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A Ricardo Uferer lo detuvieron en junio de 1976 mientras hacía la colimba en el Regimiento de La Liguria. Lo trasladaron hasta la Brigada de Investigaciones donde lo interrogaron, maniataron y torturaron. Estuvo casi toda la dictadura preso en la Alcaidía de Resistencia, donde fue testigo de las golpizas que sufrieron los fusilados en la Masacre de Margarita Belén, y en el Campo de la Ribera, un centro clandestino de detención en Córdoba. Este miércoles, comienza el juicio por crímenes de lesa humanidad donde se investigarán los padecimientos que sufrió junto a otro conscripto, Ramón Eduardo Luque. En esta crónica de LITIGIO, cuenta su historia.

Martes, 19 de abril de 2022

Ricardo Uferer

“Cuando llegó ese oscuro día de justicia, 

el pueblo entero despertó sin ser llamado”.

Rodolfo Walsh

 

Por Bruno Martínez 

Estaba en un descanso de su guardia en el Regimiento de La Liguria, cuando un teniente de apellido Reyes lo mandó a llamar.

Lo subieron a un jeep y lo llevaron hasta su batería. Lo hicieron desnudarse. Miraron. Nada. Le dijeron que se vista. A punta de pistola, con el uniforme puesto, lo escoltaron hasta otra pieza que funcionaba como lugar de detención.

Era la tarde del 22 de junio de 1976. Habían pasado sólo dos meses desde su ingreso al Ejército para cumplir con el Servicio Militar Obligatorio y tres desde que Videla, Massera y Compañía conducían los destinos del país mediante el secuestro, la tortura, el asesinato y la desaparición.

―Van a venir a buscarlo unos señores― dijeron.

Pasaron horas. Se hizo de noche. Esperó.

Dos policías llegaron en un Fiat 128 color celeste. Eran los represores Félix “El Indio” Cáceres y José María Cardozo, alias “Cardozito”.  Lo subieron en la parte trasera del auto. El “Indio” le apuntó con una ametralladora. Cardozo, agarrado al volante, le dijo que se acueste en el suelo del vehículo.

―A los traidores no me gusta verlos de pie―escupió Cardozo.

Hicieron cuatro kilómetros hasta llegar al microcentro de Resistencia, frente a la Plaza 25 de Mayo, a menos de 100 metros de la Casa de Gobierno. Allí funcionaba la Brigada de Investigaciones de la Policía del Chaco, el mayor Centro Clandestino de Detención del nordeste argentino.

Estacionaron. Bajaron. Entraron.

***

Ricardo Uferer nació en Resistencia, el 21 de noviembre de 1955. Hizo la primaria en la Escuela 319 de la Liguria y la secundaria en el viejo Colegio Nacional y luego en el Mac Lean. En esa época, fue delegado del curso junto a otro compañero que se identificaba con Vanguardia Comunista y que, con el tiempo, como él, se haría peronista.

En 1973, comenzó a participar de actividades partidarias. Acompañó en las campañas de Deolindo Felipe Bittel, para gobernador del Chaco, y de Héctor Cámpora, para presidente. Al año siguiente, oficializó su vínculo con el justicialismo chaqueño al sumarse a la Juventud Peronista de la Regional Cuarta, una agrupación de superficie de Montoneros.

Regimiento de La Liguria.

Para 1975, el aire se volvió irrespirable. Estaba activa la triple A (Alianza Anticomunista Argentina) que comandaba en las sombras el Ministro de Bienestar de la Nación, José López Rega. Elementos parapoliciales y de fuerzas de seguridad ejecutaban torturas, atentados y asesinatos de militantes sociales, sindicalistas, intelectuales y artistas. También se utilizaba la amenaza de muerte como herramienta de persuasión para obligar al exilio. Este método de persecución y exterminio de opositores recrudeció aún más a partir del 24 de marzo de 1976 con el asalto al poder por parte de las Fuerzas Armadas.

Pocas semanas más tarde del inicio del autodenominado Proceso de Reorganización Nacional, Uferer se enteró que debía hacer la conscripción. El Grupo 7 de Artillería ubicado en el barrio La Liguria de Resistencia fue su lugar de destino.

Durante dos meses recibió instrucción militar. Entraba los lunes por la mañana y su franco comenzaba, si no tenía guardia, el viernes por la tarde. Los fines de semana, cuando salía al mundo exterior, se enteraba de las malas noticias: la detención de algún compañero, la persecución de otro, el exilio de alguien más. Como militante de la JP, de familia justicialista, con un hermano detenido por la dictadura y con la casa de sus padres recientemente allanada, intuía lo que se venía para él.

***

En la Brigada de Investigaciones me vendaron y llevaron arriba, a una pieza. Me revisaron. Luego bajábamos escaleras y fuimos al sótano. Me sacaron el uniforme, me desnudaron y ataron a una cama de metal. Me picanearon. Cuando me torturaban preguntaban por la militancia, qué hacía dentro del Ejército, quiénes eran mis compañeros.

