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María Arechavala Viola integra la Fiscalía Antidrogas 2 de Resistencia desde su creación, en 2015. Antes, en calidad de ayudante y, desde febrero de este año, como fiscal. En esta entrevista con LITIGIO, habló de su posición cerrada en contra de cualquier tipo de estupefacientes, incluida la marihuana a la que considera “la puerta de entrada a drogas duras”. Defendió el trabajo que lleva adelante el fuero contra los búnkers y pequeños vendedores, respondió a las críticas contra la ley de narcomenudeo y consideró que los policías del Chaco detenidos recientemente por tener connivencia con los narcos no son la norma en la fuerza sino sólo “manzanas podridas”.

Martes, 9 de agosto de 2022

María Eugenia Arechavala Viola, fiscal antidrogas 2.

Por Bruno Martínez

La gata que ahora hace su entrada en la oficina de la Fiscal Antidrogas N°2 viene a marcar su territorio. Frota su pelaje lustroso y abundante por las patas de las sillas, deja que la acaricien un poco y luego salta y se acomoda en el asiento donde está el saco de este cronista.

Las fiscalías 1 y 2 de narcomenudeo funcionan en una antigua casa chorizo, ubicada en Irigoyen 347, en el centro de Resistencia. Aquí viven dos gatas que un día aparecieron en la anterior sede de Frondizi 359 y que también se vinieron con la mudanza. Una, la que está acá, la más sociable y cariñosa, se llama “Coca” (sí, por cocaína). Y la otra, la que ahora no está, la más tímida y arisca, se llama “Mari” (sí, por marihuana). “Son nuestras gatas, pero no te preocupes porque no  detectan drogas”, dice la fiscal, a modo de broma.

María Eugenia Arechavala Viola tiene 38 años y hace sólo seis meses que está a cargo de la fiscalía. Junto a la N°1 (cuya titular es Natalia Lovey Pessano), tienen jurisdicción sobre toda la provincia en casos de venta y transporte de drogas al menudeo (aproximadamente, hasta un cuarto de cocaína y hasta dos kilos de marihuana). Esta fue la tarea de la cual se hizo cargo la justicia del Chaco en 2015 tras la adhesión provincial a la desfederalización parcial de la Ley de Estupefacientes. Del resto, ya sean secuestros de mayor volumen o bandas organizadas de mayor porte, se continúa haciendo cargo el fuero federal.

En esta entrevista con LITIGIO, la fiscal deja en claro, sin matices, su posición cerrada en contra del consumo de cualquier estupefaciente: está en contra de todos. Reconoce que esta postura puede resultar “anticuada” y “vetusta”, pero ratifica que las drogas blandas, como la marihuana, no son otra cosa más que “la puerta de entrada hacia otras más duras”.

Por otra parte, marca un dato preocupante: el aumento del ingreso de la cocaína al Chaco. Años atrás, la provincia era sólo un lugar de paso. Ahora, se convirtió en una zona de consumo. Y de consumo fuerte. De hecho, hace pocos días se secuestraron 44 kilos de cocaína que estaban escondidos en el cielorraso de una casa abandonada de Barranqueras. Y en abril, fueron casi 10 los kilos hallados en un auto estacionado en Villa Río Negro, en la capital chaqueña. Cantidades nunca vistas en territorio chaqueño.

Respecto de los últimos casos de corrupción policial, en los que se confirmaron vinculaciones con los narcos, la fiscal considera que son la excepción y no la regla. Sostiene que los efectivos antidrogas que trabajan junto a ella son honrados y, sus estilos de vida, modestos. Los corruptos, dice, son sólo “manzanas podridas” dentro de la fuerza, pero remarca que se los debe expulsar y no sólo trasladar, como suele ocurrir cuando la cúpula policial quiere castigar a efectivos indisciplinados.

―En una entrevista que brindaste hace unos meses dijiste que veías que todos hablan del beneficio de la marihuana, pero alertabas que “el cannabis es la puerta de entrada a drogas más duras”. ¿No pensás que es un discurso que quedó vetusto teniendo en cuenta el avance que hay en relación a la regulación legal del cannabis para distintos tipos de usos, como el medicinal e industrial, y también el conocimiento que hay ahora sobre los efectos de la planta?

