María Luz Juliano es abogada, activista cannábica y fundadora de la ONG “Cannabicultores Necochea y Quequén”. En esta entrevista con LITIGIO, valoró los avances que hay en cuanto a la legislación del cannabis medicinal y el cáñamo industrial, pero remarcó que es necesaria una derogación o actualización de la ley de drogas para que los usuarios no sigan siendo perseguidos por la Justicia.
Jueves, 2 de junio de 2022

Por Bruno Martínez
La relación entre la marihuana y la legislación argentina es complicada. Por un lado, existe jurisprudencia de la Corte Suprema que establece que el consumo personal de cannabis no debe penalizarse (fallos “Bazterrica” y “Arriola”); hay una ley, la 27.350, que autoriza el uso terapéutico y, además, el presidente de la Nación, Alberto Fernández, promulgó recientemente el marco regulatorio para el desarrollo de la industria del cannabis medicinal y el cáñamo industrial, que promueve la investigación científica de la planta y sus derivados. Pero, por otro lado, y a pesar de todo lo anterior, continúa vigente la ley de drogas que la prohíbe.
Como ejemplo de esto, la revista THC destaca que cada vez más personas se inscriben en el Registro del Programa de Cannabis (REPROCANN) que permite el cultivo personal, solidario y colectivo de cannabis medicinal. Pero también alerta que hasta la mera tenencia de una semilla sigue siendo considerado delito. Las detenciones y allanamientos de personas que usan y cultivan cannabis, incluso teniendo el REPROCANN, son parte de la escena diaria tanto en el Chaco como en el resto del país.
Para descifrar qué está ocurriendo y hacia dónde va la legislación, LITIGIO dialogó con María Luz Juliano. Juliano vive en la localidad bonaerense de Necochea, es abogada, activista cannábica y fundadora de la ONG “Cannabicultores Necochea y Quequén”. Su apellido puede sonar conocido porque en efecto lo es: su papá era el destacado juez y director ejecutivo de la Asociación Pensamiento Penal, Mario Juliano. Fallecido en octubre de 2020, el magistrado siempre acompañó la militancia de su hija, incluso de manera pública.
―¿Cuál es la situación legal de la marihuana hoy?
―La realidad es bastante extraña. Está bastante complicado. Muchas veces los usuarios o cultivadores se ven dentro de un gris legal en el cual algunos de sus derechos podrían estar cubiertos por la ley medicinal y en otros no. Y por otro lado se sigue persiguiendo al usuario. Hasta que no terminen de derogar o actualizar la ley de drogas, despenalizando totalmente la planta de cannabis, estos grises se van a seguir dando. De hecho, se dan todos los días, incluso con usuarios que ya están registrados.
―¿Por qué crees que no se avanza entonces hacia una despenalización total de la marihuana?
―Buena pregunta. Creo que estamos muy cerca de que eso suceda. De hecho, estos últimos años así lo han demostrado. Primero con la ley de cannabis medicinal y ahora con la de cáñamo industrial, que se dictó hace muy poquito y falta sólo la reglamentación, pero ya está la ley promulgada. Sin lugar a dudas, así como hay tanta gente a favor, luchando por esto hace tanto tiempo, todavía quedan personas que no quieren dejar los prejuicios y tabúes de lado.
―En 2008, hubo un intento de censura a la presentación de la revista de cultura cannábica THC en la Feria del Libro de Resistencia. Dos diputados y un cura dijeron que era una publicación que hacía apología del delito y que quienes integraban la revista eran narcotraficantes camuflados de periodistas. Visto en retrospectiva, resulta un hecho totalmente bizarro, que pareciera que ocurrió hace cientos de años, en un mundo totalmente distinto al de hoy. ¿Considerás que la militancia cannábica ganó esa batalla cultural?
―Sin lugar a dudas en todo el país se está ganando una batalla cultural muy importante en lo que es materia de cannabis. Y sin lugar a dudas ha sido relevante el cambio cuando se hizo notorio el uso medicinal de la planta. A partir del conocimiento popular de los usos medicinales hubo una aceptación mucho más rápida en todo el país.
―¿La cuestión de la salud abrió un camino?
