En esta nota de opinión, la abogada María Eugenia Ayala Soria analiza las consecuencias que traerá la confirmación de la condena contra la expresidenta Cristina Fernández de Kirchner. “Los decretos y las sentencias excluyentes han sido errores espectaculares que fungieron otrora y lo harán ahora como semilleros de militancia”, diagnosticó.
Viernes, 27 de junio de 2025
Por María Eugenia Ayala Soria*
El martes 10 de junio la Corte Suprema de Justicia de la Nación (CSJN) confirmó la condena de seis (6) años de prisión e inhabilitación perpetua para ocupar cargos públicos impuesta a Cristina Fernández en la causa “Vialidad”. La semana anterior los cortesanos habían rechazado la recusación efectuada por la defensa contra Lorenzetti en dicha causa. Se desestimó la presentación de la expresidenta sin darle trámite. Ambas decisiones fueron firmadas por los tres jueces del alto tribunal: Horacio Rosatti, Carlos Rosenkrantz y el propio Ricardo Lorenzetti.
Como sucede con una lideresa política de la talla de Fernández, la pronunciación de la CSJN fue aclamada y denostada con intensidad. Cristina no podrá participar como candidata a legisladora por la provincia de Buenos Aires, como había anunciado en una entrevista brindada a C5N el 2 de junio.
Marcos Galperin, dueño de Mercado Pago, escribió en la red social X “Gracias”. La periodista María Julia Olivan descorchó un “champagne”, la abogada Elba Marcovecchio (viuda de Jorge Lanata) manifestó su felicidad por la decisión judicial, Elisa Carrió posteó “Hoy me falta Jorge”, en alusión al fallecido periodista de Canal 13. El propio Milei tuiteó: “Justicia. Fin”
A nivel local Zdero también se pronunció: «Un país mejor. Una Argentina con valores que abrace la dignidad, con justicia y libertad debe ser el norte a seguir.»
El legislador de Primero Chaco, Atlanto Honcheruk, desmarcándose del comunicado de su agrupación aseguró: “Lamento mucho que una expresidenta, que en dos ocasiones fue presidenta… termine en estas condiciones. Es un mal antecedente para la política y soy respetuoso de la decisión de la justicia…no comparto esa posición de que este es un intento de proscripción o persecución judicial.”
Todos los comentarios apelaron a una pretendida objetividad del poder judicial y la del periodismo. Pues traigo malas noticias. No existe tal escisión. El poder judicial es profundamente político. Y lo pueden ser porque son vitalicios en sus cargos. Pasan los presidentes, gobernadores, intendentes y legisladores. Quedan los jueces y la policía.
El pueblo mexicano decidió como quiere que sea su sistema de justicia: electos mediante el voto popular en elecciones judiciales. Y por primera vez el presidente de la Suprema Corte de Justicia será un indígena mixteco: Hugo Aguilar Ortiz.
Balzac en La Comedia Humana retrata la vida social en la Francia de la Restauración Napoleónica (1830-1870). En esa muestra de retratos sociales aparecen los “Jueces del Poder” como seres marcados por el oportunismo político y sus actos como solo fachadas y apariencias de Justicia.
Como afirma Juan Carlos Vega: “Se caracterizan por tener un fino olfato político para protegerse y a ese objetivo subordinan sus actos de Justicia.”
Ejemplo supino en nuestra provincia fue el exjuez federal de Resistencia Luis Ángel Córdoba quien rechazó sistemáticamente las acciones de hábeas corpus planteadas por los detenidos durante la última dictadura cívico-militar. Murió antes de que afrontara el juicio.
Pero regresemos a nuestro país. El fallo de la CSJN ha logrado activar los anticuerpos del movimiento de masas. Los dirigentes fueron a la calle San José 1111, situada en el barrio de Constitución, como fueron a Puerta de Hierro durante 18 años porque ninguna decisión judicial escoge a los líderes populares.
Ahora bien, el PJ Chaco se manifestó en forma contundente y orgánica. La solidaridad fue masiva. La militancia se agrupó en forma espontánea frente a la casa de la exmandataria varias horas. Al día siguiente nuevamente. Llevan dos semanas frente al balcón cantando, abrazándose y expresándole su cariño.
Cristina Fernández no podrá ser candidata a legisladora provincial por Buenos Aires, pero sí puede conducir. La conducción política, como bien lo supo Juan Perón no sabe de cargos partidarios o electorales. Es un contrato entre el líder y la militancia.
