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La Asociación Civil Bomberos Voluntarios “San Fernando” de Resistencia cumple este año una década. María Gómez, jefa del cuartel desde 2017, cuenta en esta crónica de LITIGIO cómo es dedicarse a apagar incendios, en medio de la burocracia y la negligencia. “En esta profesión, el héroe es alguien que está bajo tierra por hacer algo que no pensó”, sostiene.

Lunes, 28 de marzo de 2022

Foto: Pedro Ariel Meza

Por Bruno Martínez 

El fuego dice.

Si brilla más o brilla menos, dice. Si está de un color u otro, dice. Si se acelera, dice. Si se reduce, dice. El humo que surge de él, también, dice. El fuego es transparente para quien conoce su naturaleza física y química. Se puede leer, anticipar, intentar predecir su comportamiento. Se lo puede dominar.

El manual del Curso de Extinción y Combate de Incendios Estructurales que proporciona el Consejo Nacional de Bomberos Voluntarios da algunos detalles. Explica que si la llama de un incendio es amarilla es señal de la presencia de un combustible Clase A (ropa, madera, papel), en una situación de inicio de combustión. Si pasa a naranja es que ese combustible se encuentra en su estado final.

Una llama roja, en cambio, indica la presencia de líquidos inflamables y subproductos de los hidrocarburos, por ejemplo, nafta. Una blanca es un indicador de presencia de metales, como el magnesio. La llama verde, en tanto, señala presencia de cobres y nitratos. Y si es azul es que hay alcohol o gas natural.

El humo también tiene características específicas. Si el humo es gris-blanco es que hay combustibles Clase A en fase inicial del fuego. Gris-oscuro indica la presencia de combustibles de esa misma clase, pero en la última fase. Negro significa la presencia de hidrocarburos. Amarillo-gris indica que hay una combustión lenta acompañada por manchas de humo sobre las ventanas y casi sin movimiento de humo.

En un incendio, dice el manual, se tiene que considerar otros dos factores importantes como son la brillantez y la velocidad de la llama. La brillantez indica la temperatura existente: a mayor brillantez, mayor temperatura. La velocidad lenta indica insuficiencia de oxígeno y una rápida velocidad podría ser un indicador de la presencia de un acelerante usado con intencionalidad: cuando alguien quiere que se propague.

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Son casi las cuatro de la tarde de un miércoles fresco de marzo en Resistencia. El cielo está nublado y las nubes casi vacías de tanto llover. Al cuartel de Bomberos Voluntarios “San Fernando” se llega preguntando. El Google Maps te lleva a un lugar que ya no es: frente al Instituto Médico Forense del Poder Judicial del Chaco, por ruta 11. Ahora, y desde 2016, está ubicado en el barrio Santa Lucía, a pocas cuadras del comedor El Santafesino, por colectora de ruta 16.

María Gómez es la jefa del cuartel. Tiene 49 años y su oficina está en el frente de este predio. Su espacio, el de María, es más bien pequeño. Un gran mapa de Resistencia cuelga de una de las paredes. Junto a él, un monitor muestra en tiempo real las imágenes que transmiten las cámaras de seguridad del cuartel: se ven camiones, camionetas, una ambulancia. Esta oficina está abarrotada con premios y reconocimientos, tanto para María como para el equipo. “Héroes” dice uno, en gruesas tipografías. Dice que en su casa tiene más.

―¿Qué opinás de la palabra “héroe” en esta profesión?

―Está la diferencia entre el héroe y el profesional―compara María―. El héroe es aquella persona que está bajo tierra por haber hecho algo que no pensó. No analizó si se está por caer el techo, si hay una fuga de gas, si está por explotar una garrafa. El profesional es el que piensa, analiza, observa, mira. Que tiene una segunda opción por si algo no funciona. El profesional analiza de qué manera y cómo. El héroe es aquel que dice: “Dejá, yo voy”. Se mandó y chau.

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Diferencias. Una de las principales entre los Bomberos de la Policía y los Voluntarios es que los primeros cobran un sueldo y los segundos no. Jurídicamente se enmarcan en Asociaciones Civiles sin Fines de Lucro que subsisten mediante donaciones del Estado, empresas y aportes de los vecinos. Esa plata les sirve para, entre otras cosas, el mantenimiento de las unidades, refacciones del edificio y compra de equipamientos.

