Ricardo Mianovich, juez Federal de Resistencia, cumplió dos años al frente del juzgado 2 de primera instancia. En esta entrevista con LITIGIO, hizo un balance de su gestión, habló sobre su postura respecto a despenalizar la marihuana y también de la reciente y ardua tarea que le tocó afrontar: subrogar el caliente juzgado Federal de Sáenz Peña, tras la estrepitosa eyección del exconjuez, Miguel Aranda, acusado de brindar protección judicial a bandas de narcotraficantes.
Martes, 3 de enero de 2023
Por Bruno Martínez
“Nahitan Nández: huevo, garra y corazón”. Como este, en YouTube hay varios videos en los que hinchas de Boca Juniors homenajean al mediocampista uruguayo, quien militó en el club entre 2017 y 2019. En las imágenes se lo ve a Nández recuperando la pelota a toda velocidad, metiendo pases kilométricos imposibles y haciendo goles como si fuera un delantero. Pero hay otro video en donde se aprecia en todo su esplendor una de las características favoritas de los hinchas xeneizes: la entrega física total.
Las imágenes corresponden a las semifinales de la Copa Libertadores de América jugada el 24 de octubre de 2018. Boca es local y ataca por el extremo derecho. Sebastián Villa es el que lleva la pelota. Quiere tirar el centro, pero se atraviesa Diogo Barbosa y lo obliga a enganchar hacia adentro. Moises Lima Magalhães termina el trabajo, la quita y la devuelve como puede a Barbosa para evitar que la pelota se vaya al corner. Ahí es donde aparece Nández. El uruguayo traba, pierde el equilibrio y cae. Pero en lugar de caer como cualquiera, decide arrojarse de cabeza hacia la pelota, en plan kamikaze. Barbosa se apura y mete el pelotazo hacia el lateral. Su pie pasa a pocos centímetros de Nández que otra vez se arroja de cabeza para trabar: un loco absoluto. Todo esto sucede en fracción de segundos. La Bombera, en pleno, aplaude el despliegue del uruguayo.
En el despacho de Ricardo Mianovich, juez Federal número 2 de primera instancia de Resistencia, hay una camiseta de Boca enmarcada: es la 15, la de Nández. Al hablar sobre ella, sobre las firmas de los jugadores que aparecen ahí y los detalles de cómo hizo para tenerla, cuenta que suele ir a la cancha de Boca cada vez que puede, aunque aclara que no es fanático, ni si quiera está afiliado al club. Dice que sólo es un hincha más.
Es una tarde de mediados de diciembre. Hace calor, pero no es tan agobiante como el de los últimos días. Recién llegado de la Ciudad de Buenos Aires, donde viajó para hacer algunas gestiones, llega al juzgado, frente a la plaza central de Resistencia, para concretar esta entrevista con LITIGIO. Está trajeado, la corbata celeste, su metro noventa. Saluda con una sonrisa.
Nació en Las Breñas hace 50 años. Antes de matricularse como abogado, en 1997, se recibió de profesor de dibujo y pintura. No tiene cuadros pintados de su autoría en su despacho, sólo una réplica del Guernica de Pablo Picasso. También, durante mucho tiempo, tuvo un hobby: el aeromodelismo. Armaba aviones y los dirigía a control remoto. Aún tiene dos en su casa.
Entre 1997 y 2020, hizo carrera dentro del Tribunal de Cuentas del Chaco, organismo de contralor de la administración pública provincial y municipal. Su último cargo fue el de secretario técnico: renunció para jurar como juez. Hoy, justo hoy, se cumplen dos años desde que asumió al frente de este juzgado.
Dentro de pocos días también se cumplirá otro aniversario: dos meses desde que asumió la subrogancia del juzgado Federal de Sáenz Peña. Su llegada fue en el medio de un escándalo. La Cámara Federal de Apelaciones de Resistencia lo designó por el lapso de seis meses cuando, en simultáneo, se resolvió desplazar al por ese entonces conjuez, Miguel Aranda, imputado por supuestamente brindar protección judicial a bandas narco en una megainvestigación impulsada por los fiscales federales Patricio Sabadini, Carlos Amad, Federico Carniel y Diego Iglesias.
