Organizaciones gremiales, sociales y políticas se movilizaron este miércoles a la plaza central de Resistencia para manifestarse contra la ley Bases. Sin embargo, la pacífica protesta fue desvirtuada por un desproporcionado operativo policial ordenado por el gobernador mileísta Leandro Zdero. La locutora, periodista y exdirectora de Radio Nacional Resistencia, Silvia Villavicencio, participó de la movilización y lo cuenta en esta crónica para LITIGIO.
Jueves, 13 de junio de 2024

Por Silvia Villavicencio
La patria no se vende. Eso cantamos. La boca bien abierta para cantar. El spray entra y el ardor se siente primero allí, antes que en los ojos. Pasan unos segundos hasta darte cuenta que, alguien de esa línea de escudos policial, que empuja y barre, tiró gas pimienta.
Este miércoles cientos de personas llegamos hasta la Plaza 25 de mayo, en Resistencia para manifestarnos en contra de la sanción de la Ley Bases. Mientras se hacía la hora del encuentro, convocado para las 18, charlaba en la vereda de la plaza, frente a CGT, con la gente que conozco y comparto marchas e ideales. Muchos, incluso, seguíamos en lo celulares la sesión del Congreso.
A la hora prevista la gente, los sindicatos, las organizaciones desplegaron sus banderas y carteles, se hicieron fotos y bajamos a la calle brevemente. El operativo policial apretó y la charla entre los voceros del encuentro y el Jefe Fernando Romero resultó en que nos movilizamos hasta la Casa por la Memoria. Mucha gente cruzó la plaza, otra siguió la marcha en la calle hasta llegar al lugar para seguir el debate en una pantalla prevista para ese fin.
La Casa por la Memoria es punto de encuentro de numerosas sesiones y debates como la de la noche previa a la sanción de despenalización del aborto, por ejemplo. Así que no fue extraño, esta vez, bajar a la calle e intentar seguir el tratamiento de Bases. No se pudo. No sé cuántos agentes había en esa línea pretoriana que avanzó, con sus escudos, sobre el pueblo.
Había mujeres, niñas y niños, laburantes identificados con pecheras de sus gremios, adultos y adultas mayores. La patria no se vende, cantamos una y otra vez. El cuerpo de agentes pertrechados no solo empujó sino que nos tiró, a la cara, gas pimienta. El ardor en los ojos es mayúsculo y aún tragar la propia saliva hace que la garganta queme. Me asistieron mis compañeras y compañeros con agua, leche, hielo; luego llegó una ambulancia que sí trasladó al menos a tres personas al Hospital Perrando. Sé que otros tantos fueron a sanatorios cercanos. Sé que, en uno de ellos, un médico le dijo a un manifestante “si hubieras estado viendo la tele…”.
Esta mañana el comisario Romero dijo en una radio justificando la acción que sólo fueron “dos toques de spray”. Dos toques innecesarios, cuando tenían la posición ganada, cuando la misma gente retrocedía hacia la vereda de la plaza. Pero no pudieron resistirse a ser felicitados por la ministra Bullrich.
La ansiedad por ser el mejor alumno. Violentar a gente que fue a manifestarse, pacíficamente, en contra de una ley que es lesiva para el interés del pueblo, parecería ser la consigna policial, o al menos de su jefatura. O de su liderazgo político.