―Cuando entré al fuero, mi visión respecto a lo que es la marihuana y el consumo de estupefacientes se fue cerrando. Porque ahora veo el resultado y la evolución de las personas que ingresan en el consumo, como afecta su vida. En esa entrevista dije marihuana, pero también considero que es el alcohol, muchas veces. Al que tengo oportunidad de decirle “no consumas estupefacientes”, también le digo “no consumas alcohol”.

―Con la diferencia que el alcohol es legal.

―Claro. Pero el tema es la personalidad adictiva. No todo el mundo puede manejar el consumo. Algunas personas dicen: “Entro, lo manejo y puedo salir cuando yo quiera”. Se ingresa de forma circunstancial, recreativa. Y después se les escapa de las manos. Hace un tiempo fui a Hermoso Campo e hicimos una charla muy linda con chicos del colegio secundario y también del primario. Íbamos a dar nuestra charla antidroga durísima, mostrándoles los allanamientos, y cuando vimos que eran chicos cambiamos el tono del discurso. A esa charla también llevaron jóvenes que estaban en rehabilitación en una granja que maneja un cura de Las Breñas. Ellos contaban que habían ingresado a las drogas para pertenecer a un grupo, al de los chicos “famosos” del pueblo. Entonces ellos decían que empezaron fumando marihuana y terminaron haciendo crack (paco) con la cocaína, perdiendo su vida. Muchos de los chicos eran muy jóvenes, uno tenía 22 años, había sido papá y por este problema perdió el contacto con la hija, con la mujer y con los padres, a quienes les robaba para poder comprar la sustancia. Entonces por más que parezca un mensaje errado, yo considero que es el mensaje correcto, sobre todo para los jóvenes. Considero que en la adolescencia uno está un poco perdido en cuanto a las decisiones de su vida personal.

“Considero que hay que dar un discurso muy claro en contra de las drogas, aunque algunos lo vean como algo vetusto”, sostiene la fiscal Arechavala Viola.

―Parece un discurso de los años ochenta.

―Si, sé que parece un discurso vetusto. Pero es lo que yo veo y lo que me preocupa. Para mí también genera mucha violencia, aunque hay gente que diga que no. A mí me robaron hace poco en la esquina de la fiscalía, y el muchacho estaba drogado. Y al momento de ir al procedimiento y encontrar mis elementos, también estaba drogado. Había vendido las cosas para conseguir drogas. Por eso considero que hay que dar un discurso claro.

“Cuando entré al fuero, mi visión respecto a lo que es la marihuana y el consumo de estupefacientes se fue cerrando”

―Mencionaste que tu postura sobre el consumo de sustancias ilegales era más laxo antes de ingresar a la fiscalía antidrogas. ¿Qué pensabas antes?

―Pensaba como piensa la sociedad hoy en día, teniendo un conocimiento sesgado de lo que es el negocio. Como todo el mundo, consideraba que era algo que no era tan perjudicial. O de última, siempre que no afecte la moral ni a terceros, que lo consuman. No me parecía mal. Pero hoy veo que hay muchos chicos que están consumiendo estupefacientes. Veo gente afuera de los colegios vendiendo estupefacientes. Y veo que los chicos están perdidos. Hay un doble discurso. Creo que les soltamos la mano los adultos, los padres, iglesia, colegios, centros deportivos. Todos. Más allá que mi discurso parezca anticuado, creo que hay que marcarles qué es lo que está bien y lo que está mal. Cuando voy a dar las charlas antidrogas, muestro los resultados del consumo de cocaína. No sé si sabías que te perfora el paladar. Bueno, hay gente que nunca en su vida vio eso. Y no saben. O el mismo deterioro físico que tienen las personas al consumir estupefacientes. Yo se los muestro a las chicas, por ejemplo. Cómo es el antes y el después. Se nota en la cara: parece que pasaron cien años siendo que sólo pasaron cinco de consumo.

―En abril se generó una polémica en relación a unos folletos que distribuyó el Municipio de Morón. Esos folletos que tenían como público objetivo a los jóvenes, apuntaban a la reducción de daños, dando información respecto al uso de marihuana, cocaína y pastillas. ¿Qué pensás de campañas de este tipo?

