Una vez más, la moral complaciente con la distribución del poder nos recuerda que este país nunca se reestableció del fusilamiento de Dorrego. Tampoco lo hizo tras la inmersión del 2001.
Jueves, 12 de junio de 2025
Por Paulo Pereyra*
Una vez más, la moral complaciente con la distribución del poder nos recuerda que este país nunca se reestableció del fusilamiento de Dorrego. Tampoco lo hizo tras la inmersión del 2001.
No importa si la fundamentación de la Corte Suprema es quirúrgicamente precisa o si repite adefesios argumentativos para confirmar el sesgo de que una persona es culpable solamente porque “debería saber”. No importa si en un juicio penal la falta de pruebas y las arbitrariedades de la acusación dejan de ser dirimentes.
De verdad, no importa. Y no importa porque ni veintisiete páginas ni miles de páginas escritas pueden rodear el contorno del odio cultivado litúrgicamente y aprehendido con una estoica complacencia. Dudar de lo que nos acercan como “realidad” ha sido, y seguirá siendo, una tarea difícil e incompleta.
Tampoco importa ya si las decisiones judiciales son verdaderos actos de justicia o apenas traducciones del poder político en formato sentencial. Lo que importa —y mucho— es el producto: Cristina Fernández de Kirchner condenada, inhabilitada, suprimida de ser elegible popularmente.
Ese resultado es el que seduce. El que tranquiliza. El que baja los hombros tensos de quienes fantasean que, con una condena, nos volvemos mejores, más virtuosos. Que el progreso está cerca, apenas a una mueca de entusiasmo frente al dolor ajeno.
Desear la muerte o la cárcel para el enemigo es la forma más refinada de moralizar. Una pedagogía del castigo que promete salvarnos de nuestras propias pasiones. Y esa pedagogía está en nuestra historia.
Desde Dorrego hasta CFK —pasando por el 2001— el derecho no ha estado ausente: ha sido herramienta de disciplinamiento, instrumento de olvido, de desmesura, de esterilización política y comunitaria.
Tal vez, en otro presente, nos encontremos menos arrodillados frente al próximo fusilamiento.
*Docente de grado y posgrado de la UCP y de la UNCAus.