia que cargamos en nuestras espaldas como sociedad”. 

***

El cuerpo de Fabiola fue encontrado el viernes 5 de marzo luego de que sus vecinos informaran a la policía de un fuerte olor que emanaba desde su casa. Los peritos indicaron que llevaba casi 48 horas sin vida.

Aunque faltaba su celular, en el lugar se encontró algo de dinero y algunos artículos de valor por lo que se descartó el robo como causal del crimen. También había una gran cantidad de sangre en el piso y en la pared, como así también huellas de zapatillas que no eran de Fabiola. 

El expediente que llevó adelante en primer término el fiscal, Roberto Villalba, fue caratulado originalmente como “muerte dudosa”. Debido al mal estado del cuerpo y a lo prematura de la investigación, no fue sencillo determinar a simple vista qué fue lo que le provocó la muerte. 

El 8 de marzo, tres días después de la aparición del cadáver, Villalba recibió el informe preliminar de la autopsia realizada por el perito del Instituto Médico Forense del Poder Judicial del Chaco, Osvaldo Mambrín. 

Mambrín indicó en su estudio que la joven no tenía lesiones traumáticas producidas por arma de fuego, arma blanca, surco por ahorcadura o estrangulación. Tampoco se observaron lesiones en las manos como signo de defensa ante lesiones de arma blanca. 

Como dato relevante, indicó que se observaron dos lesiones cortantes de dos centímetros aproximadamente en mentón, por encima del cuello. En este punto, el informe indica además que “no se evidencia una causa concreta de muerte en forma preliminar” por lo que “deberá investigarse (alguna) enfermedad pulmonar, ingesta o aplicación de sustancias tóxicas”. En este sentido, el profesional fue más allá y consideró que habría que analizarse si hubo algún tipo de “sofocación dado la congestión en el cuello”.

“Se descarta el degüello, según lo referido y solicitado a descartar, no así un evento violento tipo sofocación con intoxicación o sedación previa”, remarcó. “Por el momento”, dijo Mambrín, “no se descarta ninguna hipótesis traumática que no pudimos confirmar con los elementos obtenidos”.

***

—¿Estás viendo Alerta Urbana? 

El 10 de marzo, a una semana de la última vez que vieron con vida a Fabiola, Ariela, cuñada de Fabi, recibió un mensaje de su hermana. Le avisaba que estaban transmitiendo en vivo por la cuenta de Facebook de un portal de noticias local -cuyo dueño es un policía del Chaco en actividad- el allanamiento de una casa ubicada en Falucho 620, en el barrio San Miguel, en la zona oeste de la ciudad. Y que posiblemente era de los asesinos. 

El allanamiento comenzó al mediodía y duró aproximadamente tres horas. Entre otros elementos, se secuestraron prendas de vestir con posibles manchas de sangre, un par de zapatillas cuya suela coincidiría con una huella levantada en la escena del crimen y un celular. Los hermanos Hernán y Ramiro Rodríguez, de 21 y 19 años, quedaron detenidos. En esa casa convivían con su abuela. Un testigo clave los delató. 

—Cuando le mostré a mi pareja lo que transmitían en Facebook, él se acercó a mirar y me dijo: «¡Esa es la casa de Ramiro!». No podíamos creer— cuenta ahora Ariela. 

Ella y su novio (hermano de Fabiola) conocían a Ramiro porque cada tanto participaba de los picaditos de fútbol del barrio. Al otro, a Hernán, sólo lo tenían de vista, aunque sabían de su mala reputación. En el barrio, le decían “Sombra”. 

Tras esas detenciones, el fiscal Villalba modificó la carátula de “muerte dudosa” a “homicidio agravado por odio a la identidad de género”, aplicando el inciso cuarto del artículo 80 del Código Penal, el cual estipula como un agravante de un crimen al que se efectúe por odio a la orientación sexual, identidad de género o su expresión. El mismo tiene como pena la reclusión perpetua. Posteriormente, se les dictó la prisión preventiva. Ambos se abstuvieron de declarar. 

Las suelas de las zapatillas de uno de los detenidos coincide con las encontradas en la casa de Fabiola. Foto: Alerta Urbana

***

Nahir Barud es la abogada querellante de la familia de Fabiola en representación de la Secretaría de Derechos de la Provincia. 

Al cumplirse tres meses del crimen, Barud comentó a LITIGIO que el Estado provincial tomó la decisión casi inmediata de representar a los deudos debido a que la familia de Fabiola no cuenta con los recursos para pagar a un abogado. 