Paradójicamente, su relación con Aranda fue motivo de suspicacias por parte del propio Ministerio Público Fiscal. En una nota concedida en octubre al canal Norte Grande Federal, el fiscal Sabadini consideró que Mianovich no era la persona adecuada para subrogar el juzgado de Sáenz Peña ya que, según él, mantenía un vínculo de amistad con Aranda. Dijo que los vio juntos en agosto, en la última edición de la Expo Vinos, compartiendo una animada charla.
Mianovich niega ser amigo de Aranda y dice que sólo compartió unos minutos con él en ese evento. Asume que lo conoce hace tiempo porque ambos tienen participación activa en el Colegio de Abogados de Resistencia, en un vínculo de tipo gremial. Sólo eso.
―Usted es nuevo en la Justicia Federal. ¿Se le acercan más personas ahora que es juez?
―No, en términos generales, porque tengo un grupo de amigos muy reducido: los de la infancia y de cuando estudiaba abogacía. Con ellos me sigo juntando. Es cierto que uno conoce más gente ahora. En mi carácter de funcionario tengo que moverme de otra manera. Pero yo saludo a todo el mundo. Si tengo que darle la mano a alguien, se la doy. Soy del interior, soy campechano, no tengo drama. Obviamente que en lo personal te restringe un poco tu actividad y tu vida diaria porque con 50 años y con familia no puedo ir a un boliche o hacer cosas que son para determinada edad.
“Yo saludo a todo el mundo. Si tengo que darle la mano a alguien, se la doy. Soy del interior, soy campechano, no tengo drama”
―Eso es más allá de su posición de juez.
―Más allá de mi posición de juez. Y siendo juez, menos aún. Tal vez mi pensamiento es un poco arcaico, pero desde chico, desde que estudio abogacía, el perfil que debía tener un juez es el de una persona seria.
―Casi un monje.
―Sí, ponele.
―En una entrevista, la jueza de la Cámara Federal de Apelaciones de Resistencia, María Denogens, catalogó al caso de Aranda como “espantoso” pero aun así deseaba que el exconjuez sea declarado inocente por “el bien de la Justicia”. ¿Coincide con esta apreciación?
―Me estoy enterando recién de las expresiones de la doctora Denogens. Obviamente que uno no quiere que esto suceda en el ámbito de la Justicia. Entiendo que ese pudo haber sido el sentido de esas expresiones. No le hace bien al funcionamiento de la Justicia que sucedan estas cosas. Al doctor Aranda lo conozco desde hace 13 años, por compartir el Colegio Público de Abogados. Mi amistad llegaba a los fines gremiales. Esta es una causa que la está investigando la doctora (y jueza Federal 1 de Primera Instancia de Resistencia, Zunilda) Niremperger con un equipo de fiscales. Quiero creer que deben tener sus razones y sus pruebas como para tomar las decisiones que en esa causa se han tomado.
“A Aranda lo conozco desde hace 13 años, por compartir el Colegio Público de Abogados. Mi amistad llegaba a los fines gremiales”
―¿Cómo le cayó el caso Aranda?
―A todos nos sorprendió la forma en que se desencadenó todo, muy rápido. Ese día estábamos en un proceso eleccionario en el Consejo de la Magistratura de la Nación, en representación de los jueces. La única que sabía de esa situación era la doctora (Niremperger) quien lleva la causa. Ella nos comunicó en ese momento. Justo estábamos votando. Yo por supuesto no le pregunto a ella ni ella a mí los procesos que vamos llevando. En ese derrotero que se suscita ese día, la jueza toma la decisión de que me haga cargo yo. Entonces lo hablamos. Siempre creo que todos son inocentes y para tomar una decisión yo miro las pruebas que hay. Ahí está tu convicción. No somos robots. Por ahí yo voy a opinar una cosa y la doctora otra por una cuestión de pensamiento o posturas. Cada uno tiene su ideología.
