Hoy, dos años después del 11 de marzo de 2021, no sabemos qué le pasó a Tehuel de la Torre, por qué se convirtió en un desaparecido. Lo que sí sabemos es que la falta de respuesta estatal a su desaparición la consolida cada día que pasa.
Sábado, 11 de marzo de 2023
Por CELS
El abandono es un tipo específico de práctica estatal. No es la violencia, no es la tortura, la detención arbitraria, las condiciones inhumanas de encarcelamiento. Es algo más difícil de asir, de recortar, de situar en una cadena de relaciones causales. Es otra cosa. Es un estado de las cosas. Una proliferación de micro desidias: posponer, no leer el archivo adjunto, no procesar esos datos, tomar una declaración testimonial así no más, ocuparse del caso más mediático. Es pasarse la pelota. Es un juego del Gran Bonete institucional. Es dejar pasar el tiempo. El abandono es imponer a algunas vidas el tiempo de las burocracias.
Hoy, dos años después del 11 de marzo de 2021, no sabemos qué le pasó a Tehuel de la Torre, por qué se convirtió en un desaparecido. Lo que sí sabemos es que la falta de respuesta estatal a su desaparición la consolida cada día que pasa.
Tehuel
El día que desapareció, Tehuel tenía 21 años, vivía en San Vicente, en la provincia de Buenos Aires, en la casa de su mamá. Tehuel, varón trans, convivía con su novia, M.L, de 17 años, y un hijito de ella. La situación económica era complicada. Él no tenía trabajos estables, solo changas por aquí y por allá. Cuando M.L hizo la denuncia que dio lugar a la causa por averiguación de paradero dijo: “quería conseguir un terreno y no conseguía trabajo”. Unos meses después, contó: “Nadie aceptaba a Tehuel para trabajar. En un comercio le dijeron que no (lo contratarían) porque podía arrepentirse de ser trans y quedar embarazada. Estábamos muy mal económicamente.”
El 11 de marzo a las 19 hs. Tehuel dejó San Vicente y se fue hacia Alejandro Korn, para encontrarse con L.R, un hombre de 36 años que le prestaba dinero, y le prometía ayudarlo a conseguir un terreno. Nunca volvió.
La investigación
El último rastro de Tehuel de la Torre que podemos fechar con precisión es una foto tomada a las 20.42 hs. del 11 de marzo de 2021: en la imagen, capturada con un celular, Tehuel está con L.R. y otro hombre, O.M, en la casa de uno de ellos. Tres horas y cuarenta minutos después de ese momento, el celular de Tehuel dejó de emitir una señal rastreable. Dos semanas después, L.R y O.M fueron detenidos; desde entonces, están con prisión preventiva y desde marzo de 2022, aguardan ser juzgados como posibles autores del “homicidio agravado por odio a la orientación sexual y a la identidad de género (trans odio)” de Tehuel.
La hipótesis de que Tehuel fue asesinado en algún momento de esa noche se funda en elementos hallados en los primeros días de la investigación: la mencionada foto, fragmentos del teléfono móvil de Tehuel y de ropa que le pertenecería encontrados en el terreno de la casa de L.R. y una mancha de sangre, compatible con Tehuel, en la pared de esta vivienda.
La investigación judicial no pudo reconstruir qué sucedió entre que Tehuel llegó a la zona en la que vivían L.R y O.M, en Alejandro Korn, y que su rastro se desvaneció, ni explicar qué sucedió concretamente esa noche. Las autoridades judiciales tampoco construyeron una explicación sobre la desaparición, hasta el día de hoy, de Tehuel de la Torre.
Lo que sabemos ahora es que a partir de esas primeras semanas, el caso comenzó a ser considerado resuelto.
El padre, la madre, les hermanes, una amplia comunidad activista por la visibilidad y los derechos de las personas trans y organizaciones de derechos humanos sostenemos el reclamo por la aparición de Tehuel de la Torre. “Esperanza de que esté con vida tengo siempre. Es todo una tortura”, dijo su papá, Andrés de la Torre, en septiembre de 2022, ante la persistencia de la incertidumbre sobre qué pasó el 11 de marzo de 2021.
“El proceso de búsqueda integral de las personas desaparecidas debe iniciarse y llevarse a cabo con la misma efectividad que la investigación criminal”. La cita pertenece a los Principios rectores para la búsqueda de personas, de las Naciones Unidas, que deben guiar las acciones de los Estados parte.