La historia de los Bomberos Voluntarios en Argentina comenzó a finales del siglo XIX. Tomas Liberti,  inmigrante italiano que residía en el barrio porteño de La Boca, creó el 2 de junio de 1884 el primer cuerpo de bomberos voluntarios del país. Un gran incendio en el que tuvo que intervenir con un grupo de vecinos lo hizo decidirse. La idea fue conformar una agrupación organizada más o menos estable que se pudiera dedicar a este tipo de siniestros en la barriada, la cual crecía en su densidad poblacional al ritmo de la inmigración europea.

Más de mil asociaciones existen en Argentina, con más de 43 mil bomberos voluntarios. En el Chaco, hay 27 asociaciones distribuidas en las localidades de San Bernardo, Santa Sylvina, Villa Río Bermejito, Sáenz Peña, Resistencia, Quitilipi, Vilelas, Tirol, Pampa del Infierno, Margarita Belén, Makallé, Machagay, Las Palmas, Las Breñas, Castelli, Isla del Cerrito, Hermoso Campo, San Martín, Pinedo, Gancedo, Fontana, Du Graty, Charata, Barranqueras y Vedia.

Cristian Godoy fue el fundador de la Asociación Civil de Bomberos Voluntarios “San Fernando”. Nieto de Ilda María Zuanich, creadora en 1988 del cuartel de Bomberos Voluntarios de Barranqueras, e hijo de Gustavo Godoy quien se desempeñó como jefe del cuartel que fundó su abuela, Cristian se decidió a encarar en 2012 la concreción de este cuartel debido a que notó que en Resistencia se necesitaba mayor volumen de asistencia. Antes de eso, todo el trabajo lo hacía Bomberos de la Policía, quien pedía colaboración a los Voluntarios de Barranqueras y localidades aledañas. Cuando fundó la asociación, Cristian tenía 22 años. Hoy, con 32, sigue siendo el presidente de la Asociación.

El primer espacio físico que tuvo “San Fernando” fue al costado de un taller mecánico, cerca de la rotonda de intersección de las rutas 11 y 16, en el acceso norte de Resistencia. El lugar fue prestado por Adolfo Botta, dueño de una empresa de repuestos de autos quien también formaba parte de la Comisión Directiva.

Cuatro años estuvieron ahí, a la intemperie. Tenían una sola unidad desde donde escuchaban la radiofrecuencia. Tuvieron que improvisar una casilla para poder mantener al resguardo los equipos y a quienes hacían la guardia. Improvisaron un baño. No eran las mejores condiciones.

La cosa comenzó a mejorar en 2016. Ese año, el municipio les cedió un predio de poco más de 6.300 metros cuadrados en la avenida Alfredo Gerrero al 2.900, a un kilómetro de donde estaban. Fue en comodato por 99 años.

El terreno era monte. Comenzaron a limpiarlo. Bajo el rayo del sol. Mañana, siesta, tarde y noche. Pusieron postes. Se colocó el alambrado perimetral. Todo se encaminaba hacia el inicio de las obras cuando el 11 de octubre de ese mismo año, unas 20 familias que respondían a un movimiento social ocuparon el terreno. Más allá del momento de incertidumbre, la toma no duró mucho: a las 48 horas, los integrantes del movimiento social recibieron la promesa del gobierno de poder contar con un predio en otro lugar y decidieron marcharse.

A partir de ahí se decidió establecer una guardia las 24 horas para evitar nuevas usurpaciones. Se trajo también un colectivo viejo donde se colocaron a resguardo todos los elementos del personal mientras se realizaban las obras. El edificio se construyó a pulmón: parte con subsidios, parte con venta de pollos, parte con ayuda de quienes se acercaban a colaborar. El cuartel, así como está hoy, se terminó de construir en junio de 2019.

“San Fernando” cuenta con 16 bomberos y ocho vehículos: tres camionetas, cuatro camiones autobombas y una ambulancia que no funciona. Según explicaron, la ambulancia tiene problemas de motor. El arreglo costaba 500 mil pesos hace dos años. Hoy, inflación mediante, ese número es mucho más. ¿Por qué no se arregla? El problema está no sólo en la falta de fondos sino en la cuestión dominial: en los papeles, aún pertenece a Salud Pública porque fue entregada en comodato. Es decir que a nivel administrativo hay dificultades para que esa reparación se pueda justificar con fondos de Bomberos, según explica a LITIGIO Cristian Godoy. El dinero y la burocracia: las trabas desde el inicio de los tiempos.