―Casi en simultáneo con el de Aranda se dio otro caso en el que también está involucrado un funcionario judicial: me refiero a Ariel Peña, ayudante fiscal en Castelli de las fiscalías de narcomenudeo de la justicia provincial. Peña está acusado de liderar una narcobanda integrada por gendarmes, policías y dealers de la zona de El Impenetrable. Más allá del principio de inocencia, evidentemente algo está pasando en cuanto a cierta connivencia de parte de la Justicia con grupos de delincuentes, que antes no se veía, por lo menos en el Chaco.
―Lo que puedo decir es que todo está siendo investigado. Y lo que se está investigando es una maraña de personajes de la justicia, de las fuerzas federales y provinciales. Evidentemente algo hay.
―También en los últimos meses hubo una gran cantidad de agentes que quedaron detenidos o están imputados en causas vinculadas con el narcotráfico. ¿Cómo se hace para tener confianza con personas que pertenecen a instituciones con estos focos de corrupción?
―Tengo buena relación con los jefes de Escuadrón, que son con los que yo me hablo. Ellos me transmiten lo que hacen sus subalternos. Ellos son los que tienen que confiar o no en su personal.
―Desde el 18 de octubre usted está subrogando el juzgado Federal de Sáenz Peña. ¿Por qué dijo en una entrevista que notó una sensación de “desesperanza” en el personal de ese juzgado?
―Hay que considerar una cosa: desde 2015 ese juzgado no tiene juez titular. Soy el sexto juez que tiene Sáenz Peña en este momento. Todos tienen un modo de pensar diferente, criterios diferentes. En tal sentido entiendo que muchos chicos estaban desesperanzados en la forma en que se estaba trabajando. Me encontré con un grupo humano muy bueno. Son 38 empleados más los secretarios. Del total, un 85% se adaptó a mis pretensiones. El resto no, por diversos motivos.
―¿Cuál era su pretensión?
―Que trabajen. Simplemente.
―¿Usted le planteó que trabajen por fuera de su horario regular?
―Hay un horario de trabajo que se respeta. Yo en mi caso me voy a Sáenz Peña en virtud de un mandato dado por una acordada extraordinaria de la Cámara (Federal de Apelaciones de Resistencia) a la cual le agradezco por la confianza y por eso le pongo todo el empeño. Me llevo mi equipo: un secretario con dos escribientes de acá. Vamos tres días: lunes, martes y miércoles. Llegamos a las ocho de la mañana al Juzgado y me quedo con mi equipo hasta las ocho o nueve de la noche. Y mi escritorio se transforma en el lugar de la vianda al mediodía para comer porque tenemos que optimizar el tiempo que estamos allá y el gran atraso que hay. De acuerdo a las estadísticas, los resultados que estamos logrando son muy buenos. En lo penal, había algo así de 980 requerimientos de otros tribunales sin contestar y ahora estamos en 28. Y otra bandeja de oficios y requerimientos de otras jurisdicciones eran 200 y eso ahora ya se limpió, se contestó todo.
―Usted estará en Sáenz Peña hasta abril de 2023. ¿Qué objetivos pretende cumplir al llegar el final de su subrogancia?
―Mi objetivo, que creo que ya lo estoy cumpliendo aun faltando mucho, es que el juzgado trabaje en tiempo y forma. Hoy a la mañana estaba firmando expedientes y veía que en materia civil y previsional de Sáenz Peña estaba proveyendo escritos de una semana atrás, lo cual es muy bueno. Eso estoy logrando antes de lo previsto. No quita que hay cosas atrasadas, como llamamientos de autos para sentencia de hace 5 o 6 años, en expedientes de daño y perjuicios, que eso la verdad es que me estoy organizando. Mi objetivo en abril es dejar lo más limpio de atraso posible ese juzgado.