Por eso, cuando la fiscalía a cargo de la investigación, en diciembre de 2021, decidió elevar la causa de juicio, y así cerrar la investigación, insistimos en que se debía, al menos, abrir otro expediente dedicado a la búsqueda. Eso sucedió, en marzo de 2022, en coincidencia con el último momento en el que algunas dependencias estatales, en los días cercanos al primer aniversario de la desaparición, mostraron algún interés por la búsqueda de Tehuel.
¿Quién es responsable?
Nunca hubo un plan de búsqueda de Tehuel, derivado de hipótesis de trabajo basadas en el análisis de los datos que emergen de la investigación. Pero el problema desborda esa situación, que ya en sí misma es grave: nunca estuvo claro quién era responsable de que ese plan existiera, se implementara con los mejores recursos disponibles, se monitoreara.
En la causa judicial se recopilaron testimonios de alrededor de cincuenta personas. En general, las declaraciones testimoniales fueron muy acotadas. Las conversaciones con les conocides de Tehuel y de los imputados, al no estar orientadas por un plan de búsqueda, fueron superficiales, fragmentarias. A pesar de esto, brindan elementos que pueden ser relevantes para encontrarlo, elementos que no están sistematizados ni se utilizaron para promover nuevas medidas de investigación que respondan a algún tipo de plan.
En las primeras semanas se realizaron rastrillajes en Alejandro Korn, en viviendas y descampados aledaños al lugar donde Tehuel está situado con certeza por última vez. Esos rastrillajes fueron profusamente televisados pero escasamente sistemáticos. Dos años después, ninguna de las grandes extensiones que rodean la zona urbana de Alejandro Korn puede ser descartada como lugar de interés para la búsqueda.
Por impulso de algunas organizaciones, que insistimos para que se conformara una mesa de búsqueda, la fiscalía solicitó a distintas dependencias que enviaran la información sobre las personas fallecidas sin identificar -a quienes habitualmente se llama “N.N”. Esta parte de la investigación es una odisea burocrática: los registros tardaron meses, llegaron en partes, sin ningún orden, o directamente nunca fueron enviados -como es el caso de la Ciudad de Buenos Aires que jamás respondió los oficios. Luego se acumularon junto a las respuestas de hospitales y morgues. Ninguna dependencia estatal -ni del ámbito del poder judicial ni de los poderes ejecutivos nacionales o provinciales- se dedicó al procesamiento de los datos.
Así, la causa acumuló treinta cuerpos, unas 6500 páginas, de información no organizada ni procesada en pos del objetivo de buscar a Tehuel y de construir respuestas certeras sobre lo que sucedió la noche del 11 de marzo de 2021.
Por fuera del ámbito de la fiscalía, ninguna instancia de los poderes ejecutivos provincial y nacional considera que hacer este trabajo está entre sus obligaciones, ni siquiera las dependencias que tienen como nombre “Sistema Federal de Búsqueda de Personas Desaparecidas y Extraviadas”, del ministerio de Seguridad de la Nación, o “Registro de Personas Desaparecidas”, del ministerio de Seguridad de la provincia de Buenos Aires. Las dependencias administrativas dicen que es una tarea de las autoridades judiciales. Estas señalan que su trabajo es investigar delitos, que están sobrepasadas por los casos activos. Como el Gran Bonete: “¿Yo, señor? No, señor”.
El efecto de este estado de cosas es que la búsqueda fue abandonada de hecho. Ante eventuales sugerencias de alguna de las partes, la fiscalía ordena medidas o vuelve a mandar una nota pidiendo información solicitada hace meses.
Todo el sistema apuesta al paso del tiempo, al cansancio, al olvido. A que también se desvanezca la energía social que impulsa la búsqueda de Tehuel.
Lxs desaparecidxs
La investigación no pudo aún reconstruir qué pasó con Tehuel, ni cómo su identidad de género afecta concretamente lo que le sucede. La condición transgénero aun no es del todo visible para las burocracias estatales, que no están preparadas para investigar la desaparición de personas trans. Aunque M.L se refirió desde el primer momento a la condición trans de Tehuel, durante las primeras semanas fue buscado alternativamente como un “varón” o como una “mujer”: hubo oficios que preguntaban por un “cadáver masculino” mientras se hacían entrevistas que indagaban sobre “una chica”.
La búsqueda de Tehuel tiene este rasgo específico que aún no pudo ser procesado. Y al mismo tiempo, comparte con miles de personas desaparecidas en la actualidad una condición particular: son un punto que falta en la trama de nuestras relaciones. Son alguien que no pudo volver. Lo que esperamos del Estado es que el abandono no sea una política.