―Eso me pareció una aberración. No tiene que ser el discurso de “drógate y no pasa nada”. Porque cuando te drogas pasa un montón. Vuelvo a la charla de Hermoso Campo, que me pareció genial. Uno de los nenitos le preguntaba a uno de los chicos que estaba en la granja de recuperación que sentía cuando consumía estupefacientes. Y el chico le respondió que él le podía contar lo que él sentía, pero también le tenía que contar lo que los demás de su alrededor sentían. “Yo me sentía feliz”, decía él. “Me sentía tranquilo, bien. Pero mi familia me dijo que en ese momento, robé, le pegué a mi novia, hice tal cosa, hice tal otra”, contó este chico. Me parece que si a vos te dicen “consumí despacio” o “fíjate que el que te venda sea de confianza”, no es ese el discurso. No me parece para nada informativo. No suma.

―Lo que se planteaba desde el municipio es que este tipo de campañas apuntaba a salvar vidas.

―¿En qué sentido?

―Que, al explicarle a un chico, que ya tenía previsto consumir alguna droga, cómo tiene que hacerlo para que no le haga tan mal, le va a salvar la vida en ese momento. La campaña no apuntaba a evitar que se droguen, sino a evitar que se mueran.

―Pero le perjudicás la vida, para el resto de su vida. La misma cantidad de plata y tiempo que invertiste para imprimir esos panfletos lo podías haber invertido en hacer una buena charla y contención contra las drogas. Canalizar esa misma energía para hacer algo mejor. En lugar de hacer reducción de daños, hacé prevención de daños. Lo otro: estamos hablando de lo que es la legalización de la marihuana, que es a lo que tiende todo, pero no tenemos centros de salud para hacer rehabilitación, ni hospitales, ni lugares para atender esa clase de problemática una vez que esto avance. Hace un tiempito vino una persona del Sedronar (Secretaría de Políticas Integrales sobre Drogas de la Nación Argentina), y estuvimos hablando de lo que fue la legalización de la marihuana en Uruguay. Y me contaba que estaba habiendo un retroceso en esa legalización.

―¿Por qué?

―La marihuana que se vende está regulada en su THC (el componente psicoactivo del cannabis). No te venden el THC como sale de la planta, sino que está regulada la cantidad de THC para que no genere tanta adicción o efectos no deseados. Lo que sucede es que las personas que son consumidoras, esa marihuana controlada ya no la quieren consumir y es por eso que volvieron al mercado ilegal para consumir la sustancia con un THC más elevado. Es decir que ese mercado paralelo sigue existiendo. No es que lo solucionaron. Las farmacias que se encargaban de vender, hoy en día no quieren vender más porque generaba mucha violencia el hecho de que a veces no tenían para vender entonces la gente que iba a comprar se ponía muy violenta. Se han dado casos en donde fueron agredidos por consumidores.

―Evidentemente estás en contra de que se legalice la marihuana en Argentina.

―Creo que nos faltan muchos elementos de lo que va a ser el consumo de estupefacientes. Nos falta prevención, información, centros de salud en caso de que esto se vaya de las manos. Si bien hay centros de consumos problemáticos, la rehabilitación es voluntaria. Y así mismo por ahí salir de eso es muy difícil. Van a un par de reuniones y recaen. Y se reinicia el ciclo. Es un problema de por vida, que afecta a la persona y a la familia.

―Hablemos de la labor en sí del fuero de narcomenudeo. ¿Ustedes cuentan con los recursos para atender a toda la provincia?

―Nosotros somos dos fiscalías, con un total de 14 personas, entre secretarios, proveyentes, ayudantes fiscales, las fiscales y, en cada circunscripción, un ayudante fiscal. Nosotros trabajamos a su vez con las fuerzas antidrogas de la policía del Chaco, pero en cuanto a la parte administrativa y judicial, no damos abasto. Trabajamos mañana, tarde y noche para poder dar respuesta.

―¿Qué cantidad de causas tienen abiertas?

―La fiscalía 2 tiene aproximadamente 450 causas en trámite y la fiscalía 1 tiene un poco menos, unas 420.

―¿Cuántas son de consumidores?

Imaginé que me ibas a preguntar eso: consumidores no agarramos. Eso siempre aclaramos. Se hacen controles vehiculares o de prevención que hace la policía, que por ahí suelen detener a una persona y encuentra lo que sería para consumo personal. Lo que es para consumo personal se secuestra, salvo que tuviera el REPROCANN (Registro del Programa de Cannabis). En ese caso no se secuestra.

―¿Hasta cuánta cantidad se considera de consumo personal?

―Se secuestra igual porque está prohibido tener estupefacientes, en cualquier cantidad.

―¿Hasta un porro?