En diez años de existencia, Bomberos Voluntarios “San Fernando” realizó más de 2.600 procedimientos, que incluyeron intervenciones en incendios, inundaciones y socorros a personas en diversos escenarios y situaciones. María es jefa del cuartel desde junio de 2017.

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―¿Cómo llegaste a bomberos?

María sonríe.

―Yo trabajaba en el Ministerio de Educación. Aclaro que sigo dependiendo del ministerio pero ahora estoy como adscripta en Bomberos Voluntarios. En una ocasión hubo una amenaza de bomba y vi que llegaron los chicos de bomberos de la policía. Me llamó la atención ver el trabajo que estaban haciendo. Siempre sentí la necesidad de ayudar a la gente y pensaba que por medio de esta profesión yo podía ayudar. Después le pregunté a uno de ellos como tenía que hacer para ingresar. Me dice: “Fijate que es un trabajo sucio, pesado, cansador. No sé si te va a gustar”. Y le respondí que no importaba, que quería saber dónde podía contactar algún cuartel. Me comentó que había varios lugares. Me puse a averiguar y llegué primero al cuartel de (Carlos Roberto) Prono (Bomberos Voluntarios “Zona Sur”) que está en el barrio San Cayetano. En ese entonces era un destacamento que dependía de Barranqueras. Le pregunté cuáles eran los requisitos, junté todo, ingresé ahí, estuve 20 días con ellos y luego me pasé a San Fernando. Y desde ahí no me moví más de acá.

Foto: Pedro Ariel Meza

―¿Qué te dijeron en tu familia cuando te uniste a bomberos?

(Se ríe) Me querían matar. Mi mamá me decía: “Hija, esa es una profesión muy jodida, muy riesgosa. Yo no quiero una hija muerta. Dejate de joder”. Obviamente seguí lo que yo quería hacer.

―Contame sobre tus hijos.

― Tengo dos hijos trabajando acá conmigo. Alejandro y Nahuel. Tienen 23 y 30. Trabajan afuera y cuando tienen que venir a su guardia, vienen.

―¿Y cómo es tu relación con ellos acá?

―Les dije que acá yo no soy su mamá. Acá hay una responsabilidad mucho más grande que recae sobre mí. Entonces yo no puedo estar complaciendo caprichos. Se hace esto y se hace. Ellos entienden, son bastante estrictos. Fueron criados así. Al que lo llevo conmigo cuando hay algún sinestro importante es el más grande. Se fue a las inundaciones en el interior y ahora a lo de Corrientes. No porque tenga más conocimiento que el otro sino porque él estuvo en el Ejército y tiene otros conocimientos que a nosotros nos sirve.

Un rato más tarde, María sube a la planta alta del cuartel y trae a uno de sus hijos, al menor. Alejandro Fernández es morocho, morrudo y más bien parco. Para esta entrevista, prefiere quedarse de pie.

―¿Qué hizo que te sumes a Bomberos Voluntarios?    

―La primera vez que vine fue porque llegué para visitarla a ella ―dice Alejandro, en referencia a su mamá―. Me puse un equipo estructural y me gustó. Con unos chicos del cuartel nos pusimos el equipo y corríamos hasta ver quién aguantaba más. Al otro día vine y me quedé. Yo primero salía como un espectador: miraba, observaba. Hasta que llegó el momento en que tuve que actuar. Hace cuatro años que estoy.

―¿Cómo fueron las primeras salidas?

―La primera no me acuerdo. Yo para lo único que salía al comienzo era para anotar. En un terreno, por ejemplo, yo averiguaba quién era el titular, también anotaba a la hora que terminábamos.

―Y tu primer incendio grande, ¿cuál fue?

―Fue el del barrio Santa Inés. Se incendiaron siete casas ahí.

―¿Qué te acordás de eso?

―Qué fue la primera vez que salí manejando el autobomba (se ríe).

