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Damián Pérez Santos, ilustrador mendocino, acaba de dar uno de los pasos más importantes de su carrera artística: dibujar el horror que imperó en el juicio por jurado popular que terminó con la condena a prisión perpetua al israelí Nicolás Gil Pereg, el hombre que dice ser un gato, por los asesinatos de la madre y la tía, ocurridos en enero de 2019.

Sábado, 4 de diciembre de 2021

Tiempo Judicial conversó con el reconocido historietista, discípulo de Juan Giménez y admirador de Alberto Breccia y Quino, entre otros maestros de la ilustración argentina. No fue la primera vez que Pérez Santos, de 47 años, retrató para la Justicia mendocina las instancias de un proceso judicial del fuero penal en la etapa de decisiva.

Su bautismo de fuego se había producido en febrero de este año, cuando fue convocado por el Ministerio Público Fiscal y con gran acierto desplegó la técnica court skectch en un debate por jurado popular por el crimen de un verdulero.

Corría enero de 2019 y en la calle Roca de Guaymallén, a casi 8 kilómetros al Este del kilómetro cero de Mendoza, Gil Pereg, israelí nacionalizado argentino, denunciaba públicamente la súbita desaparición de la madre y la tía, quienes habían llegado desde Israel y Australia para visitarlo. “Las han secuestrado cuando se fueron de mi casa”, repitió una y otra vez frente a la prensa y la Fiscalía de Homicidios del Poder Judicial de Mendoza.

El devenir de las pesquisas permitió hallar los cadáveres de Phyria Saroussi y Lili Pereg, asesinadas con hierros de la construcción enterrados y dos disparos de arma de fuego y sepultadas bajo una capa de cemento fresca, en un sector del amplísimo predio donde Gil Pereg vivía con más de 40 gatos.

Su inmediata detención provocó una metamorfosis inesperada: Gil Pereg dejó de hablar como lo había hecho hasta entonces y comenzó a maullar. “Soy un gato”, balbuceó entre maullidos y ronroneos que pocos creyeron. Así quedó clausurada la pesquisa por averiguación de paradero de las mujeres. Así comenzó una historia más propia del cine y la literatura del terror que del desierto mendocino.

El grafito de Damián Pérez Santos y esencialmente su destreza y capacidad de observación llevaron al papel los momentos clave del juicio por jurado popular que condenó al israelí Gil Pereg a prisión perpetua.

El proceso, que culminó el miércoles 3 de noviembre por la tarde, en la sala mayor de audiencias del Polo Judicial Penal de Mendoza, también quedó filmado y las imágenes y sonido pueden revisitarse en la página oficial del Poder Judicial de Mendoza. Ver cada uno de sus dibujos es como estar adentro del juicio. Su obra destila realismo puro con toques de ficción.

¿Qué aporta el trabajo del ilustrador? La técnica court scketch empleada otorga a las ilustraciones el típico tono de las jornadas tribunalicias que durante tantos años hemos observado que se aplican en tribunales anglosajones para casos en los que la prensa no tiene permitido captar fotos ni la utilización de soportes audiovisuales.

Con rasgos caricaturescos y propios de la historieta, Pérez Santos recreó situaciones y protagonistas del juicio al israelí: la llegada del imputado a la sala de audiencias y sus tan particulares maullidos frente a las cámaras y más tarde frente al jurado, así como sus miradas y gestos e incluso el momento de lo que intentó ser una declaración indagatoria y versión de los hechos.

En primeros planos o generales, los fiscales investigadores, Claudia Ríos y Fernando Guzzo, la jueza conductora del proceso, María Laura Guajardo, y la querellante particular Claudia Vélez también fueron ilustrados por Pérez Santos.

La ilustración de la sala mayor del Polo Judicial Penal, con presencias y actividad a pleno, fue una de las más logradas y por momentos se asemeja a los dibujos que llegan desde Cortes y Tribunales internacionales.

– ¿Cómo trabajó para llevar al papel esta historia tan tremenda como la del doble asesinato a manos del hombre que dice ser un gato?

– Hice un plan de trabajo que contempló tres momentos importantes: el inicio del debate, que concitaba toda la atención porque implicaba la llegada de Gil Pereg a la sala de audiencias; el promedio y los alegatos de clausura frente a lo inminente de la definición.

– ¿Qué sensaciones le provocó el israelí?

– Fue toda una experiencia verlo llegar y maullar como si fuera un gato. Después pude apreciar cuando, ya fuera de la sala de debates por decisión de la jueza técnica (María Laura Gallardo), escuchaba atentamente cada testimonio y cada apreciación que se hacían de él y de la investigación judicial.

– ¿Y lo que más le impactó?

– Cuando llegó su momento de declarar de pie frente al jurado, los fiscales, los abogados y la jueza. Hablaba y casi que no se le entendía nada de lo que decía. Estaba como sobremedicado; al menos esa impresión me dio. Babeaba. Eso fue muy fuerte, uno de los momentos más impactantes del debate.

– Tanto horror y un imputado como Gil Pereg, con un perfil tan raro e inédito para la Justicia, ¿son elementos más propios de la ficción que de la realidad y materia de ilustradores?

– Sin dudas. Todo este proceso ha sido tan surrealista que da perfectamente para convertir el trabajo artístico en una pieza de tipo documental. El personaje y el contexto lo hacen único.

– ¿Qué vio en la mirada de Gil Pereg, a la que usted dedicó parte de su habilidad con el grafito?

– Vi una mirada que transmitía la necesidad de salir de todo ese asunto a como diera lugar, sin dudas. Por momentos parecía un chico caprichoso con sus comportamientos.

– Un caso que acaparó interés en Mendoza, el resto de Argentina y a nivel internacional ha sido el del hombre que se siente gato y que vivía rodeado de felinos… ¿Qué le pareció el trabajo de la jueza técnica y del jurado formado por ciudadanos?

– Quiero destacarlo especialmente: todos ellos dieron grandes muestras de profesionalismo y humanidad, aun en medio de un caso marcado por el horror.

– ¿Qué experiencia representan estas participaciones en juicios por jurados en Mendoza como ilustrador?

– Son muy valiosas porque puedo aplicar mis conocimientos y destrezas, también captar las emociones en la sala de audiencias y llevarlas al papel para aportar una forma más de lectura e interpretación. Este caso, en particular, tiene un valor adicional porque se trató de un proceso histórico y de alcance internacional. Recordemos que había parientes de las víctimas fatales observando el juicio desde Israel y Australia a través de internet.

 

Fuente: Tiempo Judicial

 


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