Así lo aseguró el agente, Leandro Cocco, imputado en la causa de los Narcopolicías de la Comisaría Duodécima. Al ser consultado por el Ministerio Público Fiscal por la situación que se dio en la unidad de investigaciones de Gendarmería, donde junto al sargento de policía, Rubén Molina, fueron a amedrentar a quienes los estaban investigando, Cocco aseguró que esto no fue así. Dijo que su compañero pensaba que la camioneta de Gendarmería que circulaba en el barrio pertenecía en realidad a delincuentes que querían secuestrar a su hija. Este miércoles, continúa el juicio.
Martes, 1 de octubre de 2024
Mientras se realizaba la investigación contra los policías de la Comisaría Duodécima de Resistencia, acusados de encubrir a narcos, cobrar coimas y asesorar delincuentes para que puedan eludir la ley, una situación muy anómala ocurrió el 12 de enero de 2022 en la Unidad de Reunión de Información (el grupo de inteligencia de Gendarmería), ubicada en la capital chaqueña.
El agente, Leandro Cocco y el sargento, Rubén Molina llegaron hasta el lugar en moto, armados con escopetas, y requirieron información de muy mala manera. Fue tras constatar que en la zona del barrio Santa Catalina, donde operaba la organización de la cual ellos eran parte, había una recurrente circulación de una camioneta propiedad de la fuerza federal. Querían saber si los estaban investigando o no. Si bien en ese momento la situación no pasó a mayores, ambos fueron imputados por amenazar a gendarmes.
Esta situación se sumó a la que había ocurrido ese mismo día, por la mañana, durante una recorrida que realizaba Gendarmería. En un momento dado el conductor del móvil advirtió que los venía siguiendo un automóvil Suzuki Fun. El vehículo logró sobrepasarlo y lo cruzó, colocándose delante, impidiendo su paso. Del auto bajó el sargento Molina. Se presentó como personal de la Policía del Chaco y de manera muy agresiva interrogó a los gendarmes respecto de sus actividades en el barrio Santa Catalina. Los uniformados respondieron que sólo hacían “recorridas de prevención”.
El miércoles pasado, durante la audiencia del juicio que se sustancia en el Tribunal Oral Federal de Resistencia, Cocco fue indagado sobre el apriete a los gendarmes. El agente negó que haya sido una situación de amedrentamiento contra los integrantes de la fuerza federal. Explicó que, supuestamente, Molina había pensado que la camioneta que circulaba cerca de su casa era de un grupo de delincuentes que intentaba secuestrar a su hija. Y su intención era confirmar si estaba en lo correcto o si efectivamente eran integrantes de Gendarmería quienes patrullaban la zona.
“Nosotros fuimos a Gendarmería para saber si eran personal (quienes hacían las recorridas por el barrio Santa Catalina) o era gente ordinaria que quería secuestrar a la hija de Molina”, sostuvo Cocco, quien aseguró que Molina le dijo que habían tomado fotografías de ella en la vía pública. El fiscal, Federico Carniel, le preguntó por qué alguien querría secuestrar a la hija del sargento. Cocco respondió que “la verdad no sé; pero yo también tengo dos hijos menores”.
El agente reiteró su inocencia por el resto de cargos que se le imputan y hasta pidió al Tribunal que se cite a declarar a un testigo que avalaría sus dichos. “Yo no acepté plata, ni cometí coima”, afirmó.
Juicio abreviado
Cabe recordar que dos policías del Chaco, un gendarme y una vendedora de drogas al menudeo del barrio Santa Catalina reconocieron en la audiencia del miércoles pasado su culpabilidad en el marco del juico que se sustancia en el Tribunal Oral Federal de Resistencia, contra la que se conoce como la banda de los Narcopolicías de la Comisaría Duodécima.
El sargento de la Policía del Chaco, Rubén Alberto Molina; el agente, Matías Josué Frete; el gendarme, Miguel Hugo Paniagua y la dealer, Ester de la Cruz Pereña, acordaron con el Ministerio Público Fiscal, representado por Federico Carniel, concluir el proceso judicial en un juicio abreviado. Este es un procedimiento legal utilizado para agilizar la resolución de casos penales, donde el acusado admite su culpabilidad a cambio de una pena más benigna.
Tanto los policías Molina y Frete y el gendarme Paniagua, acordaron penas en suspenso. Es decir: no irán a prisión. Ambos llegaron a juicio imputados por los delitos de cohecho pasivo, encubrimiento agravado, abuso genérico de autoridad y asociación ilícita, en concurso real, en carácter de coautores.
Molina negoció una pena de tres años e inhabilitación por cuatro para ejercer cargos públicos. En tanto, Frete acordó una pena de dos años y cuatro de inhabilitación. Frete logró un mejor acuerdo que su colega debido a que la fiscalía le retiró la imputación de “asociación ilícita”. “Si bien consideramos que es coautor del resto de los delitos, el de asociación ilícita no corre en este caso”, explicó Carniel al iniciar la audiencia. A su vez, el gendarme Paniagua, acusado del delito de revelación de secreto oficial, acordó un año de prisión y dos de inhabilitación.
La peor parte se la llevó De la Cruz Pereña. Fue la única que arregló una pena de prisión efectiva, que la realizará de manera domiciliaria: cuatro años. Llegó a juicio acusada de tenencia de estupefacientes con fines de comercialización, en calidad de autora; cohecho activo en carácter de autora y como coautora de los delitos de asociación ilícita, todo en concurso real. Al aceptar el arreglo, la mujer pidió que se le autoricen salidas para ir a trabajar, dos días a la semana. Dijo que lo hará para vender ropas usadas teniendo en cuenta la difícil situación económica que atraviesa. El Tribunal, conformado por los jueces Juan Manuel Iglesias (presidente), Fabián Cardozo y Enrique Boch, analizarán el pedido.
El único que no aceptó el acuerdo de juicio abreviado fue el agente Cocco. Su imputación es la misma que el resto de los policías que llegaron a juicio: cohecho pasivo, encubrimiento agravado, abuso genérico de autoridad y asociación ilícita. El tribunal resolvió pasar a un cuarto intermedio hasta este miércoles para continuar con las testimoniales.
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