En el segundo día del juicio contra los cuatro policías acusados por la muerte en custodia de Leandro Bravo, se pudieron escuchar valiosos testimonios que desnudaron el intento del exfiscal Hugo Baigorrí de cerrar el caso como una muerte no traumática. También que debió ser la familia de Leo Bravo la que recabe los elementos que permitieron reconstruir lo que ocurrió aquel 26 de febrero de 2022 en horas de la siesta.
Martes, 15 de octubre de 2024
Por Valeria Romero*
Con la ausencia llamativa del ex fiscal de Charata, Hugo Baigorrí, por una oportuna internación en Resistencia, se desarrolló este martes la segunda audiencia del juicio oral por la muerte en custodia de Leandro Bravo, al que cuatro policías llegaron imputados por el delito de tortura seguida de muerte. Fue en el SUM del Poder Judicial de la ciudad de Charata.
Las partes coincidieron en omitir la lectura del testimonio del ex funcionario del Ministerio Público Fiscal por lo que esta cronista nada puede contar sobre las declaraciones. Sin embargo, los otros testimonios brindados durante la jornada sí dieron cuenta que aquella siesta del 26 de febrero el entonces fiscal de turno manejó la autopsia del cuerpo de Leandro Bravo de una manera poco profesional e ignorando las recomendaciones del Protocolo Minnesota, obligatorio a la hora de investigar muertes potencialmente ilícitas en manos de fuerzas de seguridad.
El testimonio de Débora Sánchez, hermana de la víctima, dejó claro que el comportamiento de Baigorrí en todo momento estuvo guiado por el interés de que la muerte de Bravo sea declarada como no traumática. La testigo contó cómo pudo hablar por teléfono con su hermano a las 14.30 de ese día y que él tenía el deseo de hacer una denuncia contra la policía. Leo le había dicho que tenía que cuidarse del 911. Él le tenía miedo a la policía ya que producto de su situación de consumo había sufrido varias detenciones en las que sufrió maltrato físico por lo cual llegó a estar internado en terapia intensiva.
Cerca de las 16, Débora recibió otro llamado, ésta vez de la pareja de Leo, quién le comunicó que su hermano había ingresado a la guardia del hospital local con un paro y que lo estaban reanimando. La mujer también le contó que el hospital estaba rodeado, que no dejaban pasar a nadie y que la policía le había pegado a Leo durante una detención.
Débora relató decidió pedirle ayuda a una amiga para que se dirija al nosocomio y averigüe qué estaba pasando ya que ella se encontraba en Corrientes con su familia. Finalmente, le informaron que Leo había fallecido. En ese interín, le avisaron que el oficial Barreto quería
comunicarse con ella urgente. Le pasaron el teléfono y este comienza a decirle que Leo quiso entrar a robar en una casa. En ese momento, Débora estaba tratando de organizar su viaje de vuelta a Charata desde Corrientes y decidió cortar la comunicación. Vale recordar que en su declaración, el comisario Barreto omitió completamente hacer mención a esa conversación telefónica.
Quien también insistía en comunicarse con ella era el fiscal Baigorrí. Para la testigo esta persona y su esposa eran casi como de la familia. Confiaba plenamente en lo que le decía, dado el vínculo cercano que tenían. Así fue que Baigorrí le insistió todo el tiempo en que su hermano quiso entrar a robar y que convulsionó, falleciendo de un paro no traumático. Le dijo además que él se había ocupado de que vayan a buscar a la mujer para que haga la denuncia.
Cuando llegó a la morgue de Charata nunca pudo ver el cuerpo. En todo momento la recibieron la esposa del fiscal y éste. Ella era la que le acercaba papeles para que firme, le buscó un médico para que actúe como perito de parte en la autopsia. Y tanta era la confianza que aceptó por teléfono la intervención de un médico Daniel Gurman. La testigo contó que en todo momento esas personas se manejaban como si la morgue fuera su casa, dando instrucciones y organizando todo.
Cuando fue a la funeraria se vió sorprendida por la pregunta del dueño del lugar: ¿qué le pasó a Leo? Ella repitió la versión de la fiscalía: robó, convulsionó y murió de un paro. El hombre le dijo que eso no podía ser y que si lo quería ver antes de preparar el cuerpo. En ese momento pasó a verlo con otra de sus hermanas. Aún tenía los ojos y la boca abiertos, hematomas por todo el cuerpo, no tenía piel en los hombros, las muñecas negras. Recién ahí tomó dimensión de lo que había ocurrido.
Un velatorio, un proceso de recolección de pruebas
Durante el velorio, la familia de Bravo pudo tomar contacto con varias personas que se acercaban a decirle que Leo fue perseguido por la policía antes de su muerte, que habían presenciado el procedimiento y que durante el mismo le pegaron mucho.
También le llegó un mensaje por instagram de la hija de Bety Scalone, la mujer que supuestamente denunció el intento de robo. Esto le llamó la atención y con una de sus hermanas se fue a charlar con ella. La encontró en la vereda de la casa y ahí ella le contó que la habían usado y que la denuncia era falsa indicándole además el lugar de la persecución que tuvo lugar en la siesta del 26 de febrero y que comenzó desde su casa. Que todo eso estaba filmado por las cámaras de los vecinos y que ella misma pudo registrar algunas partes.
La hermana de Bravo contó que en todo momento de esos videos se lo ve con el torso desnudo y en buenas condiciones físicas.
Estas pruebas recolectadas por la familia son piezas fundamentales de la investigación que serán exhibidas durante la siguiente jornada.
Una autopsia rápida y sin elementos
También se presentó a declarar el licenciado en Criminalística Ariel Lugo, quien tuvo a su cargo el registro fotográfico de la autopsia de Bravo. El testigo reveló que pudo presenciar una primera discusión entre el Fiscal Baigorrí y el médico forense Hugo Rodríguez, que se negaba a hacer la autopsia en Charata y quería que se traslade el cuerpo a otra localidad, como Sáenz Peña. Los argumentos de Rodríguez eran que no existían elementos suficientes en el momento para realizar el procedimiento. Lugo justamente estaba colaborando en el registro porque el equipo forense no contaba con una cámara para filmar o sacar fotos. Tampoco funcionaban las heladeras y no se contaba con una sierra eléctrica para hacer cortes en el cráneo.
El testigo dijo que se dio cuenta que por la complejidad del caso tendría que haberse hecho en otro lugar y que fue la insistencia del fiscal lo que impidió el traslado. También contó que en todo momento se comunicaba con su esposa por teléfono y que fue ella quien consiguió al otro médico para que oficie de perito de parte y que así se presentó Burman, un traumatólogo.
Baigorrí, un fiscal difícil de juzgar
La familia Bravo denunció ante el Consejo de la Magistratura y Jurado de Enjuiciamiento al ahora ex fiscal de Charata, Hugo Baigorrí, por su actuación en los albores de la investigación por la muerte en custodia. El Consejo comenzó el trámite ordinario y le dio la posibilidad al ex fiscal de realizar un primer descargo para el cual no es necesario aportar ninguna prueba.
Convenientemente, el fiscal se jubiló antes de que se pueda avanzar con el trámite y así eludió la investigación sobre su actuación en la tarde del 26 de febrero del 2022 y el aprovechamiento del vínculo de confianza con la hermana de Bravo para realizar una primera autopsia con escasas herramientas. Luego, la causa quedó en manos de la fiscal en lo penal especial de Derechos Humanos adjunta, Silvia Slusar, quién llevó adelante la instrucción y la posterior elevación a juicio del caso.
*Desde Charata, enviada especial de LITIGIO.