―Si, un porro. Todo se secuestra. Si no tiene REPROCANN, se secuestra lo que se encuentra: dos gramos, tres gramos. Pero igual, la persona queda en libertad. Hasta 20 gramos de marihuana y 5 gramos de cocaína se considera para consumo personal. O sea que, si lo paramos, y encontramos eso, solamente se le secuestra la sustancia.

Uno de los tantos operativos contra consumidores que publicita la Policía del Chaco.

―¿Se lo lleva a la comisaría?

―No. Ni siquiera se lo identifica. Se hace un acta de secuestro, pero no figura el nombre. Es decir que no queda como antecedente. Acá es sólo un número de expediente.

―¿Qué pensás del REPROCANN, el sistema que autoriza a tener un cultivo controlado de cannabis con fines medicinales o terapéuticos?

Yo tengo un tema muy particular con el REPROCANN. Hay una causa que tenemos en San Martín, que apareció por todos lados porque quedó detenido a pesar de tener el REPROCANN. Esta persona fue detenida por la anterior fiscal, pero yo coincido totalmente con su postura. La persona tenía el REPROCANN y cuando ellos, los usuarios, lo tienen consideran que pueden sembrar libremente y hasta pueden vender la sustancia. Y no es así. El REPROCANN lo que hace es autorizar a la persona que tiene alguna patología a tener estupefacientes. No sé si la gente no lo entiende o aprovecha el gris para hacer su negocio, pero me ha tocado allanar lugares donde tienen no solamente cultivo indoor, sino también un montón de plantas sembradas afuera de la casa, con más de 600 gramos de cogollo, balanza de precisión, etcétera. Por eso considero que algunas personas se están valiendo del REPROCANN para vender estupefacientes.

―¿Se hicieron procedimientos en casa de personas que tenían el REPROCANN y estaban en regla?

―Sí, se hicieron.

―¿Y qué ocurrió?

―Se les devolvió todo. Así como entramos, salimos.

― De acuerdo a tu experiencia, ¿qué drogas ilegales se ven con mayor asiduidad en los allanamientos en el Chaco?

―Las fiscalías antidrogas comenzaron a funcionar en 2015 porque se dividió la competencia entre la justicia provincial y federal. La federal estaba abarrotada de causas de lo que era narcotráfico y contrabando en general, no sólo de estupefacientes. Por eso nacimos nosotros, que nos encargamos del último eslabón de la cadena. Lo que más veíamos en esa época era la marihuana prensada, el famoso “paraguayo”. Resistencia estaba inundada. Después fue evolucionando. Ahora lo que estamos encontrando mucho es cocaína, se ve muy poco prensado y empezó a verse mucho en los operativos el cogollo. Nos tocó un par de veces encontrar LSD y éxtasis, pero muy poco. Gracias a Dios no hay paco.

“Antes, secuestrabámos mucha marihuana prensada, el famoso ‘paraguayo’. Ahora, lo que vemos es mucha cocaína”

―En cuanto a la cocaína, y teniendo en cuenta el volumen de los últimos secuestros, está claro que la provincia dejó de ser un lugar de paso y se convirtió en una plaza de venta.

―Exacto. Yo antes de ser fiscal fui ayudante fiscal. Y si por algún motivo mi ayudante no puede ir, voy yo. En el caso de los 9 kilos (secuestrados en Villa Río Negro) fui yo a ese procedimiento. También me tocó ir a un procedimiento en donde cuando vamos a ingresar había una persona de 75 años afuera. Yo le pido que le hagan la requisa porque es algo de rutina. Y ahí nos dimos cuenta que esta persona era consumidora de cocaína. A esa edad. Nosotros por ahí pensamos que esto se da solamente en persona jóvenes, pero no es así. Lo que te quiero resaltar es cómo el consumo de estupefacientes está creciendo tanto que incluso personas de tanta edad también son consumidores y también caen en esta problemática.

―¿Se puede determinar de dónde viene la cocaína que ingresa al Chaco?

―Nosotros no, porque nos dedicamos al último eslabón de la comercialización. Pero sí sabemos que está viniendo de Bolivia y de Brasil, vía Paraguay. Esto te lo digo de oído porque no es lo que investigo, pero es lo que medianamente se sabe. De esto se tiene que encargar la Justicia Federal. La idea, justamente, era combatir de ambos lados: ellos (por la justicia Federal), evitando que ingrese la sustancia y nosotros combatiendo el narcomenudeo desde los barrios, en la venta directa al consumidor. Esa es la estrategia.