“A partir de que asumí como abogada, lo que principalmente realizamos fue tramitar el acta de defunción que en un principio estaba mal hecha por lo que recién hace un par de semanas pudimos adjuntarla al expediente. Es decir que estábamos investigando un transfemicidio sin un acta de defunción”, comentó Barud.

Por otra parte, la abogada solicitó a la fiscalía 5 (sin fiscal a cargo) que cite a declarar a dos testigos, para que se acredite la extrema exposición que sufre la comunidad travesti-trans en el Chaco y también para que se expresen respecto al presunto odio hacia la comunidad LGBTTTIQ+ que predicaban los hermanos Rodríguez. 

También se pidió que se cite a declarar al médico forense, Oscar Mambrín; al bioquímico forense, Sergio Fabián Moro y a la perito, Vanesa Jojot, para que brinden detalles de sus respectivos informes. 

—¿Se pudo determinar cómo mataron a Fabiola? 

—Aún no se determinó la causa de muerte. Por eso pedimos que se cite a declarar al médico forense y a quien recogió las pruebas en la casa. Porque más que la autopsia que se dio a conocer en la prensa no hay. Incluso tampoco sabemos cuánto tiempo puede permanecer y qué tipo de drogas pudieron aparecer en un cuerpo que estuvo tantos días abandonado y en descomposición. No sabemos cuál es el proceso clínico de las drogas porque no se encontraron restos de drogas en el cuerpo. Tampoco se pudo determinar de dónde sale tanta sangre en la escena del crimen. 

—¿Se cotejó el ADN de los detenidos con la sangre encontrada en la casa de Fabiola?

—A ellos no se les realizó el ADN. Están privados de su libertad por el testimonio clave de una persona y porque coincidían las huellas de las zapatillas de uno de los imputados en la escena del crimen además de que tenían rastros de sangre en las ropas. 

—¿Es complejo hacer una toma de muestras de ADN para un proceso judicial? Dicho de otro modo: a los imputados, ¿se les puede tomar una muestra de manera compulsiva?

—Pueden abstenerse, es su derecho. Hay jurisprudencia y doctrina contradictoria en este tipo de situaciones. 

—¿Está descartada la participación de un tercero o algún autor intelectual?

—No está descartado que haya otros implicados. Mientras no se avance con la investigación no podemos descartar que haya otra persona implicada, así como algún autor o autora ideológica. 

—¿Puede llegar a realizarse el juicio este año? 

—Lo veo difícil. La idea es elevar a juicio lo antes posible. Eso me ha manifestado una de las personas que trabaja en el Equipo Fiscal 5. Lo que yo pedí desde la Secretaría de Derechos Humanos y desde la familia también es que primero hay que investigar bien, cosa de hacer un buen requerimiento de elevación a juicio con pruebas contundentes porque si no se nos cae todo. 

***

El video dura 36 segundos. Es la tarde del 7 de marzo de 2020. El escenario es la Loba Romana, la antigua escultura de la plaza central de Resistencia. 

Pasaron apenas dos días de que encontraron el cuerpo de Fabiola y cuatro de su asesinato. En ese momento, muy pocos medios hablaban de transfemicidio y aún no había detenidos. Todo era dolor y también miedo. Un asesino, dos, o tres estaban sueltos en Resistencia. 

Son 36 segundos. De fondo se escucha un tambor, que golpea en un loop constante y pesado. Como un gigante que avanza, cansado pero fuerte. 

Se ven velas que se encienden. Mujeres trans y cis que hablan. Algunas tienen los brazos cruzados, otras la cabeza gacha, sentadas en el pasto. Otras tocan tambores. Otras tienen pinceles que pintan mariposas violetas y carteles que reclaman y exigen. 

La atmósfera es de un funeral. A los pies de la estatua hay muchas fotos. Son todas de Fabiola. En una está con lentes rojos, los ojos cerrados, posando. En otra, con su cabello rosado de fantasía. En otra, tiene alas de fotoshop y flores alrededor.  

El video de 36 segundos es de la grupa de candombe Aguará Chakú, donde Fabiola participó entre 2017 y 2018. Los ensayos de Aguará eran y siguen siendo en la Laguna Argüello, muy cerca de donde vive Ana, la última amiga con la que Fabiola charló y río en su corta vida. 

En los últimos fotogramas ya es de noche. Tres velas aparecen en primer plano: una de ellas está apagada. En el sobreimpreso de la imagen, un texto absoluto clausura la secuencia: 

«#JusticiaPorFabiolaRamírez. 

Fue transfemicidio. 

No aparecemos muertxs, 

nos matan»  

 


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