―¿Los vinculó de otra forma trabajar juntos en Bomberos Voluntarios? ¿Los unió más como familia?

Ahora responde María.

―Estamos más unidos.

***

El incendio que se produce en un lugar cerrado se puede entender con mayor facilidad mediante el estudio de sus tres etapas: inicial, combustión libre y latente.

En la inicial, según explica el manual del Curso de Extinción y Combate de Incendios Estructurales, el oxígeno que está en el aire no se ha reducido de manera significativa y el fuego produce vapor de agua, dióxido de carbono, monóxido de carbono, tal vez una pequeña cantidad de dióxido de azufre, y otros gases. Se genera algo de calor que irá aumentando a medida que el fuego progresa. La llama en esta fase puede ser de 538º C, pero la temperatura del medio ambiente donde el fuego se está iniciando aumenta muy poco.

Foto: Pedro Ariel Meza

En la fase de combustión libre, el aire, que es rico en oxígeno, es lanzado hacia las llamas, a medida que la convección lleva el calor a las regiones más altas de áreas confinadas. Los gases calientes se expanden lateralmente, desde del techo hacia abajo, forzando al aire frío hacia los niveles inferiores, y facilitando así la ignición de materiales combustibles en los niveles superiores de la habitación.

En la tercera fase, las llamas pueden dejar de existir si el área confinada es cerrada suficientemente. A partir de este momento la combustión es reducida a brasas incandescentes.  El fuego continuará latente, y el local se terminará de llenar de humo denso y gases de la combustión por encima de los 538ºC.

***

―De todos los operativos en los que participaste, ¿cuáles fueron los que más te marcaron?

―Tuvimos varios incendios grandes y feos―cuenta María―. Tuvimos el del barrio San Cayetano, el del Santa Inés. En (el polirrubro) Megamundo también. Nosotros estábamos en el interior dando un curso y nos informaron que bomberos de acá necesitaba colaboración de los que estábamos dando el curso. Nos subimos todos en una unidad y vinimos a prestar colaboración, porque era nuestra zona la que se estaba quemando. También tuvimos edificios que se prendían fuego y que habían personas adentro que teníamos que sacar. Uno de los rescates que hicimos habremos bajado unas 20 personas. De esas 20, sacamos cuatro que estaban complicadas, entre ellos un bebé. Eso fue el edificio San José, en diagonal a la residencia del gobernador. Fue hace dos o tres años. Se prendió fuego el primer piso y la gente que estaba arriba empezó a desmayarse por la densidad del humo dentro del edificio. Recuerdo que llegué, golpeé una puerta, me abrió la puerta una señora y me dice: “La nena no para de llorar, no sé qué hacer”. Me saqué el chaquetón, la envolví a la bebé que lloraba y lloraba. Veníamos bajando las escaleras con la señora como podíamos, porque no se veía nada por la densidad del humo, y en el cuarto piso la criatura paró de llorar. No lloró más. Hablé con el personal y les dije que agarren a la gente que venimos sacando porque yo tenía que bajarla a la nena. No se veía absolutamente nada y teníamos que venir bajando por la escalera. Y cuando llego afuera el doctor Ivancovich me la sacó de los brazos, la llevó en la ambulancia y al rato me dijo: “La salvamos”. Después, en el 2019 los incendios que tuvimos que eran unos tras otros…

―¿De pastizales?

―Sí. Nunca me voy a olvidar las caras de esas criaturas. La casa de ellos estaba en el medio del fuego, parecía una olla con el fuego a los costados. Eso fue en Villa Fabiana norte. Cuando llegamos, vi esa situación, la de los chicos encerrados. Salté de la unidad y me gritó uno de los muchachos: “No te acerques, que te vas a quemar”. Yo le dije que iba a entrar igual, que me despliegue una cobertura. Nosotros veíamos a través de la ventana como los chicos golpeaban el vidrio para que los saquemos. Y no había nadie con esos chicos. Eran cuatro. Entramos con un bombero más y alcanzamos a sacar a las cuatro criaturas. A una de mis compañeras le cayó un trozo de tronco sobre la cara. Y a pesar de eso siguió tirando agua para protegernos mientras sacamos a las criaturas. Cada vez que recuerdo eso me pongo mal porque tengo nietos y digo: “Dios no permita…”. Son situaciones feas que por ahí nos toca pasar. Y también esto de ahora, los incendios en Corrientes…

Foto: Pedro Ariel Meza

―¿Estuviste en Corrientes?

