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Toba y Túpac son dos perros labradores que forman parte de la Asociación Civil Bomberos Voluntarios de Quitilipi. La primera se está formando en la especialidad de búsqueda de restos humanos, mientras que el segundo está siendo adiestrado en el rescate de personas vivas. ¿Cómo se entrenan? ¿Quiénes los evalúan? El docente, historiador y bombero, Mauricio Muro, lo cuenta en esta nota de LITIGIO.

Por Mauricio Muro*

Túpac es un labrador que nació en septiembre de 2017. Está por cumplir cuatro años. Cuarenta y cinco días después de su nacimiento, yo, Mauricio Muro, miembro de la Asociación Civil Bomberos Voluntarios de Quitilipi, lo fui a buscar. En ese momento ya sabía que Túpac iba a formar parte del cuartel.

Una vez que mi jefe me autorizó a entrenarlo, decidí que lo iba adiestrar en la especialidad de búsqueda y rescate en estructuras colapsadas (derrumbes) y grandes áreas (montes y bosques) de personas con vida.

Pero para esto había un pequeño problema: yo no tenía idea de cómo adiestrar un perro. Busqué bibliografía, revisé por todos lados y no encontré nada. Luego me topé con algunos videos en Internet, pero eran muy básicos y no me servían de mucho.

A través de las redes sociales, me pude contactar con algunas personas que guiaron a Túpac un tiempo pero que después nos fueron abandonando de a poco. Volvimos a quedar solos y sin nadie que pudiera ayudarnos.

Por cosas del destino, me crucé también por Internet con Marcelo Francisco Martín. Marcelo es cordobés, adiestrador canino y preparador de perros de búsqueda y de deportes.

Túpac.

Cuando le envié un video de Túpac por WhatsApp, automáticamente Marcelo me dijo que tenía un “diamante en bruto” y que era cuestión de tiempo para que se convierta en un perro de búsqueda. Lo único que había que hacer era trabajar con Túpac todos los días. Día a día. Marcelo se dispuso a enseñarnos y Túpac y yo empezamos un intenso recorrido de formación y el aprendizaje.

No existe un manual o un libro que explique cuáles son los pasos y los procesos que se debe seguir para formar un perro de búsqueda.

Cada adiestrador tiene su propio método. Aplica lo que fue aprendiendo y le fueron transmitiendo de forma oral otros adiestradores.

Túpac es un perro que fue formado a distancia. Lo hizo a través de videos de WhatsApp lo que hace que esto se convierta en un experimento novedoso de aprendizaje ya que Marcelo y yo, aunque no lo crean, nos vimos una sola vez en persona.

Los procesos de aprendizaje pueden variar de acuerdo al adiestrador. Algunos enseñan de una manera y otros de otra diferente. Lo que hay que dejar en claro y resaltar es que ningún perro debe ser violentado a la hora de aprender.

La formación lleva entre dos y dos años y medio si se trabaja de manera constante. Es una labor que necesita de gran responsabilidad, muchas ganas, mucha pasión y mucho tiempo.

Matías y Toba practicando la asociación de olor.

Una vez que el guía considera que su perro está listo, que realmente puede cumplir con la misión que le encomiendan, deberá presentarse a rendir ante el Ministerio de Seguridad de la Nación que a través de tres jueces toman los exámenes a los animales.

Las evaluaciones consisten en que el perro y su guía deben recorrer una pista de obediencia que dura unos 9 minutos, aproximadamente.

El perro tiene que caminar junto a su guía, sin distraerse ni adelantarse en la marcha. El guía debe ir dando órdenes al perro y éste debe cumplirlas.

Por ejemplo, si el guía va caminando junto a su perro y la da la orden de sentarse, el perro debe hacerlo, mientras que el guía seguirá caminando. Luego deberá quedarse de espaldas al perro por unos tres segundos, para después volver hacia él.

Le debe dar nuevamente una orden para que sigan caminando juntos y luego tiene que pedirle que se quede echado. El animal, claro, debe quedarse en esa posición.