“Mi objetivo es que el juzgado de Sáenz Peña trabaje en tiempo y forma”
―En una entrevista usted reconoció que Sáenz Peña es la zona “más complicada” en cuanto al narcotráfico. En este sentido, y luego del desbaratamiento del “Clan Sosa” y de la banda del narco Fernando González, conocido como “Chupachichi”, ¿hay otras bandas que ocuparon ese vacío? ¿Cuál es la situación actual de la zona en este momento?
―El flagelo del narcotráfico es nacional y provincial. Te voy a hablar del tema provincial. A la causa Sosa la tengo yo en Sáenz Peña. La del Chupachichi no te puedo decir nada. Pero lo que estamos viendo son varias cuestiones de no mucha cantidad, pero sí asiduamente. En Resistencia, las causas más grandes de cocaína en los últimos tiempos las tengo yo, en estado avanzado. Este lunes tenemos otra vez la reunión de la Mesa de Lucha contra el Narcotráfico con el gobernador (Jorge Capitanich). En la anterior reunión se abordaron ciertas problemáticas y básicamente la necesidad de colaboración y cooperación entre las fuerzas. Con las fiscalías de narcomenudeo de la provincia tengo muy buena relación. Y con la doctora Niremperger ni hablar, tenemos un buen diálogo. Creo que hay un compromiso muy serio de la provincia de ir a fondo contra el tema del narcotráfico.
―Le quería preguntar su opinión sobre la ley de narcomenudeo que rige en la provincia desde 2015 y que desfederalizó la investigación del eslabón más bajo del narcotráfico. ¿Cuál es su posición sobre esa ley?
―La ley existe. Si es buena o mala, funciona bien o mal, lo vamos viendo. Tal vez habría que articular con las fiscales pertinentes un mejor engranaje en la investigación para tratar de llegar a quien queremos llegar que es al verdadero proveedor de la sustancia tóxica y no quedarnos con el que está vendiendo un porro. No todas las provincias la tienen. Sin ir más lejos, el juez de Reconquista (Aldo Alurralde), que es de la jurisdicción de la Cámara Federal de Resistencia, no tiene narcomenudeo. Y ves un criterio muy dispar al mío o al de Niremperger. Porque lógicamente nosotros no vamos a criminalizar al que fuma un porro porque estamos viendo una escala superior en el narcotráfico, tratando de llegar a esferas más altas.
“La marihuana ya está despenalizada en varios países y no tuvieron ningún tipo de problema”
―Por último, le quería consultar sobre su postura respecto a una posible despenalización de la marihuana.
―La marihuana ya está despenalizada en varios países y no tuvieron ningún tipo de problema. Por eso creo si lo hacés seriamente, con una legislación clara, puede andar bien. Tal vez sea uno de los modos correctos de cortar lo clandestino, las bandas. Por supuesto que tiene que estar perfectamente regulado para que sea serio el trabajo. Y que el Estado sea el organismo encargado de regular. Eso desde el punto de vista estrictamente legal. Desde el punto de vista ético, va a haber mucho para hablar. Hay personas que van a decir que está mal porque es una sustancia prohibida que no podés legalizar, pero en los tiempos en los que estamos viviendo por tal vez sea la solución. Hoy la sustancia que más afecta a los jóvenes es el alcohol. Y se puede comprar en cualquier kiosco.
―En realidad, la despenalización no eliminaría el consumo en sí, que es otra cuestión.
―Claro. Por ejemplo, mi hermano y mi padre fumaban cigarrillos. Y yo nunca fumé. Hay gente que toma una cerveza y al lado va a estar otro que tome agua, y nunca va a tomar cerveza. Pasa por los gustos, el ser de cada uno. Si se legalizan ciertas cosas, no van a salir todos a comprar porque esté legalizado. Creo que la despenalización cortaría la clandestinidad que genera la violencia.