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“La historia de nuestra Nación se encuentra signada por el desarrollo de acontecimientos que han marcado a sangre y fuego el devenir histórico de nuestra Patria”, recuerda el rector de la UNCAUS, Germán Oestmann en esta columna de opinión, al conmemorarse el 47º aniversario del último golpe cívico-militar en Argentina.

Viernes, 24 de marzo de 2023

Por Germán Oestmann

Desde los albores mismos de la Revolución de Mayo empiezan a surgir escenarios protagonizados por sectores reaccionarios y oscurantistas que solo pretendían detener aquellos avances que representaban conquistas para los sectores más humildes y postergados. En este sentido, no se trata solo de pensar en el esquema Corsi e Ricorsi, sino también en la posibilidad de encontrar alternativas que nos permitan comprender las causas que nos llevaron a desembocar en las penumbras tenebrosas de una larga noche dictatorial y perversa, cuyas consecuencias espantosas se mantienen hasta el presente.

El 24 de marzo de 1976 representa para nosotros el inicio de una larga noche neoliberal en la que el miedo y el terror se apoderaron de los sueños de generaciones enteras de argentinos y argentinas. Es por eso que nuestro compromiso con la Memoria, la Verdad y la Justicia se mantiene inalterable en cada acción cotidiana y en cada lucha en la que enarbolamos las banderas de la democracia y el respeto a los ideales constitucionales.

Desde la Universidad Nacional del Chaco Austral estamos profundamente comprometidos a mantener viva la llama de todos aquellos trabajadores y trabajadoras que enfrentaron al poder militar y a sus cómplices civiles y empresariales. A 47 años de este hecho atroz, desde el sistema educativo debemos brindar todas las herramientas a nuestros jóvenes para que a través del aprendizaje de la historia y de la fortaleza de los testimonios podamos mantener presentes a las víctimas, avanzar en la búsqueda de justicia y poder arrojar claridad sobre los terribles acontecimientos de aquella etapa oscura de nuestra historia.

Debemos recordar que en esa jornada aciaga, los comandantes de las tres fuerzas armadas, Jorge Rafael Videla, Emilio Massera y Rubén Orlando Agosti lograron derrocar al gobierno constitucional de María Estela Martínez de Perón, quien asumiera la presidencia tras la muerte del General Juan Domingo Perón, el 1ero de julio de 1974. Es imprescindible recordar que durante esos 7 años se produjeron las más terribles violaciones a los Derechos Humanos, crímenes de lesa humanidad y el más sangriento Terrorismo de Estado. Junto a los más de 30.000 mil desaparecidos, centenares de secuestros, torturas en centros clandestinos de detención, apropiación de bebes recién nacidos, persecución de artistas y pensadores populares determinando el exilio y la expulsión de la Patria de miles de argentinos.

Sin embargo, debemos recordar que el sanguinario y perverso autoproclamado “Proceso de Reorganización Nacional” también fue el puntapié inicial del ciclo de financiarización, destrucción del aparato productivo y endeudamiento serial al que nos sometió desde sus fauces privatistas el naciente neoliberalismo. Es importante remarcar también el pensamiento reaccionario y conservador de la Junta Militar acerca del potencial transformador y revolucionario de la educación en la mente de los jóvenes. En este sentido, para el Poder Dictatorial y sus lacayos civiles, existía un “enemigo interno” que anidaba en los hogares, las universidades y las fábricas, por lo que debía ser combatido ya que según su visión “Es en la educación donde hay que actuar con claridad y energía para arrancar de raíz la subversión demostrando a los estudiantes la falsedad de las concepciones y doctrinas que durante tantos años les fueron inculcando”. Aunque parezca increíble, esta aberración está extraída del documento “Subversión en el ámbito educativo (Conozcamos a nuestro enemigo) que fue editado por el Ministerio de Cultura y Educación de la Nación en 1977 durante la gestión de Juan José Catalan.

El silenciamiento que pretendían imponer desde las más altas cúspides del poder mediático y simbólico tuvo en los grandes grupos comunicacionales concentrados a unos de sus más fervorosos defensores. Teniendo en cuenta estas premisas también debemos enfocar nuestro accionar en la discusión sincera y genuina acerca de la posibilidad de contar con medios de comunicación alternativos que se comprometan verdaderamente con la Democracia, los Derechos Humanos, las luchas de nuestros Pueblos Originarios y las demandas de nuestras diversidades étnicas y sexuales.

Nuestra sociedad espera de la Uncaus la formación de profesionales altamente cualificados y moralmente preparados para afrontar los desafíos de un mundo cambiante y complejo en donde el respeto al prójimo y el compromiso por la construcción de modelo de crecimiento ordenado y desarrollo sostenible sean la antesala necesaria para lograr una Democracia plena, en donde la discriminación , la exclusión social , la violencia de género y la vulneración de los Derechos Humanos de parte de gobiernos despóticos y autoritarios sean desterradas definitivamente. Para eso contamos con el legado imperecedero de las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo, quienes supieron mantener vivo el reclamo de juicio y castigo para los genocidas que fueron vilmente beneficiados por las tristemente célebres leyes de “Obediencia Debida” y “Punto Final “como así también con los lamentables “indultos”, ya que a pesar de los avances logrados con el histórico Juicio a las Juntas durante el gobierno del Doctor Raúl Alfonsín las huestes golpistas aún gozaban de privilegios e impunidad.

Debemos decir en obsequio de la verdad histórica que durante los gobiernos de Néstor y Cristina Kirchner, las políticas de Memoria, Verdad y Justicia llegaron a su máximo esplendor, posibilitando la reapertura de los juicios contra todos los responsables del Terrorismo de Estado, logrando de esta forma que muchos dictadores cumplan su condena en cárcel común.

Creemos firmemente que la Universidad puede y debe generar propuestas, aportes diversos, ámbitos de discusión que nos posibiliten recordar los hechos sucedidos durante la última Dictadura Militar. Esta es la mejor manera de mantener latente la historia de nuestro noble y digno pueblo, ya que tener presente nuestra historia, luchar con todas nuestras fuerzas morales y cívicas para que el Nunca Más sea una realidad efectiva.

Este 24 de marzo debemos realizar una proclama de Justicia y Reparación Histórica para que nuestros héroes y mártires desde el pedestal de fuego y pasión al que fueron arrastrados por el servicio a la causa de la Patria nos observen con orgullo y satisfacción. El sendero de la Democracia se construye todos los días. Asumamos pues, el compromiso de convertirnos en sus más celosos y fieles custodios.


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