¿La juventud de hoy es violenta? Fue la pregunta disparadora de esta nota. Para hablar del tema, nos comunicamos con Pablo Vommaro*, docente e investigador del Conicet, que trabaja sobre nocturnidad y juventudes.
Martes, 17 de enero de 2023
Por Emilia Urouro
En enero comenzó el juicio contra los ocho rugbiers que asesinaron a Fernando Báez Sosa a la salida de un Boliche en Villa Gesell; en Córdoba, en lo que va del mes, al menos hubo dos casos de violencia a la salida de eventos privadas: post festival de Jesús María, un joven fue golpeado por una patota y perdió la vida; en La Falda, a la salida de un boliche, un chico y una chica, una joven pareja, fue agredida por un grupo de varones.
Estos hechos nos convocan a debatir sobre las juventudes que vemos y vivimos, y los procesos sociales que rodean aquel fenómeno que denominamos “violencia”. Por eso, nos comunicamos con Pablo Vommaro, investigador del Conicet, que trabaja sobre nocturnidad y juventudes.
¿Ser joven hoy nos predispone a naturalizar la violencia?
“La sociedad del siglo XXI es más violenta. Hay que ver a las juventudes como un emergente de procesos generales: son el grupo social donde muchos procesos sociales, no solo el de la violencia, sino también la precarización laboral, entre otras, se ven de manera más clara. No se si hay que pensar en las violencias de las juventudes, sino en las violencias sociales expresadas en las juventudes, con esto no le quitó responsabilidad al fenómeno que sucede entre este grupo, pero es un fenómeno que se da en toda la sociedad, que es más violenta”, comentó Vommaro.
Hablemos de la nocturnidad
Pablo Vommaro, que también es profesor de Historia y doctor en Ciencias Sociales por la UBA, recordó que durante la pandemia se puso en foco el comportamiento de las juventudes que se juntaban, se las responsabilizaba de los contagios desde el punitivismo y no como sujetos partícipes de una solución.
Algo similar ocurre cuando se mediatizan casos de violencia a la salida de los boliches, cuando prevalece una respuesta de represión y castigo. En estos contextos, el especialista promueve que la clave es una política de prevención de violencias, en el marco de una nocturnidad donde se busca el ocio o se usa el tiempo libre.
Pelear en la noche mercantilizada
Según el investigador la nocturnidad legitimada socialmente suele ser una nocturnidad mercantilizada porque todo sucede a la salida de lugares en los que hay que pagar para entrar.
En cambio, la nocturnidad pública en general es sancionada: “Si los pibes se juntan a tomar cerveza en una esquina ‘está mal’, si se emborrachan en un boliche ‘está bien’, pero lo que ‘está mal es que salgan y pegue’. Hay mensajes contradictorios para las juventudes”.
En otras palabras, legitimar una nocturnidad mercantilizada, conlleva – sostiene el especialista- a que sea excluyente.
En relación al punto anterior, Vommaro comentó que parte de estas peleas tienen que ver con que hay una otredad procesada como el enemigo a eliminar, el otro, del otro grupo, el que pasó y me tiró el trago o el que ‘miró al chico o a la chica’, es visto como alguien a eliminar, a excluir del espacio que se considera propio.
“Hay un discurso social de eliminación del otro, no de convivencia, y esa identificación es exacerbada por las escuelas (…) no hay una educación en la diversidad, es una sociedad que le dice a los jóvenes: juntate con otros iguales a vos. Y el reverso de eso es, los que no son iguales, son adversarios, eso en una noche mercantilizada, excluyente, con consumos excesivos genera una nocturnidad y una forma de vinculación bastante más violenta que hace 10, 15 o 20 años atrás”, señaló el docente.
¿Por qué no prevenimos la violencia?
Para el director de Investigación de CLACSO, faltan políticas públicas de prevención de violencias en la noche de las juventudes. Hay una visión de castigo y no hay escucha de las y los protagonistas.
En relación al punto anterior, el especialista criticó la morbosidad de los medios de comunicación a la hora de informar sobre ataques en grupo a la salida de boliches y el discurso de mano duro de los políticos, que apelan a sumar presencia policial antes que diseñar medidas preventivas:
“Ninguno dice ‘esto me sirve de aprendizaje: ¿qué hago? ¿cómo trabajo con los jóvenes y no sobre los jóvenes?’. Es clave preguntarles que piensan, nadie les preguntó nunca, todos los castigan cuando ya es tarde. Por eso, las juventudes se ven poco convocadas, escuchadas, y eso es violencia simbólica”.
Algunas recomendaciones para suplantar el punitivismo
Pablo Vommaro sugirió que “se podrían pensar en políticas nacionales que creen mesas de trabajo con los jóvenes o tener más presencia física en los espacios públicos: me imagino un grupo físico/presencial de funcionarios conformado por juventudes que se apersonan en la noche en las diferentes localidades del país. Tiene que haber una política integral, una mesa con jóvenes y colectivos, es decir, un trabajo persistente, y que el espacio público no sea tierra de nadie, que haya personas que ayuden a la convivencia no a la represión” .
El entrevistado propone que las políticas nacionales contemplen:
- Convocatoria al diálogo.
- Presencia física en los espacios públicos nocturnos.
- Promover lugares de encuentro de ocio que no sean mercantilizados.
- Ir sobre los consumos problemáticos.
“Espero que estos casos – de Fernando Báez Sosa y de Agustín Ávila, asesinado en Jesús María- nos convoquen a prevenir los hechos de violencia que nos convocan, no solo reflexionar sobre ellos y pensar en medidas punitivistas. Y parte de la prevención es la escucha”, concluyó.
Publicado en El Resaltador