―Sin lugar a dudas. Eso abrió el camino y no sólo en Argentina sino en otros países. Si miramos hacia atrás, en los países más legislados en esta materia siempre se comenzó a dar el primer paso en materia de cannabis medicinal para después seguir debatiendo el uso adulto y la industria. En lo relacionado a la industria, ya fue debatida y salió una ley. Pero todavía está pendiente el uso adulto.
―En el Chaco, al igual que en el resto del país, además de los secuestros de la sustancia en sí, se dan incautaciones de plantas. Y en muchos casos, las pericias que se realizan son bastante elementales, algo que perjudica directamente al potencial imputado. ¿Considerás que falta capacitación en los peritos?
―Es que directamente no tendrían que secuestrarlas porque no deja de ser una simple planta. Y en realidad la potencialidad que esa planta tenga, después de producir los cogollos y las flores, dependen de muchísimos factores. No todas las plantas van a dar la misma producción de flores. Claramente no va a ser lo mismo una planta que esté en tierra, una que esté en un indoor, una que esté en un invernadero, un cultivador que sepa, uno que no sepa. Una planta cuidada, otra descuidada, con plagas. Son tantos los factores que para esto un perito debería ser un ingeniero agrónomo o que sepa de botánica. Porque no es que vos viendo una planta decís: “Ah bueno, esta planta va a dar tantos gramos de cogollos”. No. Es bastante relativo. Y únicamente sirve de eso la flor hembra, los cogollos, que son los que tienen las propiedades. Además, tiene que estar seco, separado de las hojas y de las ramas. Ni hablar que no tiene que pesarse la maceta.
―¿Se citan a ese tipo de peritos en las causas?
―Sé que en algunas causas grandes se citó a gente de la revista THC, que se consideran que son personas que saben del tema.
―En “Porro”, un podcast muy interesante que conducen Mauro Eyo y Mike Urrere, escuché que se refirieron al viejo mito que dice que la marihuana era la puerta de entrada a drogas más duras. Lo que planteaban ellos era que, en realidad, la puerta de acceso es el “dealer”, el vendedor de drogas, con quien se da el “efecto góndola”: te ofrece lo que tiene. Y es por eso que la regulación legal y el autocultivo es la mejor respuesta para evitar todo esto. ¿Coincidís?
―No estoy tan de acuerdo. Seguramente existe esa realidad del dealer que ofrece otra droga, pero hoy por hoy creo que no funciona tanto así, por lo menos con la juventud que va a iniciarse. Hay mucho de lo que es el autocultivo, que la gente ya quiere cada vez más acceder a eso y no ir a comprar. Pero ponele que las personas que por algún motivo no pueden cultivar, van y compran. Si ellos quieren comprar flores no es que van a terminar comprando merca porque les ofrecieron. Saben que van a comprar flores. Tampoco la gente es tan estúpida. Pienso que la puerta de entrada a cosas peores es el alcohol, que es algo legal, de venta libre. Y que todo el mundo accede como si nada. Y el alcohol sí te abre las puertas a la violencia, a perder noción de lo que uno dice o hace, o incluso a querer consumir otras cosas. No creo que el cannabis sea un ejemplo de entrada a nada. Hay personas que sostienen que es la puerta de salida, porque el cannabis terapéutico se utiliza como paliativo para personas que tienen que salir de otras adicciones realmente duras. Ellos han encontrado en el cannabis una puerta de salida.
―Al mencionar la posibilidad de la legalización total, se habla mucho del “uso recreativo”, pero vos preferís usar el término “uso adulto responsable”. ¿Cuál es la diferencia?
―El uso recreativo es un término que quedó desactualizado de lo que es la realidad de los usuarios. Uno piensa en uso recreativo y piensa en que se fumó un porro para ir al boliche, para divertirse. Y no es la realidad de lo que es el uso adulto responsable porque puede ser que simplemente sea parte de su día a día. Esto abre otro debate porque todo uso adulto también en cierto punto es terapéutico por más que esa persona no tenga una enfermedad. De alguna forma le está haciendo sentirse mejor. Por eso es tan amplio el registro.
―Y el otro término que utilizás es “responsable”. Contame de eso.