Habían más, pero por lo menos vi a tres. A los que vi eran al teniente (Ernesto Jorge) Simoni que era el segundo jefe de mi batería. Estaba el edecán de (el coronel, Jorge) Larrateguy, que era un subteniente, y Larrateguy. Y de la policía estaban (Gabino) Manader, Cardozito y (Carlos) Silva Longhi.

¿Sabés cómo los vi? Porque en determinado momento uno me dice: “¿Vos sabés quién te habla?”. Larrateguy tenía una voz muy particular. Lo escuchamos varias veces en el Ejército a la mañana dando discursos en contra de la subversión. Le dije que sí, que sabía quién era, y me arrancó la venda. Me pegaron, caí al suelo. Simoni me pegó una patada que me abrió la frente.

Después de eso me llevaron a la Sala Negra, una pieza que estaba en el primer piso y que le decían así porque nadie veía nada, todos estaban vendados. Ahí alguien me dio un pantalón y una remera.

Éramos varios. Estábamos sentados así, alrededor. Había dos guardias adentro. Si tenían ganas de pegarte, te cagaban a palos delante de todos. Pero generalmente te sacaban para torturarte. Después nos llevaron a una celda, en el piso de arriba, que era como un calabozo. En determinado momento lo traen a otro detenido que era Ramón Eduardo Luque. Él era un soldado conscripto como yo y que luego haríamos todo un itinerario juntos en los distintos traslados.

En la Brigada estuve desde junio hasta septiembre de 1976. Después me trasladaron a la alcaidía de Resistencia.

***

En la alcaidía estuvo detenido en el sector de los presos políticos, con régimen especial. A diferencia de los comunes, no tenía visitas y sólo dejaban que salga de la celda para ir al baño o a comer. Tampoco autorizaban la comunicación con otros presos y las golpizas por parte de los penitenciarios eran una constante.

La guardia de Octavio Ayala era la peor. Cuando realizaban requisas, llamaban a dos presos para que hicieran de testigos, pero en realidad era una excusa para castigarlos. También, si veían que estaban hablando cuando no debían, un penitenciario lo anotaba y en la guardia siguiente sacaban al “infractor” y le aplicaban una secuencia de golpes.

La ex Brigada de Investigaciones de la Policía del Chaco, hoy Casa de la Memoria.

El 12 de diciembre de 1976, el día previo a la Masacre de Margarita Belén, Uferer escuchó movimientos poco usuales. Esa noche, a la hora de la cena, el guardia Ayala comenzó a nombrar a algunos presos políticos y les pidió que preparen sus cosas para un traslado. Nombró a Carlos Zamudio, Julio Pereyra, Roberto Yedro, Luis “Lucho” Díaz y Fernando Piérola.

Se escuchaban ruidos. Era el sonido del trote de muchas personas al mismo tiempo. Algunos presos políticos eran obligados a dar vueltas alrededor del comedor y cada tanto recibían una zancadilla que luego se transformaba en una lluvia de tonfazos y patadas. Uferer recuerda ese sonido, los quejidos, y luego el silencio, cuando los llevaron hacia la muerte.

Días después, los presos comunes informaron al resto lo que había pasado. Se pasaban recortes de diarios que hablaban de un supuesto enfrentamiento que terminó con militantes muertos. El 24 de diciembre, con la primera visita de los familiares de los presos políticos, supieron que la refriega no fue tal y que lo que ocurrió fue una matanza de personas desarmadas, maniatadas y casi moribundas por tanta tortura a la vera de la ruta 11, en cercanías de Margarita Belén.

***

En julio de 1977, junto a Ramón Luque, lo trasladaron a La Ribera. El Campo de la Ribera era un penal militar convertido en centro clandestino de detención, ubicado al sudeste de la ciudad de Córdoba. Su traslado tuvo como fin que sean enjuiciados en un Consejo de Guerra: un procedimiento judicial militar sumarísimo, de dudosa legalidad, en el cual se dilucida la supuesta comisión de un delito tipificado en el Código de Justicia Militar.

***

La Ribera era como la Brigada de Investigaciones del Chaco. Había un pabellón. Había piezas que eran antiguas partes de un comedor. Ahí tenías que estar todo el día vendado y acostado. Y traían tipos que estaban torturados. O los llevaban y los torturaban ahí. Nosotros habíamos pasado por todo eso. Con Ramón Luque estuvimos en una parte de un comedor. Después trajeron a un montón de detenidos que eran del PCR y por eso a Luque lo llevaron a un calabozo y a mí me trasladaron a una carbonera, que era una piecita donde era un depósito de carbón. Me tenían acostado y vendado. Y después nos llevaron a lo que era la cuadra, al lado del baño.

En La Ribera no nos torturaron. Sí nos verdugueaban de acuerdo a la guardia que estaba. ¿Qué es verduguear? Es por ejemplo entrar y que te peguen con algo, pero no es una sesión de tortura. Una vez uno del PCR que recién habían detenido dijo que tenía derecho a tomar sol. Estaba vendado y acostado. “Ah, ¿quieren tomar sol? Bueno”, dijo uno de los militares que estaba a cargo y nos tuvo desde las 8 o 9 de la mañana hasta la tardecita. Vendado te hacían hacer cuerpo a tierra, pararte y te pegaban patadas. Al rayo del sol. Hasta la tarde nos tuvo.