―Por una cuestión poblacional, supongo que las zonas en donde más operativos se hacen son en Sáenz Peña y Resistencia.

Si. Nosotros tenemos zonas puntuales en Resistencia como lo es Villa Properidad.

―Una de las zonas más pobres de la ciudad.

―Tal cual. Siempre coincide. Muchas veces es una salida rápida que tienen las personas: plata fácil. Y por ahí caen en la tentación de vender. Nosotros somos conscientes de eso. Y también sabemos que los grandes comerciantes de estupefacientes buscan a esta clase de personas. En ocasiones, te da lástima, pero no es nuestra función. Nosotros venimos a aplicar la ley y trabajamos con la policía de la provincia del Chaco, con la que venimos teniendo excelentes resultados. Justo hoy me pasaron las estadísticas porque continuamente nos mantienen informados.

―¿Cuáles son los resultados generales de este año?

―En toda la provincia, en lo que va del año, se hicieron 225 allanamientos por drogas. Y procedimientos de calle, donde hay consumidores y no consumidores (porque en ocasiones se encuentran sólo los vehículos abandonados con la sustancia), tenemos 779. En total, tenemos secuestrados 258 kilos de marihuana y 14 kilos de cocaína. Los 44 kilos de cocaína que secuestraron en Barranqueras pertenecen a la Justicia Federal.

La Policía del Chaco junto a la Fiscalía Antidrogas 2 lograron el secuestro de más de más de nueve kilos de cocaína que estaban en el interior de un auto en Villa Río Negro.

―Hace unos meses, la Defensora General Adjunta, Gisela Gauna Wirz, publicó un artículo muy duro contra la ley provincial 2304-N, también conocida como “de narcomenudeo”, que desfederalizó parte de la ley de estupefacientes y creó las fiscalías antidrogas. Dijo que, por el costo que le significa al Estado, si no se reciben los fondos que en su momento prometió el gobierno nacional, no queda otra alternativa que derogarla porque directamente es inviable. También cuestionó el aumento de la taza de prisionalización que generó en la provincia, sobre todo de mujeres pobres, y la baja eficacia para frenar a las bandas organizadas. ¿Cuál es tu postura en relación a estas consideraciones?

―Considero que el tema de criminalizar mujeres es un poco exagerado. Tenemos tanto mujeres como hombres. No veo en qué sentido ella considera que estemos criminalizando mujeres. Sabemos que para las personas la venta de estupefacientes es una salida rápida. Pero no es lo correcto. Está prohibido. Si no lo hacemos nosotros, lo va a tener que hacer el fuero federal. Es decir que no es por nuestra existencia que estas personas están detenidas. Incluso había leído una entrevista que le hicieron en LITIGIO a la Defensora General (Alicia Alcalá) cuando decía que nosotros habíamos “llenado las cárceles de detenidos”. Y me preguntaba que si nosotros estamos llenando las cárceles de detenidos es por algo, y no porque sea nuestra propia voluntad salir a detener. Sino que hay mucha droga en la calle. Y eso de que llenamos las cárceles tampoco es cierto, porque hicimos un informe de cuantos detenidos tenemos en el fuero. Muchos de ellos tienen prisión domiciliaria, como es el caso mayoritario de las mujeres que en su gran mayoría tienen hijos. Así que tampoco es cierto que ellas estén detenidas en lugares de alojamiento y tampoco es cierto que sean en su mayoría mujeres que estén detenidas.

―¿Y en relación al costo?

―Nosotros somos poquitos los que conformamos el fuero. Es cierto que Nación nunca mandó los fondos que antes estaban destinados a la Justicia Federal. Es una deuda que tiene Nación con nosotros. Pero de todas formas, en lo que va del año, secuestramos casi 8 millones de pesos en efectivo. No te digo que con eso vamos a mantener el fuero…

―¿Esa plata vuelve al mismo fuero?

―Esa plata va a un fondo del Poder Judicial que tendría que ser utilizado para combatir la venta de estupefacientes y la rehabilitación de personas. Y en lo que va de la creación del fuero tiene que haber más de 48 millones de pesos secuestrados.

―Resulta un tanto extraño que el fuero se financie con la misma plata que secuestra.

―No, nosotros no nos financiamos así. Ese fondo va al Poder Judicial. Ese dinero está a disposición.