La pena accesoria de inhabilitación para ocupar cargos públicos impuesta a la expresidenta para algún sector político salda la contienda. Para un tercio de la sociedad la inicia. A tal punto esto es así que los medios de comunicación hablaban del debate del Tribunal Oral Federal N°2 (TOF) sobre la posibilidad de impedirle salir al balcón de su departamento a saludar. Como si tal impedimento hiciera olvidar que la lideresa del peronismo está allí. Finalmente la autorizaron a salir al balcón.
El peronismo ama los retos y es idóneo en reinventarse en las peores condiciones.
Las cartas entre Perón y Cooke son prueba de ello. Recomiendo su lectura. Casi dos décadas estuvo el General en España. Sin redes sociales, sin celulares, sin drones, pero con un profundo ida y vuelta con su pueblo.
El decreto 4161/56 de los golpistas del ‘55 que pretendió desperonizar a la sociedad fracasó.
Desperonizar implicaba no sólo prohibir al peronismo de participar en elecciones, quemar sus libros, castigar a quienes tuvieran en su casa una imagen de Evita o de Perón. Desperonizar significaba derogar la Constitución Nacional de 1949, intervenir la Confederación General del Trabajo (CGT), echar por tierra las conquistas sociales, económicas y políticas obtenidas por los sectores trabajadores durante el período peronista.
La sociedad quedó dividida en dos grandes grupos: antiperonistas y peronistas. Estos últimos, sin posibilidad de mostrar su existencia públicamente, se fueron auto-organizando en la llamada Resistencia Peronista.
Recientemente el gobierno nacional confirmó el cierre del Instituto Nacional Juan domingo Perón y de su insigne bar y espacio cultural “Un café con Perón”, cuyo edificio está ubicado en el barrio de Recoleta. ¿Casualidad?
El clima antidemocrático y el encarcelamiento de los opositores en el siglo XXI le llegó recién a Argentina en el 2025. Antes tuvieron que atravesar ese oscuro pasillo Manuel Zelaya, Fernando Lugo, Lula da Silva, Dilma Rousseff, Rafael Correa y Evo Morales.
La lucha de sentidos existió, existe y existirá. Constantemente se construyen, se disputan y se reconstruyen los significados de la realidad. En el siglo XIX la dicotomía fue “civilización o barbarie”. Durante el irigoyenismo fue “la chusma”. Con Perón “cabecitas negras”, Con Menem “los villeros” y actualmente los “choriplaneros”.
En palabras de Jorge Elbaum “los sujetos políticos son/somos parte –en forma deliberada o inconsciente, por acción u omisión– de una lucha por legitimar, aprobar o enfrentar un orden social determinado. De avalar referentes o de mostrar divergencias y oposiciones. Pero no todos contamos con la misma fuerza o capacidad para impulsar cambios o –en su defecto– favorecer el estatus-quo.”
Y en tal escenario Abad Domínguez afirma que la disputa de sentidos es una batalla política que refleja las tensiones estructurales de la sociedad. Estudiar este proceso permite comprender cómo se construye la realidad y cómo puede ser transformada.
Los significados y valores que las clases dominantes pretenden imponer como universales han encontrado resistencia en el movimiento de masas. Los decretos y las sentencias excluyentes han sido errores espectaculares que fungieron otrora y lo harán ahora como semilleros de militancia.
El discurso de las elites y sus pregoneros se reduce a decir que la desigualdad es justa. Que la igualdad es comunismo o subversión. No tiene más ideología. El resto es represión en cualquiera de sus formas.
Parafraseando al filósofo José Pablo Feinmann se puede decir que no hay que reflexionar mucho para defender esos valores. No hay que pensar demasiado. Por eso los grupos concentrados son torpes ideológicamente. Y también por eso recurren tan habitualmente a la violencia.
Sin embrago la política se trata de conexión emocional. No lidera el que grita más fuerte, redacta sentencias “ejemplificadoras” o legitima retrocesos laborales, sociales y culturales, lo hace quien emociona mejor. Pero la emoción requiere un método y un programa. El peronismo es poseedor de todos ellos.
La realización de la utopía depende de lo que hagamos. Somos los responsables de nuestro destino. Sean bienvenidas y bienvenidos a la nueva Puerta de Hierro.
*Abogada. Técnica en Diagnósticos Sociales. Tesista de la Licenciatura en Sociología de UNCAUS.