La parte de socialización viene después. Consiste en que el guía y su perro deben caminar por un determinado lugar, mientras que muy cerca cruza una persona corriendo, un automóvil se detiene o una bicicleta frena para charlar. El perro siempre, en todo momento, debe demostrar compostura. Estarse quieto y atento.

La evaluación finaliza con las pruebas de búsqueda. Para esta prueba, los jueces deben esconder a algunas personas en estructuras colapsadas y el perro tendrá que encontrarlas en 15 minutos. Cada etapa evaluativa son eliminatorias, es decir que si no aprueba un ejercicio queda fuera de la certificación nacional.

El perro aprende obediencia con comida y la parte de búsqueda se realiza a través de juegos con pelotas especiales para adiestramiento canino.

Es un proceso largo y que lleva mucho tiempo. Además, siempre se necesita de otra persona que lo denominamos “figurante”: el encargado de hacerlo jugar con la pelota. Una vez que el perro le ladra, el figurante tira la pelota hacia atrás del perro y lo felicita. De esta manera el perro va asociando el ladrido con el juego y este ejercicio se repiten varias veces en la semana.

Mauricio Muro junto a Túpac.

Luego, el figurante le muestra la pelota al perro y se va a esconder a una distancia corta. Una vez escondido, el guía le da la orden para que busque, el perro va a dirigirse al figurante y cuando lo ve le va a ladrar para que entregue el premio. De esta manera, se va realizando la asociación “búsqueda– premio” en la cabeza del animal.

Por motivos de la pandemia, hace dos años que Túpac y yo no hemos podido rendir nuestro primer examen de certificación nacional, pero ambos ya participamos de varias búsquedas de persona en el Chaco.

Toba

La otra labradora que forma parte del cuerpo de Bomberos Voluntarios de Quitilipi es Toba, de dos años de edad. En las últimas semanas, Toba tuvo un gran protagonismo por sus dos marcaciones para dar con dos víctimas: una en La Tigra y otra en el Río Bermejo.

Toba.

Donada por Paula Sarmiento, de Sáenz Peña, Toba se está formando en la especialidad de búsqueda de restos humanos y su entrenamiento es muy parecido al de Túpac. La diferencia entre ambos es que en vez de trabajar con un “figurante” escondido trabaja con ampollas de olor. El proceso de aprendizaje también lleva, aproximadamente, dos años y medio.

Para su entrenamiento, lo primero que se hace es asociar el olor de un cadáver con el juego. Suena feo decirlo, pero es así.

Se comienza jugando con la pelota, pero luego se utiliza un caño con gasas de olor que están dentro del caño con unos pequeños orificios por donde sale el aroma en cuestión.

Ese caño sustituye a la pelota. Entonces, se le tira el caño, la perra lo recoge y se lo trae a su guía, el Bombero Voluntario, Matías Ledesma.

Después, en vez de tirarle el caño en una superficie llana, se le tira en un lugar con pasto. Esto hace que la perra no tenga contacto visual con el caño y es allí donde empieza a utilizar su nariz para poder seguir el olor. Cuando trae el objeto, su guía la felicita, juega con ella y la perra empieza a asociar ese olor con el juego.

El binomio Matías–Toba sigue entrenando, con ejercicios cada vez más complicados. Se llevan las muestras a los montes y se los tapa con tierra. Se ponen en pozos, arriba de los árboles, tapados con cemento y luego de tres o cuatro días se realizan los ejercicios a lo que la perra ha respondido de manera exacta y con una precisión admirable.

Para cerrar, Matías y yo queremos agradecer a quienes son la columna vertebral de esta brigada canina: Carlos Alfonso, presidente de la comisión de Bomberos de Quitilipi. Al jefe, el Oficial Ayudante, Ángel Daniel García y a Marcelo Francisco Martín quien desinteresadamente colabora con ellos en la formación de los canes de búsqueda. En poco tiempo más, este cuartel será el primero en tener perros certificados por el Ministerio de Seguridad de la Nación en la historia del Chaco, y eso, sin dudas, es un motivo de gran orgullo.

 

*Docente, escritor, profesor de historia y bombero.  

 


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