Compartir

Es el segundo caso que llega al Máximo Tribunal. El Instituto Nacional de Semillas denunció que “no hay duda” de que el pedido “recae sobre materia viva no patentable”. Las irregularidades.

Lunes, 8 de agosto de 2022

Por María Soledad Iparraguirre 

Bayer-Monsanto llevó a la Corte Suprema el reclamo por su supuesto derecho de patente sobre una secuencia genética que tolera mayor cantidad de glifosato. Se trata del MON 89788, herbicida líder comercializado por la firma. Es el segundo caso en que la multinacional exige copyright ante el Máximo Tribunal. Especialistas advierten el peligro que puede ocasionar un fallo a favor de la privatización de semillas.

Monsanto sostiene que la “robusta tolerancia” de su producto aumenta el rinde en un 7% y que la semilla modificada debe reconocerse como su propiedad. Ese reclamo obtuvo una sentencia favorable de la Sala I de la Cámara Federal Civil y Comercial de la Ciudad de Buenos Aires, en un derrotero judicial “plagado de irregularidades” según el letrado Fernando Cabaleiro, que dirige la ONG Naturaleza de Derechos.

Según apunta la organización, el dictamen favorable le reconoce “el derecho de propiedad sobre material genético vegetal y de modo indirecto, potestad sobre las semillas, dado que los genes forman parte de modo inescindible de las mismas. La sentencia viola arteramente el derecho vigente que establece la no patentabilidad de las plantas. La justicia ignoró abiertamente la incidencia colectiva del caso, resolviéndolo a espaldas de la población”. El derrotero de irregularidades continuó en la Corte que asignó la causa a la Secretaría Judicial de Derecho Administrativo, “cuando debió hacerlo a la Secretaría Ambiental, dejando sin analizar las implicancias ambientales del caso”.

El Instituto Nacional de Semillas (INASE) intervino en la causa a través de un escrito en el que se presentó como amicus curiae. El ex presidente del organismo, Joaquín Serrano (que fue reemplazado en febrero por Obdulio San Martín), indicó que «no hay duda que la patente solicitada recae sobre materia viva no patentable y, en todo caso, la innovación queda comprendida en el régimen de la Ley 20.247 (Ley de Semillas) atento a que el derecho de obtentor es una materia específica y regulada por un sistema distinto al de patentes».

El reclamo anterior de la firma finalizó de modo desfavorable para la firma cuando en 2018 quedó firme una sentencia de la Sala III de la Cámara Federal Civil y Comercial de CABA que rechazó la exigencia de derechos de patentes sobre las semillas. En abril de 2019 lo confirmó la Corte.

En nuestro país se aprobaron 65 eventos transgénicos y solo tres de ellos escapan al monopolio de las multinacionales, como el Trigo HB4, de reciente –y cuestionada– aprobación. Son plantas modificadas con el objetivo de evitar las malezas y aumentar el rendi-miento en los cultivos. Representan paquetes tecnológicos que se asocian a una mayor cantidad de uso de herbicidas y pesticidas. En su Antología Toxicológica del Glifosato, Eduardo Martín Rossi señala que el evento “MON 89788 lejos está de dar un beneficio a la sociedad; todo lo contrario, ya que se asocia a un agrotóxico, el herbicida glifosato considerado agente cancerígeno”.

El rol de la ciencia en el reinado del agronegocio

Guillermo Folguera es Doctor en Ciencias Biológicas por la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la UBA, filósofo e investigador independiente del Conicet. En diálogo con Tiempo se refiere al rol de la ciencia en un contexto de avances tecnológicos fuertemente asociados al modelo del agronegocio: «La ciencia debe blanquear, reconocer cuales son los objetivos trazados. Debemos preguntarnos si se trata de una ciencia mercantilizada o de una ciencia al cuidado de la salud y la naturaleza. Hoy tenemos una falta de direccionalidad dentro de las políticas científicas en torno a medidas de prevención y cuidado, y una no direccionalidad de recur-sos humanos y materiales. El ejemplo más claro es la aprobación del trigo HB4. ¿A qué sectores beneficia este trigo transgénico, cual es la necesidad del Estado argentino del HB4? Es un claro factor contaminante que viene con un paquete tecnológico proveniente del sulfato de amonio (herbicida de alta toxicidad); es una tecnología que promete mayores desmontes y deforestaciones, particularmente en el noroeste, y conlleva un proceso de aceleración de la pérdida de pequeños agricultores en nuestro país».

¿Cómo opera la lógica del reclamo de patentes en este contexto? Responde Folguera: «La lógica de las patentes también tiene un acento fuertemente privatista, claramente acelerada desde la década de los noventa. No es casualidad que se estén dando dos procesos independientes que parecen alineados: por un lado una ciencia direccionada fuertemente a los sectores concentrados pero a su vez una precarización de lo científico. Es interesante ver cómo dialogan estos dos procesos porque construyen imaginarios hacia dentro de la comunidad científica. Los laboratorios científicos se vuelven grandes quioscos buscando financiamiento y actuando al ritmo de los grandes inversores».

Aprobaron otro maíz transgénico multirresistente

En una de sus últimas acciones como Ministerio, el área de Agricultura, Ganadería y Pesca de la Nación dictó una resolución en la que aprobó la comercialización de una nueva semilla de maíz transgénica multirresistente a herbicidas. La Secretaría de Alimentos, Bioeconomía y Desarrollo Regional autorizó el lunes 1 de agosto un híbrido desarrollado por Corteva Agriscience. El sitio infocampo detalla que se trata de una semilla «con múltiple resistencia a aplicaciones de herbicidas: puede tolerar el uso de glifosato, glufosinato de amonio, defensivos de la familia de los “fop” (Haloxifop, Quizalofop, Diclorprop), MCPA y productos a base de 2,4-D». La autorización también avala «los eventos acumulados intermedios que surjan de las combinaciones de sus parentales y de toda la progenie derivada de los cruzamientos de estos materiales con cualquier maíz no modificado genéticamente”. Es el 37° maíz OGM aprobado en la historia argentina, desde la primera semilla transgénica en 1996.

 

Fuente: Tiempo Argentino 

 


Compartir