―Sí. Estuvimos en Curuzú Cuatiá, Mercedes y terminamos en Alvear.

―¿Qué viste ahí?

―Horrible. Una situación angustiante, desesperante.

―¿Habías visto algo así?

―No. Ver animales totalmente calcinados al costado de la ruta. Se me parte el alma. ¿Con qué necesidad? Eso se podía evitar si se daba intervención como tenía que darse y no esperar a que se quemen 25 días para decir: “Bueno, ahora bajen”. No: en el momento había que bajar, que se trabaje, que se elimine todo lo que se tenía que eliminar.

―¿Se podía haber evitado?

―Sí.

―¿Qué falló?

―Mirá. Creo que todo es cuestión política. Pero también hay otras cosas que la gente no sabe. A nivel país, Bomberos Voluntarios es voluntario. ¿Cuál es la diferencia que hubo en todo esto? A nivel nacional también se crearon las Brigadas Forestales. ¿Y cuál es la diferencia que hay entre las Brigadas Forestales y los Bomberos Voluntarios? Que las Brigadas tienen un sueldo y que de acuerdo a la cantidad de días que ellos trabajen es el monto que se le deposita en plata. A Corrientes enviaron Brigadistas; no Bomberos Voluntarios. Es decir que ante mayor cantidad de días que tengan trabajados, mayor cantidad es lo que ingresa a sus bolsillos.

―Un sistema bastante perverso. 

―No solamente pasó en el incendio de Corrientes, sino en otras partes del país donde solicitamos la intervención de Bomberos y desde el gobierno nacional nos negaron totalmente. Eran Medio Ambiente nacional contra el sistema de Bomberos Voluntarios. No querían que participemos porque cuanto mayor cantidad de tiempo dura el incendio mayor cantidad de dinero ingresa hacia esos brigadistas. Que se queme todo, pero que no trabajen Bomberos Voluntarios. Nosotros no tenemos esa expectativa de decir “que se queme esto que es de cinco por cinco, que podemos controlarlo en 15 minutos, pero le controlamos de acá a 15 días”. Mandaron ocho brigadistas. Y los brigadistas en teoría tienen la obligación de cuidar lo que es Parque Nacional. Acá en el interior, cuando se prendió fuego el parque, a Bomberos Voluntarios no les permitieron el ingreso. Pero yo siempre digo que no dejan que trabajen Bomberos Voluntarios porque saben la forma y la manera en que trabajamos. Que vamos a parar el incendio, lo vamos a parar. Y no vamos a necesitar un mes para pararlo.

―Los incendios de gran volumen como los que ocurrieron en Corrientes son imposibles de producirse de manera accidental, ¿verdad?

―Ningún incendio es accidental. Todos los incendios son provocados. Ya sea por una quema de basura o por una quema de pastizal para limpiar un terreno, que por ahí los dueños no limpian y ante la posibilidad de que el municipio les multe, lo prenden fuego. Las inmobiliarias, para el loteo, te prenden fuego.

―El desmonte con máquinas es más caro. Con un incendio, sólo pagás lo que cuesta un fósforo.

―Claro.

―¿Conocés de alguien preso o que se le inició una causa por iniciar un incendio?

―No, no conozco. Recuerdo sí un caso en ruta 16, kilómetro 21,8 aproximadamente. Fue uno de los tantos incendios a los que nos hicieron bajar. Llegamos al lugar y nos predisponemos para ingresar. Y desde el fondo apareció una mujer gritando: “No quiero la presencia de Bomberos; se me van de acá”. “Señora, nosotros tenemos que proceder”, le dije. “Este es mi campo y al campo lo prendí fuego yo”. “Sí, señora, pero usted tiene un depósito ahí, hay viviendas de aquel lado y el viento está así”. “Yo me hago cargo”, me respondió. Al ser propiedad privada nosotros no podemos ingresar. Se le notificó al 911, a Bomberos de la Policía.

―Entonces, con ese criterio, ¿yo puedo prender fuego mi casa y decirles que no quiero que entren?