***

Uferer y Luque fueron trasladados nuevamente al Chaco en diciembre de 1977. Quedaron otra vez detenidos en la Alcaidía de Resistencia. Su caso quedó en menos del juez Federal de Resistencia, Ángel Córdoba, en una causa por supuesta asociación ilícita en el marco de la Ley 20.840 (participación en actividades subversivas). Recién en 1980, la Justicia Federal los sobreseyó, pero no recuperaron la libertad. En 1981 fueron trasladados otra vez a Córdoba para someterlos al Consejo de Guerra que en el 77 no se había hecho. Finalmente, se hizo en octubre de 1982.

En esa parodia jurídica, Luque fue condenado a seis meses de arresto y Uferer a dos años y medio. Preguntaron si podían apelar la sentencia, pero les dijeron que debían esperar hasta que se constituya otro Consejo de Guerra, que podría ser en uno o dos años. En cambio, si aceptaban la condena, quedaban en libertad de inmediato teniendo en cuenta los más de seis años que ya habían estado presos. Decidieron aceptar y al otro día salieron en libertad.

Espacio para la Memoria, ex Campo de la Ribera (Córdoba). Foto: Pablo Tesoriere

***

Salimos. Era una cosa… Yo una vez, cuando tenía 14 años, fui a Córdoba y anduve en el centro. Pero la verdad es que no conocía nada. Estábamos en un barrio con calles medio despobladas. Estábamos con Luque hasta que en un momento dado viene una chica corriendo que era familiar de otro que estaba detenido en el penal San Martín. Nos fuimos a su casa y nos quedamos. Eso fue un viernes.

Al otro día, el sábado, había un acto del peronismo en Córdoba. Y en ese acto estaba (Deolindo Felipe) Bittel y creo que (Ítalo) Luder (candidatos a vice y presidente de la Nación por el PJ). Así que fuimos al acto. No pudimos hablar con Bittel porque había mucha gente. Lo lógico hubiera sido que vayamos y le digamos que éramos comprovincianos, que nos había pasado esto, pero tratábamos de pasar lo más desapercibidos posibles. A los dos días volvimos a Resistencia.

***

Uferer brindó su testimonio por los crímenes de la dictadura en muchas oportunidades. Lo hizo en 1984, en la Legislatura chaqueña, para lo que luego fue el informe final de la Comisión de Derechos Humanos.

También declaró en el juicio a las Juntas Militares donde dio detalles sobre la noche anterior a la Masacre de Margarita Belén y en juicios de lesa humanidad que se realizaron en el Chaco: por la Masacre y en las denominadas causas Caballero I, II y III.

Además, lo hizo en un Consejo de Guerra que conformaron especialmente los militares ante eventuales condenas por crímenes de terrorismo de Estado. Es decir: abrieron el paraguas juzgándose a sí mismos.

Tras declarar, uno de los uniformados le anticipó lo que luego serían las leyes de Obediencia Debida y Punto Final y los indultos, luego derogados en los primeros años del siglo XXI. “Nosotros los juzgamos a ustedes antes, hoy nos juzgan a nosotros y mañana de nuevo nosotros a ustedes. ¿Saben qué? Esto sale amnistía para todos”, le adelantó el oficial.

***

A casi 46 años de su detención, Uferer tendrá por fin la oportunidad de presenciar el juzgamiento de algunos de sus verdugos. Este miércoles, se dará inicio a las audiencias de la causa conocida como “Conscriptos”, donde se investigarán la privación ilegítima de la libertad y los tormentos agravados que sufrieron tanto él como Luque. Será el noveno juicio por crímenes de lesa humanidad perpetrados durante la última dictadura en el Chaco.

Eduardo Luque y Ricardo Uferer.

Los imputados ya tienen condenas en causas por crímenes de la dictadura. Entre estos, se encuentran los militares retirados, Ernesto Simoni, Ricardo Reyes, Aldo Martínez Segón y Luis Alberto Patetta; los policías José Francisco Rodríguez Valiente, Gabino Manader, José Marín y Juan de la Cruz López y los guardiacárceles, Héctor Roldan y Miguel Vittorello.

El Tribunal Oral Federal de Resistencia estará conformado por los jueces subrogantes Liliana Graciela Carnero, Noemí Marta Berros y Roberto López Arbgo. La Secretaría de Derechos Humanos y Géneros del Chaco participa como querellante en la causa.

―¿Cómo te sentís para el juicio? ― preguntó LITIGIO a Uferer.  

―Me siento más viejo. Nosotros nos criamos con golpes, democracia, golpes de nuevo. Hasta el 83 nunca voté. La primera vez fue a los 27 años. En una dictadura no existe la Constitución, las leyes, nada. Y estás a expensas de algunos locos. Tengo hijos, nietos y no quiero que vivan lo mismo que yo. Sé que hay que aportar para reconstruir parte de nuestra historia reciente. Con Memoria, Verdad y Justicia. Y saldar esto. Para que no ocurra nunca más.


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