―Desde la Justicia Federal también se cuestiona la existencia de la ley de narcomenudeo. La jueza, Zunilda Niremperger, dijo que en algún punto se rompió la línea investigativa porque en el fuero local la investigación termina con el bunker desbaratado, con el vendedor al menudeo detenido, pero con la banda criminal totalmente activa porque se termina atacando lo más bajo de la cadena. ¿Cuál es tu postura?

―Considero que no es así, principalmente porque la información que nosotros tenemos la compartimos. Desde que hallaron los 9 kilos de cocaína (en Villa Río Negro), yo tengo una comunicación fluida con el doctor (y juez Federal de Primera Instancia Nº2 de Resistencia, Ricardo) Mianovich. Con él nosotros compartimos información. Lo otro que tenemos son escuchas, pero nuestras escuchas son diferidas: no es que te escuchamos en el momento. Por ahí, cuando nuestras causas ya tienden a ser para la Justicia Federal, nosotros inmediatamente nos declaramos incompetentes. No es cierto de que se corte la comunicación o que nosotros impidamos de alguna forma que ellos puedan arribar a la información. Nosotros agarramos el último eslabón. Eso no va a impedir que ellos sepan si la droga viene de Bolivia, de Brasil o de otros lados. Ellos nunca se encargaron de ese último eslabón. Por eso a nosotros nos crearon para abarcar a ese tramo que ellos nunca abarcaron. Si nunca lo hicieron, hoy en día nosotros tampoco podemos estar cortando esa información porque ellos nunca se encargaron.

―¿La Justicia Federal del Chaco nunca hizo allanamientos en búnkers de drogas de la zona?

―Narcomenudeo nunca hicieron.

―¿Y cómo se hacía antes de 2015?   

―Se hacía a gran escala. O sobre intermediarios, que son personas que abastecen puntos de venta. Es decir: vehículos que vayan con 10 kilos de cocaína o 20 kilos de marihuana. Las investigaciones que hacen la hacen a gran escala y no empiezan con los chiquitos, con los que nosotros nos encargamos. Ellos empiezan con los grandes. Nunca lo hicieron así. Nosotros la forma que tenemos de llegar a los grandes es a partir de las escuchas. No es que nosotros detenemos a una persona y esa persona te va a contar que vende para Fulanito o Zutanito.

―¿En general, nadie habla?

―No, nadie habla.

“Los integrantes de la Policía del Chaco, en su gran mayoría, no son corruptos. Sí considero que hay algunas manzanas podridas que se las debe expulsar”

¿Considerás que hay cada vez más connivencia entre las bandas narco y la policía del Chaco? Te lo pregunto teniendo en cuenta lo que pasó en julio en la comisaría Duodécima, cuando la Justicia Federal detuvo a tres policías por plantar droga en armado de causas y proteger a dealers de la zona. Y también por un hecho que vos denunciaste el 28 de marzo pasado, cuando dos oficiales subalternos y tres suboficiales de la División Transito y Seguridad Vial Metropolitana, que realizaban un control en uno de los accesos a Resistencia, dejaron escapar a una camioneta con cocaína. Son sólo dos ejemplos, aunque hay varios más.

―No sé si decirte que existe connivencia. Pero, si vamos a lo diario, sabemos que hay mucha corrupción en muchas partes. Pero no son la gran mayoría y no son todos. Yo trabajo mayoritariamente con lo que es el Departamento Antinarcóticos. Las personas que trabajan ahí, yo los veo todas las mañanas con sus propios recursos, sus propios medios, sus propios vehículos haciendo tareas investigativas en los barrios. Hacen a pulmón las cosas. Yo no veo que sean personas corruptas.

El 16 de julio pasado detuvieron a tres policías acusados de proteger a una dealer del barrio Santa Catalina y de armar causas “plantando” estupefacientes.

Es decir que para vos la Policía del Chaco, como institución, no es una fuerza corrupta.

―Veo que por ahí se ve teñido su trabajo porque hay personas que son corruptas, pero las fuerzas policiales en su gran mayoría no son corruptas. Puede ser que haya alguna que otra manzana podrida. Pero no todos. Y lamentablemente estas personas existen. Mi opinión es que hay que hacer lo que se hizo. Considero que la jueza Niremperger hizo un excelente trabajo (al detener a los tres policías de la Duodécima) y es lo que corresponde. Si hay alguien que está en esas condiciones, que es corrupto, hay que sacarlo. Y sacarlo no es trasladarlo.

 

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