―En principio, no. Hay una ley de emergencia ígnea que rige en todo el país, por lo tanto está prohibido prender fuego.

―En ese momento, en el caso de la mujer que impidió que actúen, ¿estaba en vigencia esa ley?

―Sí. Preguntamos qué podíamos hacer y nos dijeron que como era propiedad privada dejemos constancia nomás y luego debíamos retirarnos. Se informa. De ahí en más queda a criterio de jueces y fiscales. En este caso había una persona presente que niega el ingreso, pero si no hay nadie presente ahí sí podemos ingresar, más aún viendo que hay un riesgo inminente. Pero si está el dueño del campo y no te deja entrar, no podés hacer nada.

***

La mejor manera que tienen los bomberos para realizar rescates en incendios estructurales es tener un plan de emergencia. Mantener al día planos o bosquejos del lugar, número de personas que podrían encontrarse atrapadas, espacios o elementos que puedan presentar un peligro.

La Academia Nacional de Bomberos Voluntarios establece que el oficial a cargo de este tipo de operaciones deberá evaluar el lugar afectado y los posibles lugares en que se llevará a cabo la búsqueda. El grupo de rescate debe mantenerse alerta a las condiciones del fuego y a la integridad estructural de la casa o edificio. Por ello es imprescindible para este tipo de operaciones que trabaje el personal mejor capacitado y entrenado.

Es clave la buena comunicación entre el grupo de trabajo y el exterior, para no poner en riesgo a los rescatistas. Otra herramienta útil es el análisis de riesgo, para evaluar la relación entre lo que se arriesga y lo que se salva.

***

―El gobierno provincial suspendió las becas a algunos integrantes de bomberos “San Fernando”. ¿Cuál fue la explicación?

―No hubo. Se habló con el gobierno inclusive para que les devuelvan las becas que los chicos tenían pero no hubo respuestas. (El gobernador, Jorge) Capitanich les quitó la beca a todos. Estos chicos no tenían ningún ingreso. Eran becas de mil y tres mil pesos y cuando ingresó Capitanich les bajó la beca a todos.

―¿Se volvió a hablar sobre el tema con algún funcionario?

―Se volvió a charlar, se presentaron notas. Tengo notas presentadas desde el 7 de enero de 2020. Se presentó durante todo 2020 notas donde pedíamos por favor que se le reintegren las becas que habían sido dadas de baja sin motivo alguno. No nos dieron ninguna respuesta. Entonces dejamos de joder. Eran 16 personas que perdieron su beca. Desistimos porque nos dimos cuenta que lamentablemente este gobierno castiga a la gente que trabaja y premia a aquellas personas que duermen hasta tarde, que se levantan para ir a cortar una calle. El trabajador es el que sostiene el sistema. Somos el engranaje que le falta a la provincia por más que les cueste a muchos aceptar. Y sin Bomberos Voluntarios, la provincia se prende fuego. Porque desde otras áreas no tienen la capacidad ni en equipamientos ni en unidades para hacerle frente a cuatro tipos de incendios juntos. Entonces, como muchos dijeron “ustedes son un mal necesario”. Capaz que para algunos sí, pero no para toda la sociedad.

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María se tiene que ir. Los directivos de la Cámara de Comercio de Resistencia la esperan para una reunión. Este fin de semana, la entidad empresarial celebrará 100 años de existencia y, en algún momento de la noche, se sorteará un cuadro del artista Milo Lockett. Lo recaudado de la venta de los números será donado a Bomberos Voluntarios “San Fernando”.

Antes de irse, del otro lado de la reja, moviendo sus colas, la despiden los otros cuatro integrantes del cuartel. “Chocho”, un pitbull que rescataron de un incendio (el dueño de la casa les dijo a los bomberos que lo dejen morir encerrado porque no lo quería); “Goffy”, una perrita blanca, regalo de los vecinos; “Chimoltrufio”, que lo rescataron de la calle, donde lo habían encontrado muy golpeado, con costillas rotas y desnutrido (ahora está radiante); y “Alpargatín”, el más chiquito. A él lo trajeron de Puerto Bermejo. Los hermanitos habían muerto por la mordedura de una yarará “y antes de que le pase lo mismo, lo traje”, dice María por whatsapp. Cierra la frase con un emoji: el de la carita feliz.


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