―Hablo de uso responsable porque obviamente como con cualquier cosa que uno haga en su vida lo tiene que hacer de manera responsable. Por ejemplo, no usarlo antes de manejar una máquina pesada o un vehículo. Usalo siempre que no te ocasione un daño a vos ni a otra persona. Y tampoco en situaciones en donde podés estar molestando a alguien. No vas a ir a la puerta de una escuela, delante de los nenes y tirarle el humo en la cara. Por más que tal vez si hicieras lo mismo con tabaco nadie te diga nada. Ser responsable es dar una buena imagen que somos personas que estamos sumando a la sociedad y no por consumir cannabis somos delincuentes o vamos a ser malas personas.
―¿Los médicos están predispuestos a hacer recetas para el REPROCANN o ves que hay algunos que están reacios?
―Por suerte hay un montón de médicos. Día a día se van sumando. Hace un año que abrió el REPROCANN. Al principio era difícil pero ya con un año de registro podemos decir que día a día hay cada vez más médicos nuevos trabajando en esto, capacitándose. Realmente hay muchísimos médicos, muy piolas. Es muy fácil acceder al REPROCANN. Con otro compañero activista creamos la academia de “Les Green Doctors”, que son los médicos más capacitados en cannabis y el REPROCANN para facilitar el acceso y hacer una buena experiencia. Llegamos a tener unos 20 médicos capacitados y ahora estamos con 10 u 11 médicos. Que yo conozca virtualmente hay 200 trabajando. Y en el país hay muchos más. Obviamente que dentro de los médicos hay de todo, con otra mirada sobre el tema. Por suerte hay médicos jóvenes que también son cultivadores y usuarios, que tienen otra mirada. Que se capacitan. Hoy por hoy hay muchas capacitaciones en universidades de todo el país sobre el cannabis terapéutico.
―¿Notás que hay abusos en los precios para entregar las recetas?
―El tema de los honorarios, en lo que son los Green Doctors, para hacer el trámite y la consulta, anualmente se cobran 5 mil pesos. Es decir que el usuario paga ese precio, tiene una videoconsulta con el médico y le hacen toda la parte administrativa del registro. Eso es lo que nosotros pusimos de tope para los médicos que recomendamos para tratar de que se mantenga accesible. Incluso para aquellos que no tienen esos recursos también tenemos un programa solidario para la gente que no pueda pagar, o lo puede hacer en menor proporción, tenga facilidad en el acceso. Pero fuera de nuestro grupo de médicos, cada uno cobra lo que quiere. Sé que están cobrando mucho más caro. El REPROCANN en sí es gratis. Lo que pagás es al médico que te va a hacer la consulta y la receta.
―¿Y por qué desde la Salud Pública no se hacen recetas de cannabis terapéutico?
―Porque no hay recursos destinados al programa. El programa de por sí tienen pocos recursos y no funciona a la perfección. Hay muchas quejas de su funcionamiento. Tengo entendido que breve se estaría mejorando el sistema y resolviendo algunas cuestiones, pero la realidad es que si bien el REPROCANN fue un antes y un después, tiene muchas falencias. Es un sistema bastante precario para la magnitud de gente que lo requiere, lo cual genera en el día a día muchos problemas. A partir de ahí, ir a un hospital y esperar a que te lo hagan gratis, lamentablemente no estamos cerca de eso todavía. Sería un sueño. Las prepagas están cubriendo un porcentaje de la teleconsulta como en cualquier otro tema. Pero la realidad es que, si una persona se acerca a un centro de salud u hospital y pide por el trámite, no se lo van a hacer desde ahí. Lo va a tener que hacer de forma particular, lamentablemente. No debería ser así.
―¿Qué tipo de patología tiene que tener una persona para que se le recete cannabis medicinal?
―No hay un listado de patologías. El registro es medicinal, terapéutico y paliativo. Es decir que la persona con cualquier indicación médica de cualquier tipo ya está avalada para entrar el programa. En cualquier aspecto que vea su vida mejorada con el cannabis, así sea dormir mejor, comer mejor, tener mejor ánimo, menos estrés. Lo que sea que haga que la persona se sienta mejor y el médico lo avale, ya es suficiente.