Compartir

Con las declaraciones de los peritos forenses, concluyó este viernes la ronda de testimoniales en el juicio oral por la muerte en custodia de Leandro Bravo. La directora del Instituto de Medicina y Ciencias Forenses del Poder Judicial, Gabriela Lamparelli, respaldó las conclusiones de la reautopsia y consideró que la persecución policial expuso a la víctima a “sufrimiento psicológico”.

Viernes, 18 de octubre de 2024

Por Valeria Romero*

Con las declaraciones de los médicos forenses que participaron de la primera autopsia y de la reautopsia concluyó este viernes la ronda de declaraciones testimoniales en el juicio oral por la muerte en custodia de Leandro Bravo, ocurrida el 26 de febrero de 2022 en la ciudad de Charata, por el que cuatro policías son juzgados por el delito de tortura seguida de muerte.

El tribunal de la Cámara en lo Criminal de Charata, presidido por el juez Juan Carlos Clauter, fijó para el próximo miércoles 23 de octubre, a partir de las 8, para el comienzo de los alegatos de las partes, que incluirán la de la fiscal de Cámara, Silvana Rinaldis, las querellas del Comité para la Prevención de la Tortura, la Subsecretaría de Derechos Humanos del Chaco y la de la familia Bravo y la de los abogados defensores de los cuatro imputados.

La jornada de los peritos

La primera aclaración que realizó la directora del Instituto de Medicina y Ciencias Forenses del Chaco (IMCiF), Gabriela Lamparelli, es que la reautopsia se realizó aplicando el Protocolo Minnesota, que son las recomendaciones a seguir en el examen del cuerpo de una persona muerta en custodia. La especialista pudo acceder al cuerpo recién un mes después del hecho.

Lamparelli marcó diferencias con las conclusiones del primer informe, pero excusó a su colega Hugo Rodríguez, considerando hizo lo que pudo con los elementos que tenía en una situación exigida por el fiscal Hugo Baigorrí. En ese contexto, explicó que generalmente el tiempo que se dispone un cuerpo es de doce horas y en este caso apenas fue una hora. Que lo único que considera un error de aquel procedimiento es que el médico no dejó asentada esa circunstancia. La directora del IMCiF reveló que todas las autopsias de las muertes en custodia se realizan en Resistencia porque se cuenta con el equipo y el personal suficiente.

En concreto, la médica hizo hincapié en que en el cuerpo de Bravo encontró señales de contusiones, compresiones y quemaduras. Y que varias de las marcas le sugieren que la muerte se produjo por asfixia mecánica y que estas maniobras suelen ser las que utiliza la policía en la reducción de las personas que son aprehendidas. Que en el caso de Bravo este mecanismo fue aplicado en forma interrumpida, es decir, que no fue un proceso de ahorcamiento seguido hasta provocar la muerte. Por eso es que no encontró un color azulado en la piel sino un tono amarillo, pálido y la acumulación de sangre en el cerebro y cerca de la oreja, lo que indica que estuvo interrumpida la circulación por momentos y que causó que no llegue oxígeno al cerebro. En las fotos que exhibió de la autopsia y la reautopsia la forense señaló dónde se encontraba la espuma en la boca que es compatible con asfixia. Esto coincide con testimoniales que dicen haberlo visto a Bravo vivo con esta espuma.

Que ella pudo ver en los videos la persecución del personal policial hasta que lo suben en la camioneta. Y que de allí es posible que las marcas del mentón y el del cuello sean compatibles con un mecanismo de apretar la cara contra algo duro. Reveló, además, que encontró marcas de uñas y de dedos en el rostro y cuello de Bravo. Además, tenía marcas de las contusiones que le provocaron las caídas al piso al momento de ser derribado y microhemorragias en el hígado como consecuencia de esas caídas.

Las quemaduras en el hombro también le llamaron la atención como a los anteriores peritos. Para averiguar cómo pudo haberse provocado esa lesión, con su equipo -que incluye al médico Eduardo Schelover- analizaron las muestras de piel enviadas de la primera autopsia y realizaron otras pruebas. Eran quemaduras de tercer grado, en extremo dolorosas, que solo se pueden provocar al ser apoyado contra el capot de la camioneta. Explicaron que a más de 70 grados la piel necesita de un segundo para quemarse de esa manera y que con el calor que hacía ese día y el motor encendido es probable que la temperatura de la chapa haya alcanzado los 150 grados.

Durante la reautopsia, también se pudieron analizar las condiciones generales de salud de Leo Bravo, que se encontraba comprometida. Sabía que consumía sustancias y por el historial como ex trabajador del Poder Judicial ordenó una autopsia psicológica que fue realizada por el licenciado Ramiro Isla, que incluyó en sus conclusiones. Además le llamó la atención la persecución hecha por Fleitas y el comportamiento de Bravo que era errático y no lógico.

Bravo no tenía marcas de defensa es decir que todo lo sufrió en forma pasiva. Para la forense el estado de salud era para una terapia intensiva. El Comité para la Prevención de la Tortura le preguntó si creía que el joven estuvo expuesto a sufrimiento psicológico. La respuesta fue afirmativa y agregó que estuvo expuesto a un gran estrés, mucha angustia y que eso llevó a una descompensación.

Isla: “Fue tratado como un delincuente no como un enfermo”

El licenciado Ramiro Isla fue el profesional encargado de realizar la autopsia psicológica. Determinó que Bravo estaba bajo un “síndrome confusional” en un grado de vulnerabilidad y que “fue tratado como un delincuente no como un enfermo”.

De la observación de la conducta del muchacho en los videos el profesional advirtió que la situación era evidente y que Bravo necesitaba con urgencia la intervención médica. Según reveló, se percibía que tenía problemas para tomar una decisión, se subía y se bajaba de una moto, se alejaba de las personas que le brindaban ayuda. “El dueño de la situación tenía que ser un médico no un policía”, afirmó el especialista.

Más quejas y chicanas conocidas

A su turno, los peritos Jorge Villaverde y Anastasio Valenzuela reprodujeron las impugnaciones a la doctora Virginia Creimer sin aportar datos sobre la reautopsia. Valenzuela, ex médico forense policial, se limitó a adherir al informe producido por el perito Daniel Gurman, incorporado a la investigación por el cuestionado fiscal Baigorrí y también a opinar en contra del protocolo Minnesota.
Con voz en cuello, Villaverde utilizó su momento para denunciar supuestas irregularidades en la reautopsia y un supuesto maltrato de las mujeres profesionales actuantes: Lamparelli y Creimer.

Ambos profesionales firmaron las actas de las reautopsias sin dejar constancias de sus quejas o disconformidades. Al ser consultados por qué no asentaron nada ni lo cuestionaron por escrito adujeron “buena educación”, “no hacer lío” y que uno de ellos “había dejado los anteojos en el auto”.

 

*Desde Charata, enviada especial de LITIGIO.

 

 

 


Compartir